El tema de la verdad y de la mentira es un asunto muy interesante. En mi opinión con la verdad se va a todas partes y antes se pilla a un mentiroso que a un cojo.
En este juego de historias metidas dentro de otras historias se basa esta peli.
El tema y el planteamiento son interesantes.
Pero adolece de dos graves defectos.
Primero que las historias no llegan a emocionar y la del soldadito americano en el París recién liberado es tan conocida que resulta repulsiva.
Segundo: la voz en off lastra toda la narración. Los que me leéis ya sois conocedores de mi aversión a este recurso que en general es absolutamente innecesario, que trata al espectador como retrasado explicándole lo que ya ve. Aquí resulta insufrible.
Tercero: los actores están más que discretos, incluido Jeremy Irons que está como pasando de todo, con escaso interés. El guapo de moda Bradley Cooper es un actor más que limitado.
Ésta ha sido la gran sorpresa en las nominaciones a los Premios Oscar. Pasó sin pena ni gloria en su estreno en Estados Unidos y al ser nominada por ocho categorías ha vuelto a ser estrenada.
Pat y Tiffany son dos personas heridas que posiblemente no hayan reaccionado normalizadamente ante situaciones difíciles de la vida y que por ello son catalogados de enfermos mentales.
Todos los humanos somos imperfectos y estamos llenos de manías, complejos, taras y en muchas ocasiones no sabemos reaccionar de manera correcta.
A Pat se le cataloga de bipolar y eso me da pie a comentar con brevedad que es el Trastorno Bipolar o Psicosis Maniaco-Depresiva. Estos pacientes pasan por fases en las que están severamente deprimidos y otras en las que se encuentran expansivos, hiperactivos y con bajo control de los impulsos. Estas fases se pueden suceder de manera alternativa o sucederse fases depresivas sin elementos maniacos. Entre medio de las fases el paciente está normal.
La peli discurre como un drama disfrazado de comedia con buenos diálogos y situaciones divertidas.
Hay alguna escena penosa y poco convincente que rompe el ritmo. Al final el director abandona un trayecto interesante para acabar haciendo una comedia romántica y eso es lo que más le reprocho que se rinda ante las exigencias de los espectadores menos exigentes.
La escena del baile final es penosa. Los dos protagonistas son rodados mientras danzan con planos cortos de su rostro o de sus tórax evitando los planos generales para hacernos creer que hacen algo parecido a bailar. Podrían haberse esforzado más y haber aprendido una coreografía y además tampoco era imprescindible hacerlo perfecto.
Bradley Cooper está acertado en su papel pero en las escenas que comparte con Jennifer Lawrence, ésta se lo merienda con patatas. El futuro de esta actriz es impresionante metida en una saga como Los Juegos del Hambre.
Hacía tiempo que no le sacaban el suficiente partido a Robert De Niro.
David O. Rusell desaprovecha una buena historia rodándola de una manera muy convencional con un abuso desesperante de primeros planos que, a veces, incluso llegan a confundir.
En mi modesta opinión es una peli sobrevalorada y posiblemente se vaya de vacío de los oscars.
Sin límites es un thriller entretenido que mantiene el interés.
Hay secuencias bien rodadas y originales que sorprenden al espectador, sobre todo cuando el protagonista consume esa droga maravillosa el NZT. Esa cámara que camina a ritmo vertiginoso por las calles de Nueva York resulta impactante.
La voz en off es como siempre innecesaria aunque es preciso reconocer que no se abusa de ella.
Robert de Niro como siempre eficaz, pero verle en tantos personajes en tantas y tantas películas confunde un poco.
Hay aspectos en la peli que me recordaron a Matrix y al Club de la lucha, aunque las líneas argumentales sean totalmente diferentes. El apartamento del personaje Eddie Morra me recuerda mucho al del Club de la lucha.
Destacar el maquillaje que resulta muy eficaz y hace muy creíbles a los personajes.
Se podría decir que Sin límites es un thriller del siglo XXI.
Lo peor con ventaja es el final, con una moralina absurda y entrando de lleno en esa malformación del cine americano del happy end.
Mi madre está pasando unos días en casa. Tiene 82 u 84 años (no está demasiado claro) y la última película que había ido a ver al cine era “Sé infiel y no mires con quien” de Fernando Trueba en 1985, es decir no iba al cine desde hace 24 años.
Ella siempre ha sido seguidora de la serie “El Equipo A” y de hecho la sigue viendo en algún canal autonómico. Le ofrecí ver la peli en el cine y aceptó con ciertas reticencias.
La sala le pareció descomunal, la pantalla demasiado grande, el sonido infernal y la película sensacional.
Los actores que encarnan a los personajes de la serie no le defraudaron para nada.
Clarita siempre ha sido una entusiasta del cine de acción o más bien del cine de patadas y esta película le encantó. Salió contenta, bromeando con que necesitaba una tortilla de aspirinas.
Este “Equipo A” es una mezcla bien resuelta de acción y humor, que no traiciona el espíritu de la serie, pero actualizada a las modas del cine de ahora.
Es una especie de capítulo piloto de la serie (una precuela) que plantea con gracia como se conocieron los personajes y el porqué son perseguidos.
Para divertirse con esta peli hay que dejarse llevar y disfrutar, las exigencias a un lado.
La serie de la que no me considero seguidor tenía un tono algo infantil con una violencia blanca sin sangre, era curioso pues no solía haber asesinatos y los malos eran todos capturados o huían.
En la peli la acción es más madura, hay asesinatos y sangre pero sin excesos y los efectos especiales son asombrosos llegando a traspasar la línea que delimita el cómic.
Los incondicionales no se sentirán defraudados (que se lo digan a Clarita) y los escépticos, como yo, saldrán aliviados.