Esta secuela, de la peli de hace quince años, da lo que promete:
– Una historia incoherente que bebe del absurdo y de la zafiedad.
– Unos personajes penosos.
– El mundo de la moda ridiculizado hasta la extenuación, para que la burla se vuelva sobre sí misma y se convierta en loa.
– Momentos hilarantes, en un contexto general ausente de imaginación.
– Ben Stiller dispuesto a todo como director y protagonista para conseguir un taquillazo.
– Will Ferrell desatado.
– Todos los personajes luchan a ver quien es el más tonto, pero gana Stiller.
– Deudora del éxito tardío de su antecesora, tiene menos gracia.
– Penélope Cruz con una sorprendente vis cómica. Está como un queso.
– Cameos de personajes de la moda, que como no conozco no me aportan nada…
La peli de tan mala, de tan penosa se convierte en buena.
Que nadie acuda al cine esperando otra cosa.
Si uno va a ver Zoolander No. 2, no se puede quejar. Debe saber a lo que va.
La peli no defrauda, no engaña. Da lo que promete.
Carlos Boyero escribe:
“Solo recuerdo un gag en esta película que haya logrado transformar mi expresión de Buster Keaton. (…) Creo que sonreí, pero ahí se acabó mi diversión.”
Yo he tenido más suerte que Don Carlos. Me he reído varias veces y no me ha defraudado.
No se qué se pensaba encontrar. ¿Primera plana de Wilder? o ¿Ser o no ser de Ernst Lubitsch?
Acudo al pase de prensa en Madrid, en los cines Palafox, que ya me resultan familiares.
La peli plantea un tema muy interesante: el cáncer de mama.
El punto de vista es el de la enferma que debe de afrontar al mismo tiempo situaciones complicadas: el paro, los cuernos, un niño futbolero… y su tumor.
Julio Medem da un tono a la historia como de cuento. En mi caso tuve que refugiarme en esta explicación para que la narración me chirriara menos.
Porque aunque la cuestión sea real la manera de verlo es totalmente irreal, con personajes y situaciones mal construidos que rozan y, muchas veces, sobrepasan la inverosimilitud y lo que es peor el ridículo.
Esa falta de autenticidad lastra la peli, pero lo que la termina haciendo insoportable es el sentimentalismo que va in crescendo.
Medem se empeña en hacer llorar al espectador, insiste escena tras escena. A mí me resultó francamente molesto.
Un tema interesante es tratado torticeramente para provocar el llanto.
Isabel Coixet nos obsequió en 2003 con la maravillosa La vida sin mí. Esta ma ma está muy lejos de esa obra maestra.
Penélope Cruz, productora y protagonista, está estupenda y defiende su papel con dignidad, con una expresividad en sus ojos extraordinaria.
La veo más cómoda haciendo de chica de Alcobendas que de latina en Los Ángeles.
Es un papel que está pensado para su lucimiento y eso lo consigue, porque en medio del naufragio de la peli ella es la única que aporta un tabla de salvación.
Luis Tosar solvente, como es habitual, pero poco más.
Especialmente penoso es el papel de Asier Etxeandia. Se nota que Medem nunca ha ejercido la medicina y ofrece un personaje de ginecólogo irreal y bochornoso.
El buen oficio de Penélope no consigue levantar una peli francamente frustrante.
(Me he contenido. No he querido ser duro con una peli española).
Durante casi dos horas se nos presenta la infancia y los inicios del director para posteriormente repasar casi todas sus películas.
Se usan imágenes y vídeos antiguos de la época de escritor y humorista que son extraordinarios. Aporta aspectos muy reveladores del ingenio de este muchacho.
Las declaraciones de actores, productores y amigos son interesantes. Pero la presencia de su hermana, una especie de manager, es de lo más reveladora.
No ahonda en su vida personal pero tampoco la elude.
Los diálogos del propio Allen contando sus aventurillas de niño son muy divertidos y aleccionadores.
Para mí resultaron muy interesantes las declaraciones sobre el sufrimiento que implica el proceso creativo, con sus incertidumbres y sus dudas. Lo más divertido para Woody es la realización del guión, usando una vieja máquina de escribir, con cortas y pegas caseros con tijera y grapadora.
El documental está muy bien realizado y magníficamente documentado.
Me declaro seguidor del director de Annie Hall (1977), posiblemente he visto todas sus películas, aún así esta peli me ha aportado información que desconocía.
Interesante, aunque el esfuerzo de condensar una obra tan extensa es demasiado pesaroso.
Javier Bardem se ha trasmutado en una caricatura, su actuación es excesiva, como ya viene siendo habitual.
Brad Pitt, como el resto de los personajes, va despistado por la peli.
Cameron Diaz interpreta el rol de una mujer fatal y está arroladora, aunque da bastante miedo. A mí verla en pantalla me intimida, no quiero imaginar en la vida real. Impresionante cuando se beneficia a un descapotable (raro-raro). Es lo mejor (o lo único bueno) de la peli.
Con un buen director y unos actores estupendos se puede hacer una caga… como ésta. ¡Ay el guión! ¡Qué importante es el guión!