Aquí Anakin se ha hecho mayor y Binks ocupa un papel más secundario y ahora es senador.
En este Ataque de los clones hay aventura, batallas, amoríos e intrigas.
Padmé se transforma en heroína de acción y Natalie Portman lo hace bien (es una buena actriz). Le tengo un especial cariño porque la he visto crecer desde León (el profesional) hasta su Oscar por el Cisne negro. Comprendo que Anakin se enamore de ella.
Lucas cumplió bien con esta peli y no defraudó a los seguidores de la saga.
Hay momentos magníficos como la llegada de Joda al frente del ejército clon o Padmé arribando con un grupo de clones a auxiliar a Anakin.
Cada vez que la veo me gusta más. Ya llevaré vista media docena de veces.
La selección de esta película para ser nominada a los Oscars y su re-estreno me han animado a verla.
Mi amigo Koldo me habló bien de ella y ha obtenido numerosos premios en festivales.
Grupo 7 es un thriller policial en toda la reglas y cumple las normas del género pero su ambientación en la Sevilla pre-Exposición Universal la hacen especial.
Está rodada con eficacia. Las escenas de acción y las persecuciones son impecables. Los policías son seres humanos con sentimientos, con ira, trasgreden continuamente la ley pero son simpáticos y les gusta salir en televisión. Son personas, tal vez malas personas.
Todo en Grupo 7 respira realidad y nos muestra el paisaje y el paisanaje cutre de la Sevilla menos glamurosa.
La fotografía y el estilo me recordó a la magnífica Un Profeta, película francesa que ya comentamos en su momento.
Hace cuatro películas que Allen abandonó Nueva York y ahora se dedica a hacer turismo por Europa.
A mí no me molesta que nos presente una Roma de postal, ni que la llene de tópicos. A mí lo que me molesta es que los mismos chistes malos de toda la vida y otros nuevos igual de malos o peores, me hagan gracia.
Las cuatro historias que entremezcla (que no cruza) son interesantes y como siempre tienen su moralina.
En una reflexiona sobre la fama (efímera e inútil) de la televisión de Berlusconi.
En otra sobre el enamoramiento y sobre la conciencia de lo que sabe mal hecho. Magnífico el papel de Pepito Grillo de Alec Baldwin que Woody resuelve con una naturalidad pasmosa. Tal vez lo que más me gustó.
La tercera historia, que protagoniza el propio director nos dice que el éxito lo justifica todo, incluso el ridículo. Está llena de tópicos pero resulta divertida.
Por último el cuarto relato nos habla de la infidelidad y está contada como un sainete. Tiene un papel la madrileña Penélope Cruz que embutida en un pequeño vestido rojo está desbordante. Me quedé boquiabierto, impresionado. Me he vuelto un rendido admirador de su belleza. A partir de ahora soy incondicional.
El conjunto resulta agradable. Pero me dio la sensación que es más de lo mismo. Allen ya no se esfuerza. Todo está bien contado con ese tono general de comedia ligera pero relatado como con desgana. Es como si tuviera que cumplir con el trámite anual de un estreno y piensa cumplo y ya está. Sin pasión, sin originalidad. Cuento los mismos chistes, las mismas historias y solucionado.
Es lo contrario que el gran Almodóvar que llena de pasión cada nueva película. Que podrá ser peor o mejor pero se desborda en ellas.
Acudo al cine el sábado por la tarde deseoso de ver películas. Llevo bastantes días sin ver nada. Me preparo una sesión doble primero ésta y después la de Allen.
Visiono la peli en la más absoluta soledad. ¿Soy el único raro que ha decido ver esta peli? ¿Es la subida del IVA que ha disuadido a los espectadores?
El amigo de mi hermana es una película de bajísimo presupuesto con solo tres actores. Podría pasar por europea pero es una producción norteamericana independiente.
Lynn Shelton es la guionista y directora que nos presenta a tres más que treintañeros que van despistados por la vida, que son inseguros e inmaduros pero que caen simpáticos.
La trama es sencilla. Los diálogos están llenos de titubeos y reiteraciones. La cámara se coloca en primer plano de los actores con nula originalidad. Nada me estimulaba a seguir despierto, pero gracias a la cafeína y a una fuerza de voluntad titánica me mantuve con los ojos abiertos (casi todo el tiempo).
Al final me espabilé y lo que vi me pareció algo mejor.
Salí del cine con la satisfacción del deber cumplido. Alguien tenía que ver esta peli y yo había sido el voluntario.