Tercera entrega, después de Misericordia y Profanación, de esta magnífica saga de Los casos del Departamento Q.
Carl Mørck, más hecho polvo que nunca, y el vitalista Assad se lían a investigar un mensaje de auxilio en una botella.
Hans Petter Moland sucede en la dirección a Mikkel Nørgaard y no logro encontrar diferencias. Mantiene el mismo tono.
La peli está repleta de imágenes impactantes, de esas que se fijan en la retina del cinéfilo y se convierten en referencias.
La trama es sucia, endiablada, y lo digo en todos los sentidos.
Pero lo más interesante es el enfrentamiento entre los dos protagonistas.
Estos dos detectives, marginados y machacados por la vida mantienen posturas vitales contrarias.
Carl Mørck es descreído, ateo, negativo, sin fe, ni futuro.
Assad es creyente, le mueve la esperanza y está convencido que nada ocurre por que sí. Piensa que esta misión no es por casualidad sino por la Providencia Divina.
Mørck encuentra su Redención, porque lo necesita, porque precisa agarrarse a algo para poder seguir adelante.
Tal vez no haya sido Dios, sino el Destino, pero eso le va a servir para seguir con su existencia.
Nikolaj Lie Kaas, interpretando a la perfección al detective más atormentado de la historia, pone una cara entre asco y sufrimiento realmente antológica.
Una peli imprescindible para los amantes del género “noir sucio”.
La pena que al ser danesa va a tener poco público.
No puedo evitar recordar la versión en dibujos animados de 1967, llena de alegría y vitalidad.
Este remake es técnicamente perfecto, rodado, como dice en los créditos al final, íntegramente en los Ángeles, como si eso fuera un mérito.
La selva y los animales recreados por ordenador son igual de reales que los que aparecen en un documental del National Geographic.
El director de Iron Man 2 le da un tono serio, incluso solemne e inserta las canciones del clásico del 67. Es un contraste chirriante que no entra ni con calzador.
La peli se desarrolla aburrida, solo al final adquiere algo de energía, de fuerza.
Pero lo peor es la escasa credibilidad que da ese pequeño actor a su personaje. Da la impresión que le decían: pon cara de susto, pon cara de miedo, pon cara de alegría y el niño respondía con una mueca.
Porque Neel Sethi no sabe dar vida a Mowgli, pero la culpa no es suya sino del director de casting. El pobre solo tiene 13 años.
La perfección técnica no va unida a la emoción.
Esta peli no resiste comparaciones.
Me dan ganas de ver la de dibujos y olvidarme de ésta.
Viendo los dos carteles se confirma todo lo que he dicho.
Una producción canadiense que usando las reglas del cine de Hollywood pretende rendir homenaje a Jesse Owens.
Se esfuerza en crear momentos épicos y emotivos con carreritas y conflictos entre entrenador y atleta. Lo consigue medianamente.
Por otro lado nos relata la discriminación que sufrieron judíos y negros en los Juegos olímpicos de Berlín.
Pero Owens también sufrió segregación en su país.
Se establece un cierto paralelismo entre los USA y la Alemania de la época.
Owens se sorprende cuando en la Villa Olímpica encuentra que no hay dormitorios para blancos y negros, sino que son comunes.
Cuando vuelve a Estados Unidos y va a ser homenajeado es obligado a entrar por la puerta de servicio.
Pero a mí lo que me gusta, lo que me atrae es ver estos Juegos desde el punto de vista de Joseph Goebbels.
El pobre se esfuerza en montar las mejores olimpiadas de la historia.
El estadio es la caña, enorme, estupendo. Los atletas bien entrenados.
Todo un homenaje al triunfo de la raza aria y al Tercer Reich y va llega un negro de Oakville, Alabama, Estados Unidos y le jode las Olimpiadas ganando las cuatro medallas más importantes de atletismo.
¡Qué putada! ¡Pobre Goebbels! ¡Qué decepción!
Pues sabes que te digo: ¡Qué se joda!.
En la peli aparece la directora Leni Riefenstahl que rodó el primer documental sobre los Juegos Olímpicos, Olympia, utilizando técnicas innovadoras. Es considerada una de las grandes cineastas de la historia.
Este aspecto de la peli es de lo más interesante. Se observa su afán de dar un carácter épico a este enfrentamiento deportivo.
Es interpretada por la atractiva Carice van Houten, de lo mejor de la peli.
Pero lo realmente sensacional de esta proyección es que me acompañó mi adorada Elena. Echó una cabezadilla, pero la peli le gustó.
Siento una especial emoción y alegría al ver esta peli en común con mis amigos del Taller de Cine de Azuqueca de Henares.
Además habían acudido un grupo de jóvenes cineastas que rodaron un plano.
Creo que no la había visto desde los años ochenta cuando se proyectó en televisión, pero la recordaba perfectamente.
Hay pelis que olvidas en unos días, a veces en minutos, y otras que recuerdas para siempre.
Cuando la vi por primera vez terminé confundido.
Ahora, cuando estoy viviendo la etapa final de mi vida y tengo más experiencia (aunque no más sabiduría), la he disfrutado plenamente.
