Como director admiro a Roman Polanski como persona lo desprecio profundamente y espero que algún día pague por sus delitos. Dicho esto, que no viene al caso para nada, comento su peli.
Para mí no resulta nada estimulante ver una peli que se desarrolla íntegramente en el salón de una casa de gente bien y en la que no se para de hablar ni un momento. Yo prefiero lo más cinematográfico, planos largos con exteriores y silencios donde el espectador descubre las cosas más que se las cuenten. Osea que esta Un dios salvaje no reúne ningún requisito para que me guste.
Reconozco el mérito de Polanski en mostrar la podredumbre humada disfrazada de buenos modos, lo que calificamos de civilizado que solo es un camuflaje de los bajos instintos que perduran en el ser humano.
La relación entre esas dos parejas y entre los conyuges entre sí se muestra turbia y voluble y en menos de 80 minutos se nos descubre lo peor de las personas.
La peli resulta deprimente y desasosegante.
Los actores están estupendos y merecería ver esta peli solo por su interpretación.
Polanski en los últimos fotogramas pretende dar un mensaje de optimismo pero eso no alivia el mal cuerpo que ha dejado todo el metraje.
Hace un año quedé maravillado con También la lluvia, por entonces la última peli de Icíar Bollaín. Tanto me gustó que fui dos fines de semana seguidos a verla.
Esperaba mucho de ésta su nueva peli Katmandú, un espejo en el cielo.
La historia no está mal contada pero se abusan de los diálogos para explicar lo que ya vemos o podríamos intuir. La constante presencia de su protagonista (Verónica Echegui) y los muy frecuentes primeros planos molestan. La historia no es novedosa y no está contada de manera original.
Le reconozco el mérito a mi admirada Icíar de rodar en este país exótico y con actores no profesionales. Lo mejor de la peli son precisamente los planos rodados con estos actores que tienen un aire documental y respiran verdad.
Hay varias subtramas introducidas para emocionar al espectador y conmigo surtió efecto.
Verónica Echegui está aceptable en su papel pero en ocasiones algo chirría en su interpretación.
Resulta penoso en doblaje de la voz que ayuda poco a la credibilidad de los personajes.
En mi (modestísima) opinión Katmandú es un loable intento fallido. Pero que lo sepas Icíar, te sigo admirando.
Para mí el re-estreno del primer episodio de la Saga Galáctica es todo un acontecimiento.
Soy seguidor entusiasta de estas pelis por muchas razones que luego contaré.
Lucas se ha hecho ultramillonario gracias al merchadising y a las sucesivas reposiciones con escenas nuevas algunas de milisegundos. Ahora nos ofrece las pelis en 3D.
Esperé con ilusión el 3D en Avatar pero ya no le he encontrado la gracia al asunto. En esta peli casi no se nota y resulta del todo innecesario. Pero me alegro que haya servido de escusa para volver a ver en pantalla grande esta peli.
Tal vez La amenaza fantasma sea la peor de las seis pelis que componen la saga pero aún así me gusta mucho.
Sumergirte en ese universo (nunca mejor dicho) de personajes increíbles, de planetas, de aventuras… es una auténtica gozada.
Muchos han calificado la saga de infantiloide y tal vez tengan razón pero a mí me aporta diversión y emoción y eso es el cine.
Cuando vi por primera vez esta Amenaza fantasma comprendí que la saga no era la historia de Luke Skywalker, era el relato de las aventuras de R2-D2 o la biografía de Anakin Skywalker o la descripción de las intrigas maquiavélicas del Senador Palpatine.
Con este primer episodio comienza una historia de una estirpe familiar formada por la unión de un esclavo que escala en nivel social hasta llegar a ser la pareja de una reina/senadora y luego están sus hijos, por cierto la hija termina juntándose con un buscavidas y contrabandista. Todo un culebrón.
