Una familia de espías soviéticos que lleva una vida normal entre los norteamericanos, que reside y vive como ellos desde hace muchos años.
Esta segunda temporada comienza con el asesinato de otra familia, diferente a la protagonista que vivía en una situación similar.
No se conoce al asesino lo que ocasiona una profunda perturbación en nuestros espías protagonistas y en los espectadores.
La historia avanza con muy buen pulso narrativo, introduciendo nuevos personajes y otros (lamentablemente) se van perdiendo por el camino. Es lo que tiene este difícil mundo.
Uno de los elementos fundamentales de esta temporada es que la niña de esta familia (soviética) les sale rana y se mete en grupos religiosos.
Es una serie de espías, de la Guerra Fría, pero con el plus de la trama familiar.
Los escenarios son el F.B.I., la embajada rusa y el domicilio familiar de los Jennings.
Keri Russell interpreta a Elizabeth, una mujer fuerte, con profundas convicciones que no duda ni por un momento de su labor.
Matthew Rhys es Phillip Jennings, que tiene una doble y a veces triple vida y que cumple como un campeón con su esposa de mentira, la crédula Marta.
Por sacar algún pero… Tal vez, a veces, parece un producto de diseño. Hay sexo, crímenes, alguna pelea, tensión narrativa… Todo muy bien, pero demasiado pensado para atraer a un público deseoso de lo que ofrece.
Elena y yo estamos enganchados y ya hemos comenzado la tercera temporada.
La de su director: Joseph Losey, un exiliado norteamericano en Londres.
Su guionista: Harold Pinter que fue reconocido con el Nobel de literatura.
Y su protagonista: un inconmensurable Dirk Bogarde, que asumió la función de director durante el tiempo en que Losey estuvo hospitalizado por neumonía.
Aunque no hay que olvidar al director de fotografía Douglas Slocombe que creó un ambiente memorable que contribuye fundamentalmente a conseguir una obra maestra.
Posiblemente se trate de un drama psicológico.
La relación señor-criado se va viciando a lo largo del metraje.
Hay superioridad, pero también dependencia.
Ese adinerado joven con un proyecto en Brasil, una especie de sueño, que todo el mundo da por hecho que no se va a cumplir, porque este joven sencillamente es un inútil.
Y hasta tal punto es su incapacidad personal que necesita absolutamente de su criado, que lo mal cría para hacerlo más inútil y más dependiente.
Ese sirviente es malvado y constantemente parece expresar con su mirada lo contrario que ejecuta con sus actos. Es irreverente, maleducado, pero parece lo contrario.
A pesar de todo esta pareja, posiblemente con pulsión homosexual vive en armonía que se verá alterada por la presencia de las mujeres.
Primero la novia que no soporta (aparentemente) al criado que se inmiscuye en su relación.
Entre ellos (novia y mayordomo) se establece una competencia hacia el tonto del señor, que debe de decidir su definición sexual eligiendo a una o a otro.
Después la presencia de la falsa hermana que representa la perdición, esa tentación que lleva al desastre, cual Eva que rompe el Paraíso.
Esa chica de falda demasiado corta es introducida por el sirviente para romper su relación con su amo y, en definitiva, demostrar su poder con su ausencia.
En el tramo final se llega a una decadencia total con un ambiente viciado con una situación absurda.
Los juegos son luchas de poder. Eso es representado magníficamente por el director que coloca al señor tirando la pelota en la parte superior de las escaleras, o al sirviente en un plano superior cuando le incita a tomar láudano para sumergirlo en el vacío.
Todo muy turbio, muy oscuro, muy raro.
Pero además contado con una fotografía (maravillosa) en blanco y negro, muy contrastado en el interior de la casa que es retratada desde todos los ángulos y los puntos de vista.
La constante presencia de los espejos, que componen una visión de una realidad deformada que juegan con el espectador confundiéndolo, sin saber si lo que ve es el reflejo o la realidad misma.
Los cuatro protagonistas, Dirk Bogarde, Sarah Miles, Wendy Craig y James Fox, están soberbios.
Dirk Bogarde componiendo un personaje que hace lo contrario de lo que piensa, malévolo, manipulador, un cabrón.
Sarah Miles una especie de lolita que rompe (intencionadamente) la armonía (falsa) de un hogar en “perfecto” equilibrio.
Wendy Craig, soberbia prometida, consciente de la ineptitud de su novio, que está celosa de la relación con su criado.
James Fox, el señor inútil, perfecto representante de una clase social parásita, incapaz de valerse por sí misma.Tan poderosa como absurda, cuyo único mérito es tener dinero, que no sabe ni cocinar su comida, ni limpiar su porquería.
Posiblemente es el que sufre la mayor degradación moral y personal durante la película, aunque desde el principio se delata como un tontoelculo.
La turbiedad de la peli sigue perfectamente vigente.
