Meryl Streep es una actriz que nunca me ha terminado de gustar. Reconozco que es buena, pero sus papeles dramáticos (casi todos) me han parecido sobreactuados.
Me enamoró en ¡Mamma Mia! La película y desde entonces la he apreciado más.
Aquí interpreta a una vieja rockera que abandonó a su familia por la música. Muchos podrían pensar que es una fracasada, tocando los fines de semana en un antro, trabajando de cajera en un supermercado, viviendo en un piso conchambroso.
Su ex, un convincente Kevin Kline, la llama para apoyar a su hija que está sufriendo un divorcio.
Madre e hija en la ficción lo son también en la realidad. Hay muy buena química entre ellas.
El tono dramático se descafeiniza gracias a los toques de humor y a un tratamiento dulzón de la trama.
Muchas canciones, bien colocadas, que en absoluto molestan.
Streep compone un personaje de manera perfecta entre el patetismo y el orgullo. Es una actriz maravillosa.
El final resulta empalagoso, pero los happy end siempre gustan.
Enrique Gato lleva más de 12 años dedicado a la animación.
Lo hace fenomenal, con un estilo personal y con una perfección técnica increíble, que nada tiene que envidiar a Disney, ni Pixar.
Creó un héroe con inspiración internacional, pero con aire español (Tadeo Jones).
Ahora nos ofrece una historia con clara vocación de ganarse el mercado americano.
Nos presenta una historia típicamente americana.
Ya todo el mundo sabe que el hombre nunca ha llegado a la luna y lo que nos mostraron los norteamericanos, para ganar la Carrera Espacial, fue un gran fraude. Con el tiempo nos hemos dado cuenta de lo mal urdido y mal contado que estuvo esa gran mentira.
Para congraciarse con los habitantes USA, Gato revitaliza el tema y pone de malo a un magnate del petróleo que quiere llegar y plantar su bandera (por primera vez) en la Luna.
La peli ensalza los valores familiares y pone en consideración a los viejos astronautas que tienen que educar a los jóvenes para que realicen “de nuevo” la supuesta hazaña.
Los niños protagonistas son buenos personajes, pero no son suficiente para salvar una peli con un guión flojo que resulta moderadamente divertida.
A Enrique Gato le deseo mucha suerte. Espero que consiga conquistar el corazón (y la taquilla) de los americanos.
Se trata de una producción española (Mediapro, Reposado Producciones, TVE), con director español, pero interpretada por actores internacionales y rodada en inglés.
Aunque la trama se desarrolla durante el final de la Guerra de los Balcanes, probablemente en Bosnia, ha sido rodada en Granada, Almería y Cuenca.
No entiendo porqué León de Aranoa ha echado mano de elenco internacional, cuando podía haber usado actores españoles, que los hay buenos y muy buenos.
Mi pregunta es puramente retórica, lo que pretende es darle difusión en otros países. Cuestión perfectamente lícita.
La peli nos relata las peripecias de un grupo de colaborantes de una ONG para conseguir sacar un cadáver de un pozo, después que se les rompa la soga para extraerlo.
Es una historia pequeña con el paisaje al fondo de los desastres de la guerra. Tal vez lo más interesante sea ese escenario de destrucción, caos y horror.
La peli está muy bien rodada con unos planos aéreos muy potentes que sitúan bien al espectador.
Se combina la tragedia con la comedia y ahí es donde radica el mayor defecto de la peli, que no sabe encontrar el tono.
A mí ver bromear a unos extranjeros sobre los desastres que van observando me resulta molesto.
León de Aranoa vuelve a realizar cine de denuncia social, del que estamos escasos y necesitados, pero se va lejos en el espacio y en el tiempo, teniendo aquí y ahora un material excelente.
Siempre es un placer ver en pantalla a dos monstruos como Tim Robbins y Benicio del Toro.
No puedo decir lo mismo de las protagonistas femeninas, Olga Kurylenko y Mélanie Thierry, una especie de floreros que interpretan las escenas más penosas.
La música cobra demasiado protagonismo. Es estridente en muchas ocasiones, pero a mí me ha gustado.
