En esta segunda temporada se alarga la historia carcelaria de Piper Chapman (Taylor Schiling).
Su trama, tal vez, va perdiendo interés para que ganen más protagonismo las subtramas de las demás compañeras de prisión.
En la mayoría de los episodios se insertan flashback (analepsis en castellano) que nos permiten conocer a personajes secundarios y comprenderlos mejor.
Jason Biggs, un actor con aspecto de tontaco, sigue confirmando que no es muy listo. Su ruptura con Chapman contribuye a hacer más caótica su existencia.
Se reflejan bien en la serie las luchas de poder dentro de la prisión tanto entre presas como entre los funcionarios.
La segunda temporada mantiene el buen nivel de una serie divertida que combina bien tragedia y comedia, mezcla que la hace bastante atractiva.
El final es estupendo.
Veremos la tercera.
Muchos besos y muchas gracias.
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