Pero hay más lecturas. Hay una lucha entre el bien y el mal, pero las fuerzas maléficas son muy poderosas y utilizan armas muy retorcidas (la manipulación, la seducción, el miedo, la ira). Darth Vader solo es una víctima de esas argucias del Reverso Tenebroso. Su destino es fatídico, condenado a la infelicidad. Anakin es claramente un personaje shakesperiano.
Estas múltiples lecturas de Star Wars son tal vez el aspecto que más me atrae.
Analizar esta primera (¿o es mejor decir cuarta?) entrega es para mí muy difícil porque desligarla del resto me resulta imposible. Cuando la veía en el cine con mis gaficas polarizadas tal vez por sexta vez no dejaba de pensar en la evolución de los personajes y es que les tengo cariño. Me han divertido y acompañado durante tantos años y me emociono al pensar que lo seguirán haciendo hasta que fallezca (o eso espero).
Lucas intenta contarnos tal vez demasiadas cosas y por eso al re-verla más veces comprendes mejor la trama y encuentras nuevas perspectivas.
La ambientación es extraordinaria. La belleza de Naboo y el pintoresquismo de Tatooine, planeta tan importante en la saga, me entusiasman.
El odiado Jar Jar Binks me altera levemente pero le da el toque ¿cómico? e infantil a la peli que tal vez sea conveniente.
Natalie Portman interpretando a la Reina (democrática) Amidala está estupenda. Es valiente y enérgica como lo será su hija Leia y me encanta su look de “antes muerta que sencilla“. Se ve que, a pesar de la diferencia de edad, conecta con el niño Anakin.
El rollito ese de Shmi Skywalker de concibió por obra y gracia de la fuerza es estupendo y divertido y tal vez se le podía haber sacado más jugo.
Ewan Mcgregor interpretando a Obi-Wan Kenobi es uno de los grandes de la saga, tiene la seriedad de un Jedi pero con un punto juguetón que resulta muy atrayente.
Los 131 minutos de Star Wars Episodio I se hacen inolvidables especialmente gracias a la extraordinaria música de ese grande entre los grandes que es John Williams. Sus melodías son el 50% de la peli. Música trascendente, divertida, emocionante, inolvidable…
Espero ansioso ver la 2 dentro de un año en el cine. Voy corriendo a casa a verla.
Esta peli está basada en la supuesta comicidad de sus tres protagonistas que en USA son muy conocidos y muy poco por estos lares.
Saber medir que es gracioso y que es grotesco es muy difícil, y el director de esta peli (Seth Gordon) no ha encontrado la medida.
La peli discurre sin garra y sin gracia con chistes de mal gusto y abundancia de palabrotas que no despiertan ni una leve sonrisa.
Todo resulta penoso y aburrido.
Solo se salvan del desastre los tres secundarios de oro.
Kevin Spacey que puede con todo y resulta muy gracioso en ese papel repugnante.
Collin Farrell está irreconocible tras ese espeso maquillaje, caricaturiza su personaje y resulta estupendo ver su vivienda que representa bien su personalidad.
Jennifer Aniston está maravillosa, como siempre. Resulta absolutamente increíble que su empleado no se rinda a sus encantos.
Se podría hacer un nuevo montaje en el que solo estuvieran las escenas en las que aparecen estos tres secundarios. Sería un corto gracioso, pero solo duraría 30 minutos. Al resto se le podría prender fuego.
La deuda es una peli de espías pero también sobre el valor de la verdad y el peso de la mentira sobre la vida y las repercusiones que ésta causa.
El retrato de los personajes es parco pero intenso y estos espías están llenos de sentimientos. La acción es lo de menos, lo de más es la trama. La historia se cuenta en varios tiempos, dosificando la información con unas transiciones bastante logradas.
Llama la atención la maldad del nazi Doctor Dieter Vogel, el Cirujano de Birkenau, no arrepentido de nada y que consigue sacar de quicio a sus captores, hurgando en la herida donde más duele.