Seguro que en el debate encontraremos muchos más matices. Es una peli perfecta para discutir.
Felicitar a Jose y Susana por esta magnífica elección.
Comenzaré sin rodeos: Hitman: Agente 47 es un producto deleznable.
Una sucesión de imágenes, en un montaje descerebrante, sin una trama con una mínima coherencia.
La ausencia de interés es desde el principio.
Esta peli es de las que se olvidan inmediatamente por una cuestión de simple salud mental.
Todo es ya visto, sin una mínima originalidad.
No hay más que tortas y tiros.
Resulta sorprendente como el espectador se tiene que desposeer de la más mínima moralidad para soporta un bodrio (que no peli) en el que van muriendo decenas de personas a lo largo del metraje.
Hay una desidia moral en este tipo de filmes de acción que me resulta preocupante.
Oí a alguien al salir de sala: Es entretenida.
Estuve por gritarle al oído, pero me contuve: ¡Esto es un subproducto abominable!
Es curiosa, y formidable, la expectación que despierta un estreno de Amenábar. Contribuye la promoción de Tele 5.
Ya no se puede decir que sea una joven promesa. Ha hecho pelis notables. Pero desde hace unos años parece que esté en declive.
Hace seis años que estrenó Ágora. Fue una de mis primeras críticas. Era una mierda, mi crítica, no la peli. Es curioso que después de más de un lustro no haya mejorado nada.
La peli trata de una muchacha que ha sufrido abusos y violaciones por parte de su familia, que no recuerda nada, por lo que se la somete a terapias psicológicas de regresión. De ahí el nombre.
Hay una investigación sobre la implicación de ritos satánicos.
Ya sabemos que a Alejandrito le gustan los repartos internacionales y los rodajes en lugares lejanos (Canadá, que simula ser la Minnesota de los noventa).
Pero a pesar de ello la peli tiene un terrible tufo a telefilm de sobremesa.
El recurso de las pesadillas confundiendo al espectador resulta patético. A mí me parece penoso, incluso bochornoso.
Las comparaciones siempre son odiosas.
Mi amigo Miguel Ángel cuando le preguntabas que tal estaba siempre respondía: Comparado con quién.
El universo de la peli invita a recordar la primera temporada de True Detective.
Y no hay color.
La turbiedad moral y ambiental de la serie con ese magnetismo enfermizo que desprende, en la peli de Amenábar es zafiedad y falsedad con señores con capucha con la cara pintada, terror de tvmovie para adolescentes acneicos (perdón por meterme con el público, que solo es víctima).
Para colmo de desgracias Ethan Hawke se empeña en recrear un personaje muy intenso, muy atormentado, llegando, en ocasiones a la astracanada.
A Emma Watson le tengo mucho cariño, la vi crecer en Harry Potter, pero no puedo salvarla. Su interpretación es penosa, y nulamente convincente.
Regresión disfrazada de thriller psicológico es solo una peli de terror barata de segunda (o tercera) que si tiene éxito es por la promoción y por el nombre de su director.
Le termino dando la razón a mi amigo Jesús Hernando.
Eran Riklis es un director israelí. Ha vivido en EE.UU. y Canadá. Estudió cine en Londres. Sirvió en las Fuerzas de Defensa de Israel durante la Guerra de Yom Kipur.
Con su peli El Gerente de Recursos Humanos obtuvo la nominación a los Oscar, la primera peli israelí que lo consigue.
Mis hijos se adentra en el conflicto entre los israelitas árabes y judíos.
En Israel hay más de millón y medio de árabes que tienen nacionalidad israelí.
Comienza como una peli costumbrista, llena de humor, que retrata con cierta ternura la situación de los árabes israelitas.
Conforme avanza se convierte en un drama: el amigo con distrofia muscular, la novia que su familia prefiere que tenga cáncer a un novio seguidor del Islam…
La ventaja, entre otras muchas, de ver la peli con amigos es que te hacen la crítica.
Mi admirado amigo Daniel apuntaba, certeramente, que lo importante no son las etnias, ni las religiones, sino las personas.
Eran Riklis sabe trasmitirnos esta reflexión y a pesar de lo duro del tema, consigue suavizarlo con un manto de humor (sobre todo al inicio) y de optimismo.
Destacar que todas las actrices son bellísimas: la madre (Laëtitia Eïdo), la novia (Daniel Kitsis), la madre del amigo (Yaël Abecassis)…
Arranca muy bien esta temporada el Cine Club Alcarreño.
Solo dos palabras para mostrar mi opinión.
Se ha abierto el debate sobre volver al Teatro Moderno o seguir en los Multicines Guadalajara.
El Teatro Moderno solo ofrece el plus de la nostalgia.
En los Multicines se disfruta de una calidad de imagen y sonido insuperables, una visibilidad perfecta desde cualquier parte de la sala y accesos y aparcamiento (gratuito) inmejorables.