Existe el peligro que este actor se convierta en un género en sí mismo.
El tema de las bodas da mucho juego.
Me declaro totalmente contrario al matrimonio, lo dice un hombre que lleva 34 años felizmente casado. Como todo el mundo sabe es la primera causa de divorcio y en muchos casos es la peor manera de estropear una buena relación de pareja.
Cuando una parejita me dicen que se van a casar, siempre les preguntó que cuanto tiempo hace que viven juntos y les digo que porqué destrozar una relación que va bien.
Además está el asunto de darle una importancia a la boda que en mi opinión no se merece. Te gastas un pastizal y dedicas un montón de energía en organizar un evento que alguien va a reventar tarde o temprano, con la probabilidad que sean, incluso, los novios.
En Ahora o nunca, Dani Rovira y María Valverde tienen la firme convicción de casarse, pero mil inconvenientes juegan contra ellos.
Está bien que se saque a relucir el tema de los controladores aéreos que después de la que montaron se han ido de rositas. Esos días en los que estuvo cerrado el espacio aéreo destrozaron, seguro, alguna boda y más.
La peli funciona muy bien y usa los tópicos de estos líos.
La suegra insoportable.
Las amigas, cada una en su estilo. Despedida de soltera incluida.
Los suegros que no tienen ni idea de otro idioma que no sea el castellano e intentan con desparpajo apabullante entenderse en cualquier lengua.
La familia, con unas tías medio brujas…
Los dos protagonistas funcionan, pero están muy bien arropados por secundarios de lujo, de esos que siempre hemos disfrutado en el cine español.
Destaco a Yolanda Ramos con una vis cómica innegable. Deseas que aparezca más para partirte el pecho de risa. Vergonzoso que no le dieran el Goya por Carmina y amén de Paco León.
Estupenda también Melody, que como todo el mundo sabe, es de pata negra, de pata negra.
A Clara Lago y a Alicia Rubio las he encontrado especialmente atractivas.
Borja Cobeaga, uno de los guionistas, es el artífice del programa de ETBVaya semanita. El humor y la sátira con la que han desmenuzado la sociedad vasca en los últimos años ha servido, en gran manera, para desdramatizar y normalizar la realidad en Euskadi.
El guión de esta Ocho apellidos vascos es más que endeble, hay un uso tramposo de la elipsis, los personajes son esquemáticos, simplistas, se usa y abusa de todos los tópicos sobre los vascos y en parte también sobre los andaluces.
Dentro del decálogo del buen crítico de cine hay dos principios básicos: sé siempre sincero y si te has reído no digas que es una eme.
Sin desdecirme de todo lo dicho. Me lo pasé fenomenal viendo esta agradable comedia. Con muchos momentos hilarantes. Con diálogos vivos y ocurrentes.
Salí muy contento del cine y no fui el único. En una primera sesión de las cuatro la sala estaba casi llena y todos nos desternillamos de risa.
Si te gustan los chistes de vascos no dejes de verla.
Los tópicos pueden ser graciosos pero no se suelen cumplir. Mi amigo Paco es antequerano y el más trabajador del mundo. Mi amiga Lourdes es de Leioa y es muy guapa y muy simpática.
Por sistema acudo a ver pelis españolas. Pero tal vez la comedia es el género que más temores me despierta.
Esa tarde de domingo decidí hacer sesión doble. Primero ésta y después Malavita.
Desde el primer momento se apuesta por la comedia trasgresora y disparatada. Y desde el inicio me cautivó.
Me dejé llevar por ese continuo de equívocos y malentendidos que retuercen la trama sin que pierda coherencia. Cuestión realmente meritoria.
Hay violencia, bastante bestia y despiadada, pero no resulta exagerada ni me consiguió molestar, lo cual demuestra el grado de complicidad que llegué a tener con la peli.
Tal vez en algún momento decae pero vuelve a resurgir con momentos desternillantes que me hicieron llorar.
Destaco a Joaquín Núñez que ya me llamó la atención en Grupo 7 y que en ésta, haciendo de abogado corrupto, está magnífico.
Amodeo no deja escapar la oportunidad de reírse (y hacer crítica) de esa sociedad impostada y falsa, o de los empresarios fracasados que buscan una solución absurda a un problema que ellos mismos se han creado.
No hay que fiarse del trailer, es mucho peor que la peli.
No es alta comedia, no hay sutileza, ni elegancia. Es humor salvaje pero con mucha diversión.
El trailer echaba para tras a cualquiera y desde luego a mí. Pero alguien (traicioneramente) me dijo que no estaba mal (no lo olvidaré).
El director y también guionista (como en todas sus películas) nos presenta una situación absurda con tres personajes penosos.
El personaje de Adrián Lastra es especialmente insoportable. Dan ganas de coger una recortada y terminar con su sufrimiento y el mío. Tal vez me haya pasado. Por ser más diplomático: lo suprimiría del guión.
No hay nada más penoso que pretender ser gracioso y no conseguirlo. Yo de esto sé mucho por experiencia personal.
A los personajes de esta falsa comedia les pasa eso exactamente.
Los únicos que se libran del ridículo son Raúl Arévalo y Antonio de la Torre. Los dos eficaces, intentan mantener el tipo, a duras penas, en situaciones inverosímiles que provocan vergüenza ajena.
La chicas (Clara Lago y Inma Cuesta), en cambio, están estupendas y dentro de lo que permite el guión lo hacen lo mejor que pueden.
Las escenas absurdas se suceden sin orden ni concierto. Sin ritmo, con tedio. Todo muy penoso.
Hasta el número musical es horroroso.
Pero al final me compadecí de los personajes y me cayeron, sino bien, algo menos mal.
Todo me recordaba las comedias más casposas y deprimentes de otras épocas.