Mi problema es que conecto más con los problemas de los bosnios, que son solo el paisaje de la peli que con los protagonistas cooperantes que al fin y al cabo volverán a sus casas a disfrutar de su cómoda vida.
Como en todas las pelis de este director sus rodajes resultaban truculentos y están repletos de anécdotas:
Varias escenas importantes quedaron sin rodar, como la masacre inicial de la peli que se presenta como una elipsis.
Charlton Heston ofreció donar a su sueldo si los productores accedían a filmarla, pero el presupuesto ya se había sobrepasado y decidieron no ceder.
Charlton Heston se llevaba muy mal con Richard Harris, lo que no impedía que se quedaran bebiendo hasta las tantas y el primero llegara tarde en varias ocasiones al rodaje.
Sam Peckinpah se mostró muy desagradable durante el rodaje.
Charlton Heston, en una ocasión, llegó a amenazarle con un sable.
El actor declaró que fue la única vez que un director le hizo perder los nervios.
El papel de James Coburn estaba pensado en un principio para Lee Marvin, preferido por Peckinpah, pero pidió mucho dinero.
Después del estreno y el éxito de Grupo salvaje, la productora ofreció a Peckinpah rodar las escenas que faltaban para montar la peli de nuevo, el director lo rehusó tajantemente.
La idea original era rodar una peli sobre el General Custer que fue derrotado y muerto por los indios en la batalla de Little Big Horn, pero las aventuras del Mayor Dundee eran parecidas y más desconocidas, por eso prefirió rodar esta peli.
El presupuesto inicial era de 4.500.000 dólares y programada para 75 días de rodaje.
Pero los días previos hubo cambios en la dirección de la Columbia y se redujo el presupuesto a 1,5 millones de dólares y solo 15 días de rodaje.
Todos podemos imaginar la reacción del irascible Peckinpah.
El guión se escribió pensando en John Ford, pero estaba dirigiendo El Gran Combate y no estaba interesado.
Charlton Heston apoyó al director e impidió que fuera despedido por la Columbia.
Mayor Dundee es un western fronterizo donde hay soldados yanquis, confederados, indios y tropas francesas.
El mayor problema del resultado final es que los productores cambiaron el montaje e impidieron que Peckinpah terminara su película.
En consecuencia el producto final es bastante digno, pero tal vez en manos de Sam hubiera sido una obra maestra. Eso nunca lo sabremos.
Hay un aroma a clásico en la película, pero también hay elementos innovadores en la estructura del western.
Eran tiempos de cambio en la sociedad norteamericana y también en el cine del oeste.
A mí me ha gustado especialmente lo bien rodadas que están las escenas de acción y algún homenaje al cine del gran Ford.
Acudo al cine una tarde de miércoles, día del espectador.
Como suponía, unas docenas de adolescentes alegres y bulliciosas. Solo alguna acompañada de su madre.
Se trata de la adaptación a la pantalla de un éxito literario teen.
Es una historia de amores de instituto.
Hay una chica malota que hace unas fechorías horrorosas de la muerte. Envuelve en plástico el coche de una amiga que le ha traicionado. Hace una foto de un ex desnudo (la tiene pequeña).
En estos actos transgresores enreda a su vecino, un pringadillo enamorado de ella desde la infancia.
La chica desaparece y el muchacho se lía a buscar pistas de donde ha ido. Después la fiesta de graduación…
La protagonista Cara Delevingne tiene algo que me irrita. Va de guay. “Soy lo más tope”. La modelo, que siempre quiso ser actriz, me ha caído gorda. No le veo nada especial.
La química con Nat Wolff es nula, pero curiosamente la peli funciona mejor cuando la supermodelo desaparece y se nos cuenta la relación de amistad de los tres muchachos de Orlando.
Ese viaje a la búsqueda del falso anhelo resulta divertido. Lo mejor de la peli.
Halston Sage y Jaz Sinclair, las dos chicas que les acompañan son encantadoras y resultan mucho más atractivas que la Delevingne.
Una peli intrascendente, que no aporta nada nuevo.
Divierte en alguna ocasión, pero aburre la mayor parte del metraje.