Está claro que Buñuel utiliza el cine con una libertad absoluta y critica sin piedad a una clase social que se ve claro que desprecia.
La peli está impregnada de un fino humor, incluso en los momentos más dramáticos.
Y sobre todo hay muy mala leche, de esa que solo sabe exhalar un genio como el Maestro de Calanda.
Mi veneración absoluta hacia esta peli y su autor.
Curiosidades:
Luis Buñuel declaró públicamente que considera la película un fracaso y que si se hubiera realizado más tarde en París, se habría vuelto más extremo, insertando escenas de canibalismo.
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Fue prohibida en Rusia porque la idea de que la gente no pueda “dejar un partido” fue considerada ofensiva y en contra del gobierno.
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La escena en la que aparecen un oso y tres ovejas durante la cena se basa en un incidente real en una cena, a la que Luis Buñuel asistió en Nueva York.
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En su autobiografía Luis Buñuel afirma que fue invitado por la Warner Brothers para trabajar en una historia que con el tiempo se filmó por Robert Florey con el título de The Beast with Five Fingers (La bestia con cinco dedos) en 1946.
“El ángel exterminador” contiene muchos de los elementos de esta película anterior incluyendo la gran mansión, el recital de piano, y apuñalamiento de una mano sin cuerpo.
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De todas las películas de Luis Buñuel del periodo mexicano, ésta es la única de la que tuvo completo control creativo.
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El título de la película está inspirado en una idea de José Bergamín.
Al principio se iba a titular Los náufragos de la calle Providencia, pero Bergamín le comentó que quería titular una obra teatral El ángel exterminador, y Buñuel, entusiasmado, le pidió prestado el título, a lo que Bergamín respondió que no era suyo, sino de una obra muy antigua, el Apocalipsis de la Biblia
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El guión de la película fue originalmente titulado “The Castaways of Providence Street” (Los Náufragos de la Calle Providencia).
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El director de fotografía de la película, Gabriel Figueroa, se acercó frenéticamente a Buñuel, una vez que había visto el corte final de la película con la preocupación de que se daban varios casos de repetición.
Pensó que se trataba de un error de montaje.
Buñuel le aseguró que la repetición era una opción creativa y le recordó que editaba sus propias películas.
Figueroa se mantuvo escéptico pensando que la repetición era inútil y un error de edición, incluso después de su explicación.
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A pesar de que nunca se ven abiertos en la película, Luis Buñuel insistió que los armarios debían estar llenos de ropa durante el rodaje.
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Tras el éxito en Cannes de Viridiana, a Buñuel se le permitió volver a rodar una película con entera libertad, aunque no con todos los medios económicos que hubiera deseado.
Y todo ello porque El ángel exterminador es un retrato de la alta burguesía.
Buñuel se quejó en sus memorias de lo parco que hubo de ser en cuanto a diseño de producción en esta película en particular:
A veces he lamentado haber rodado en México El ángel exterminador.
Lo imaginaba más bien en París o en Londres, con actores europeos y un cierto lujo en el vestuario y los accesorios.
En México, pese a mis esfuerzos por elegir actores cuyo físico no evocara necesariamente a México, padecí una cierta pobreza en la mediocre calidad de las servilletas, por ejemplo: no pude mostrar más que una. Y esa era de la maquilladora, que me la prestó.
Buñuel, Luis (1982). Mi último suspiro. Barcelona: Plaza y Janés. p. 288.
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Muchas de las escenas fueron improvisadas en gran medida, sobre todo la escena en la que se vendaron los ojos antes de que una oveja es sacrificada.
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Sobre el título de la película, Buñuel le dijo a su amigo Bergamín:
– “Si viera El ángel exterminador sobre una marquesina, me gustaría entrar al cine en el acto”.
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El título también era una referencia a una secta española, Los apostólicos de 1828 y a un grupo de mormones.
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En la escena de la iglesia, la primera que se rodó, Rita Macedo aparece como “Lucía de Nobile“.
No fue capaz de completar la película debido a su embarazo.
Fue sustituida por Lucy Gallardo.
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Se incluyen entre los “1001 películas que hay que ver antes de morir“, editado por Steven Schneider .
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Cuarenta y ocho años más tarde, dos de las estrellas, Silvia Pinal y Jacqueline Andere, están apareciendo en una telenovela mexicana, Soy tu dueña (2010).
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Esta película recibió el Premio Fipresci de la crítica internacional y premio de la Sociedad de Escritores del Cine en Cannes de 1962.
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Esta película ocupa el lugar decimosexto en la lista de las 100 mejores películas del cine mexicano, según la opinión de veinticinco críticos y especialistas de cine en México, publicada por la revista Somos en julio de 1994.
Además es listada entre las mil mejores películas de todos los tiempos por el New York Times.
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En la película Midnight in Paris (2011) de Woody Allen, el personaje Gil Pender (Owen Wilson) viaja en el tiempo a la década de los 20 y conoce, entre otros, a Luis Buñuel (Adrien de Van).
En ese encuentro, Gil le propone a Buñuel la idea de El ángel exterminador y el propio Buñuel se muestra sorprendido ante la premisa sin terminar de entenderla.