Tal vez en algún momento pensé que la quinta temporada me podría decepcionar. Ya había visto muchos episodios y había riesgo que me ofrecieran más de lo mismo.
Una valor seguro de la serie eran sus potentes personajes que no me iban a defraudar.
Estos episodios que acabo de terminar de ver me han llenado de emoción, de vísceras, de sangre, de cabezas reventadas y de reflexiones sobre la condición humana.
Voy a esforzarme a tope para no hacer spoilers.
En la temporada 5 pasamos de la desesperación absoluta a una cierta y tímida luz al final del camino que se disipa rápido. En los últimos capítulos una comunidad tan buena que no puede ser real.
Daryl Dixon sigue siendo mi personaje favorito, y supongo que el de muchos seguidores de la saga. Es un marginado que encuentra dentro del caos del apocalipsis zombi una familiar a la que cuidar y querer, que le acepta y le necesita. Posiblemente su vida dentro de la masacre generalizada es mejor que la previa.
Carol Peletier se ha transformado a lo largo de la serie de una mujer sumisa y maltratada a una auténtica heroína, manipuladora y posiblemente el cerebro del grupo.
Rick Grimes es el líder atormentado. Sobre él cae la responsabilidad de guiar a esta “familia” hacia la supervivencia.
Me encanta el look a lo Lara Croft de Rosita, una de las nuevas incorporaciones junto con el fornido Abraham Ford.
Se ha seguido escarbando en el alma humana. Como ya dijo Plauto, “Homo homini lupus” (el hombre es un lobo para el hombre).
Efectivamente el mayor peligro no son los caminantes sino los malvados humanos que se van encontrando.
Este grupo de supervivientes se ha creado un código moral para la supervivencia. En un mundo donde no hay leyes, ni justicia, ni orden hay que sobrevivir como sea, pero todo tiene un límite y la pregunta que se hacen nuestros protagonistas es ¿somos buenas personas?, ¿estamos haciendo lo correcto?, ¿vale todo por seguir existiendo?
Alguno de los personajes ante las desgracias sufridas tiene la tentación de rendirse, pero es necesario para el grupo y eso lo mantiene vivo.
Todos tienen su personalidad, su fuerza narrativa y la serie sigue con paso fuerte.
No puedo evitar soñar con podridos y dormir con un bate debajo de la cama. estoy acumulando víveres para cuando llegue el apocalipsis zombi.
Deseo la sexta temporada. ¡Por favor, que no muera Glenn Rhee!
He visto completa esta peli al día siguiente de su precuela Monstruos University.
Había comenzado a visionarla cuatro o cinco veces, me explico. Pequeño Luis es el hijo de unos amigos que ahora tendrá unos 6 años, cuando era más joven siempre me pedía ver esta peli. Empezábamos a visionarla pero a la mitad había algo que le daba miedo y ya no quería seguir.
Después de 12 años de su estreno se ha convertido en un clásico.
La idea es original y el desarrollo brillante.
El miedo en los niños sirve para obtener la energía en un mundo de monstruos que en realidad tienen más miedo que las propias víctimas. Además este sistema de obtención de electricidad está industrializado.
El miedo es inherente al ser humano. La mayoría de los cuentos infantiles están llenos de personajes impresionantemente terroríficos. Esos cuentos los contamos a nuestros hijos dándoles la papilla de cereales sin gluten y luego les decimos que solo es un cuento, que no tengan miedo. Existe cierto disfrute en provocar y sufrir miedo.
Elena y un servidor acabamos de terminar la tercera temporada de The Walking Dead y confieso que he tenido pesadillas, pero la califico de estupenda.
Hay momentos en Mostruos S.A. extraordinarios como ese juego de entradas y salidas de puertas que no paran de moverse.
También resulta verdad que los niños cada vez se asustan menos, se van insensibilizando a lo largo de pocos años. Se vive en un mundo tecnológico donde estos muchachillos tienen una infinita gama de estímulos. Y la muerte, incluso el sufrimiento se banaliza. Por ello la idea (genial) de obtener energía de la risa es estupenda. Porque estos monstruos que dan miedo son, en verdad, personajes cómicos y muy divertidos.
No puedo dejar de mencionar a Boo, la niña más rica de la historia del cine que es el auténtico macguffin de esta historia.
Nostálgicos los títulos de créditos y muy ocurrentes las tomas falsas.
Ahora que he visto las dos, es inevitable comparar. Me quedo con ésta, aunque su precuela no es despreciable.