La historia ya la conozco, pero eso no me impide disfrutarla y seguir considerando que estamos ante un PELICULÓN.
Mi intención era, sobre todo, analizar el 3D.
El efecto en tres dimensiones se percibe al principio, después de unos cuantos minutos mi cerebro se acostumbra y el efecto tridimensional me pasa desapercibido.
No me asombra. No me aporta nada más.
En algún momento alguna imagen me resulta ridícula.
Compruebo levantándome las gafas que se ve mucho más oscuro.
Hubiera preferido verla sin este artefacto que solo es un obstáculo para el disfrute total de la peli.
A pesar del 3D, insisto: Jeffrey Jacob Abrams, la Fuerza está contigo.
Había en la sala un numeroso grupo de adolescentes, esa edad en la que se parece un poco falto.
Estos muchachos no pararon de meter ruido y comer palomitas.
De vez en cuando alguno salía de la sala, pero justo en las escenas de acción.
Llevo como quince días entregado a leer y ver todo lo relacionado con esta séptima entrega de la saga.
Acudo a la proyección el día del estreno especialmente emocionado por la compañía de mis hijos y algunos amigos con los que me encuentro por casualidad.
Al mismo tiempo me recorre un escalofrío de temor ante la posibilidad que la peli de J. J. Abrams me defraude.
Afortudamente, eso no ocurre.
Desde los primeros fotogramas comienzo a emocionarme, lo que estoy viendo es muy grande.
Cuando sale Harrison Ford interpretando a Han Solo (el mejor personaje de la saga) no puedo evitar sacar el pañuelo para secarme las lágrimas.
Abrams vuelve a utilizar su método preferido para enganchar al espectador: la caja negra.
Nos presenta a los personajes cargados de historia y de vida, pero no nos deja ver como va evolucionar la historia.
Vamos avanzando y poco a poco nos ofrece la trayectoria de la trama que no podemos suponer para al final rendir un gran homenaje a la peli de 1977 (La guerra de las galaxias. Episodio IV: Una nueva esperanza) convirtiéndola en una especie de remake actualizado, pero sin defraudar el verdadero espíritu de la saga.
Se nota la intervención en el guión de Lawrence Kasdan.
Es curioso como los más fervientes seguidores de la sextalogía, los más puristas, son los que siempre ofrecen más dudas sobre la verosimilitud de la trama, poniendo en duda las claves internas que dan vida propia a Star Wars.
Abrams sabe combinar, con maestría, los nuevos componentes con los elementos tradicionales, a los que no quiere renunciar, y los trata con el respeto que se merecen.
La segunda trilogía, que cronológicamente es la primera, contaba con un personaje femenino potente, que no era una princesa en apuros que era rescatada por unos caballeros andantes. Era una mujer de armas tomar.
En esta séptima entrega Rey ocupa el puesto protagonista con toda firmeza, siendo la que salva en varias ocasiones al flojucho Finn.
Harrison Ford llevaba varios años dedicado a hacer pelis de segunda fila con un muy escaso entusiasmo. Se le veía abatido, sin ganas. Pero en El despertar de la Fuerza se entrega, se le ve animado y con ganas, parece que este personaje, paradógicamente, le haya dado una nueva vitalidad.
Se podrá decir que no hay elementos nuevos, radicalmente novedosos, en la historia, pero la Guerra de las Galaxias no necesitaba un gran cambio, solo se pedía un lavado de cara que continuara con unas películas que emocionan y entretienen, con unos personajes con los que te puedes identificar, a los que puedes querer.
La peli incluye una sorpresa, que no voy a desvelar, que encaja muy bien en la idea de las series de éxito actuales. Ésa que parte del principio que nadie es imprescindible y que una serie o una saga puede continuar aunque desaparezca alguno de los personajes que se consideraban insustituibles. Como paradigma de lo que digo está Juego de tronos.
A mí Star Wars: El despertar de la Fuerza me ha dado todo lo que esperaba y más: muy buenos nuevos personajes, el homenaje a los ya veteranos y una historia que no está cerrada y que promete avanzar.
Que lo sepas Jeffrey Jacob Abrams, la Fuerza está contigo.
