El Cine Club Alcarreño pone un broche de oro a esta temporada.
Macbeth es un versión de la obra de William Shakespeare.
Siempre resulta difícil adaptar el teatro al cine.
Por otra parte desechar texto de esta obra para hacerlo más digerible en la gran pantalla es una labor muy penosa.
El director australiano, Justin Kurzel, compone una peli terriblemente fascinante.
Su desarrollo visual, su estética, su plasticidad son apabullantes.
Su fuerza visual es desgarradora.
Esa batalla rodada en medio de la niebla, donde la fotografía se para o se vuelve rápida para hacernos comprender el caos, la sangre y la muerte de una guerra.
Se retrata la ambición por el poder.
Un poder que se adquiere por la traición y el asesinato, cuyo elemento de inducción es la mujer, siempre el origen del pecado y de la destrucción.
Pero Macbeth necesita mantenerse y entra en una espiral de muertes sin sentido.
Es el retrato de la locura del poder que hace débil y temeroso al que lo sustenta por la fuerza y el deshonor.
Tal vez la peli se ve lastrada por el excesivo diálogo. ¿Pero quién se resiste a los textos de Shakespeare?
Michael Fassbender está impresionante, con una interpretación tan potente, tan colosal que resulta agotadora.
Estamos ante una gran peli.
Tal vez, como decía mi amigo Daniel, precise de una larga digestión.
Mis retinas no podrán olvidar el rojo del paisaje de fuego donde perece el ambicioso Macbeth.
Se nos plantea la cuestión fundamental: cómo la Alemania derrotada afrontó su reciente pasado.
El Fiscal General Fritz Bauer estaba obsesionado por hacer justicia con los asesinos del Tercer Reich.
Pero el poder judicial estaba infiltrado de exnazis que intentaban que su labor no fructificara.
Igual pasaba con otros poderes del estado, como la policía o los servicios de información.
El retrato del personaje es magnífico. Ese hombre despeinado, fumador compulsivo, al que le molesta el aire fresco, homosexual reprimido, huraño, malhumorado y obsesionado con la idea de justicia.
Por otro lado el director nos presenta la sociedad represiva e intolerante de los años cincuenta en la República Federal, con ese joven fiscal arrastrado irremediablemente hacia una trampa por sus apetitos sexuales insatisfechos.
La trama discurre cadenciosamente con la parsimonia de las grandes películas, evitando el efectismo y rindiéndose a la realidad y al retrato fidedigno de una época.
He disfrutado y he sufrido mucho en esta sexta temporada.
En la mayoría de los episodios la tensión ha llegado al máximo.
Ya he cogido cariño a la mayoría de los personajes y no quiero que fallezca ninguno.
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Los caminantes me siguen dando un miedo terrible.
Por las noches me veo obligado a levantarme a orinar.
Mi próstata tiene el tamaño de un balón de baloncesto.
No puedo evitar pensar que en los escasos cinco metros que separan mi cama del baño voy a ser atacado por un muerto viviente.
Meto debajo de la cama un bate de béisbol y lo cojo cuando la necesidad miccional me obliga.
Pero en la serie lo que más problemas causa a esta familia de supervivientes, no son los mordedores, son los humanos.
El Apocalipsis Zombi ha hecho de la Tierra un territorio sin orden, sin reglas, donde todo vale para sobrevivir.
Nuestros amigos han aprendido que es mejor matar que morir y ante la duda…
Esto quedaba claro hasta que aparece el reconvertido Morgan Jones, interpretado por Lennie James, siembra en Rick, pero sobre todo, en Carol la semilla de la duda.
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Su tesis es que todos los hombres, por malvados que sean, son recuperables, se pueden redimir.
A Carol en los momentos más difíciles le entran los remordimientos por matar para sobrevivir y eso les hace más débiles.
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Sigo siendo fan absoluto de Daryl y de Glenn. Cuanto he sufrido por ellos dos, sobre todo por el segundo. La serie (no quiero hacer spoilers) nos plantea una cuestión que ha sido muy dura.
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En Alejandría donde disponen de un ambiente más confortable, con ducha, cama, agua caliente, electricidad… surgen amoríos con cierta facilidad.
El muchachote que se lía con Michonne es un hombre con suerte.
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Mi chica favorita es Rosita Espinosa, igualica que Lara Croft (versión videojuego, no Angelina).
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Por último mencionar a la luchadora Maggie Greene que en esta temporada lo pasa especialmente mal.
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A pesar del cariño que tengo a la mayoría de los personajes no creo que vea ninguna temporada más.
Lo he pasado tan mal, especialmente los dos últimos capítulos que no quiero volver a padecer este calvario.
Mi consejo: no veáis los dos últimos episodios. Esperad a la séptima temporada y los veis justo antes.