Veo esta peli antes que se estrene la segunda parte.
Mi amiga Fátima me habló bien de ella.
Me gusta el inicio. A mí los mundos distópicos me parecen muy atractivos.
Ha habido Guerra Mundial y los supervivientes viven la amurallada ciudad de Chicago.
La sociedad se ha organizado en cinco categorías (Verdad, Abnegación, Osadía, Cordialidad y Erudición).
Los chicos deben elegir donde meterse, pero hay una muchacha que es divergente…
Después del planteamiento inicial viene una especie de instrucción militar estilo marines, que resulta de lo más manida. Con poco interés y ya muy vista.
No hay nada original, salvando el inicio, todo el resto es más de lo mismo.
Esta peli de Michel Gondry es la antítesis de la comedia romántica.
Lo habitual en este género es el relato del inicio de una relación que promete ser feliz. Aquí se nos plantea el final cuando el amor ha desaparecido y solo queda el hastío.
Se plantea la pregunta: ¿si te borraran de la memoria todos los recuerdos de una relación, valdría la pena volver a vivirla sabedores que su final no va a ser muy prometedor?
El planteamiento es original y la mezcla de géneros, tal vez, funcione.
La combinación continua de recuerdos y tiempo actual, puede despistar, aunque yo conseguí seguir el hilo.
El pelo de Clementine Kruczynski ayuda a situarte temporalmente. Va cambiando de azul, naranja, rojo, verde y marrón.
He tenido un problema grave viendo esta peli. Mejor dicho dos.
Kate Winslet me resulta absolutamente insoportable. Cuando se hace la guay, cometería algún acto delictivo. Cuando se pone dramática me altera la función intestinal.
Esta chica me parece repulsiva. Hay en ella un cierto aire de superioridad que me hace tener náuseas.
Como todo el mundo sabe el Titanic no se hundió por un iceberg. La culpa la tuvo Kate Winslet. Su interpretación es la parte fundamental del Manual de cómo destrozar una peli.
Mi segundo problema es Jim Carrey. Este ¿actor? tiene algo en su expresión que me resulta estomagante.
Cuando se pone histriónico no hay quien le gane. Sin comentarios.
Cuando intenta ser contenido, como en esta peli, hay un rictus en su rostro que delata sus ganas de desfogarse.
He de reconocer que aguanto más a Carrey que a la Winslet.
Estoy convencido que ninguno de estos dos ¿actores? van a leer este post, pero si eso ocurriera les pido disculpas. No es nada personal. Son negocios.
Para ser sincero he visto esta peli de nuevo en mi casa en DVD, a Elena el cine en 3D le marea.
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Cuando fue estrenada en 1997 me entusiasmó y de hecho la he vuelto a ver varias veces y hasta la tengo comprada (de verdad).
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Pero el tiempo transcurre y a veces el paso de los años es implacable.
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Que la peli tiene encanto está claro. El reestreno en 3D ha sido un éxito sobre todo en China donde ha batido todos los récords de recaudación. Ya se sabe como son los chinos.
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Reconozco que Cameron rodó magníficamente esta peli, dosificando bien emociones, con cierto grado de aventura, con diferencia de clases, con catástrofe y con amor mucho amor.
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Pero el admirado James no es un autor, es un buen cocinero que sabe mezclar los ingredientes y hacer un menú contundente como hizo en la también exitosa Avatar. Es más un Arguiñano que un Ferran Adriá.
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Para mí este Titanic es un pastelón de tomo y lomo. Un jovencito vividor que se deja engatusar por una chica rica que lo tiene todo, incluso un novio como Dios manda, pero que le va la marcha y le pone los cuernos descaradamente y sin el más mínimo recato, una buscona y una fresca.
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Lo peor de todo es que esto podría funcionar si en lugar de colocar a una sosa Kate Winslet se hubiera puesto a una Cameron Díaz, por ejemplo.
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La empalagosa Winslet no levanta el ánimo de nadie cuando dice: “Hazme un retrato con el diamante, pero solo con el diamante”. Todo el mundo piensa: ¡Vaya que fresca! y nada más. Ni siquiera a Leonardo se la puso dura. (Con perdón).
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Eso lo dice la Cameron y todos hubiéramos pensado: ¡Pero que guarra! y Di Caprio hubiera utilizado la brocha y no el pincel. Y el ánimo de los espectadores se hubiera elevado inmediatamente.
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El inconveniente de haber puesto a la Díaz en el papel de Rose es que nadie se hubiera creído que se libraba de la hipotermia. En cambio con Kate es perfectamente posible porque estar gorda es un factor protector contra el frío y resulta admisible que todos los demás se murieran de frío menos ella.
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Como veréis lo que más critico al gran James Cameron es el error de casting pero también esa búsqueda de la lágrima fácil con recursos ciertamente tramposos. Esos cuadritos con Rosse montando a caballo, es para que pensemos: ¡Qué guay ha montado a caballo! Que recurso tan penoso.
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Aunque he de reconocer que me emociona ver a los músicos tocando hasta el hundimiento.