Con la base de una historia de ciencia ficción, se nos cuenta un drama romántico.
Es curioso como se ha insertado en el cine actual elementos de películas de superhéroes.
Aquí la protagonista debido a la combinación de hipotermia y relámpago se vuelve inmune al envejecimiento.
Tiene que huir del F.B.I. que la persigue para meterle tubos por todos los orificios naturales para investigarla.
La pobrecilla se queda joven y bella para siempre y su hija se hace abuelica.
Hay una voz en off que te va cotando lo que ya vas viendo, como si fueras retrasadico, absolutamente insufrible.
La peli discurre cadenciosa en ocasiones, y, a veces, tediosa.
Resulta ser un pastelón, totalmente previsible.
Reconozco la belleza de Blake Lively, que chupa cámara hasta el hastío.
La peli se ve apoyada por la presencia de dos galanes. Uno crepuscular, Harrison Ford, que aquí pone más interés que en sus últimas pelis. Otro en el candelero por Juego de Tronos, Michiel Huisman, que se la lleva al huerto.
Elena está haciendo un curso de guión. Uno de sus trabajos es comparar dos versiones de esta peli una con voz en off y otra sin ella.
Los productores de la peli consideraron que era demasiado hermética y de difícil comprensión para los espectadores por lo que decidieron ponerle voz en off y agregar un final feliz.
De esta primera edición tuvo a su vez dos posibilidades. Una para los USA y otra para Europa. En la versión americana se eliminaban escenas violentas.
Años después Ridley Scott volvió a realizar un montaje más de acuerdo con su idea original de la peli, sin voz en off y con un final abierto. Se eliminó el paseito en coche por hermosos parajes.
Se estuvo hablando durante varios años, ya en el siglo XXI de una edición especial que al final se sacó al mercado para conmemorar el vigésimo quinto aniversario.
En total siete versiones diferentes.
Vemos la versión inicial para el mercado europeo de 1982 con voz en off y la versión de coleccionista puesta en venta en España en febrero de 2008, sin voz en off.
Repudio profundamente este recurso y queda claro, en consecuencia, la versión que prefiero.
Blade Runner tuvo poco éxito comercial en su estreno, pero se convirtió en un film de culto en muy poco tiempo.
El mundo distópico que se nos presenta es de lo más atractivo y turbador.
Llama la atención lo imprevisible que es el futuro. En 1982 nadie fue capaz de prever la implantación de los móviles.
Se plantea un tema muy interesante. ¿Qué es lo que da la cualidad de persona a un individuo?
Un producto de desarrollo genético con apariencia humana, con deseos humanos, con recuerdos, con sentimientos. ¿Es una persona? o ¿solo una máquina?
No queda claro si Rick Deckard es un Nexus modificado o un humano normal y corriente. En cualquier caso le da igual lo que sea Rachael.
“He visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir…”.
Había leído malas críticas de esta peli, pero como soy una persona intrépida decido comprobarlo por mí mismo. Siempre queda la esperanza que a mí me guste.
La idea de un thriller de intriga empresarial no es mala.
Empecemos por el guión, por llamarlo de alguna manera. La sucesión de tópicos inconexos frustra cualquier posibilidad de originalidad. Personajes esquemáticos que dan entre pena y risa. En cualquier caso producen vergüenza ajena.
Hay amoríos de baratillo. Persecuciones clónicas con paso por cocina de restaurante incluida. Enfrentamientos verbales con diálogos cómicos sin pretenderlo.
Sigo con los actores.
Hay un muchacho llamado Liam Hemsworth, hermano de Thor y cuñado de Elsa Pataky, que luce reiteradamente su torso desnudo en un claro reclamo homo/hetero. Sus cualidades interpretativas no son nulas, son negativas, rozan el esperpento.
Gary Oldman, al hacer de malo está mejor pero no consigue sostener un personaje ridículo. Sus tour de force con Harrison Ford resultan penosos.
La dirección de Robert Luketic, siendo generoso, es torpe, anodina, sin el menos vestigio de originalidad.
Querría destacar algún aspecto positivo pero no soy capaz.