Birgitte Nyborg (Sidse Babett Knudsen) regresa a la política danesa después de un tiempo en la actividad privada.
Al no ser elegida presidenta de su partido, funda uno nuevo (Los nuevos demócratas) para tener el máximo protagonismo.
Se relata los avatares en la formación de una nueva estructura política.
Sigue desarrollándose en tres ámbitos: el político, el familiar y el periodístico.
Los primeros episodios son bastante malos y dan ganas de abandonar la serie, pero a mitad de temporada cobra más vigor.
Se tratan temas interesantes que ayudan a soportar la trama central.
Se habla del maltrato animal, de la prostitución, de la enfermedad y de las maneras de enfrentarse a ellas, del adultero, del acoso laboral, del amarillismo en la prensa, de las traiciones políticas, de la ambición por el poder…
Un directivo joven y tontoelculo pretende cambiar los informativos de la TV1 danesa, en una especie de circo, estilo Sálvame de Luxe, todo para ganar audiencias.
Somete a Torben Friis (interpretado por Søren Malling), director de informativos, a un despiadado acoso.
Asistimos al derrumbe personal y laboral de este personaje en una subtrama que es muy interesante.
En el último episodio me quedo perplejo al observar como funciona la política danesa.
En la misma noche de las elecciones se realizan contactos entre los partidos para formar un nuevo gobierno. Dinamarca amanece con un recién elegido primer ministro.
¡Qué diferente es este país nuestro!
Tal vez, la temporada más floja.
Estaba deseando que acabara para ver la sexta temporada de Juego de tronos.
Buñuel ya intentó rodar la adaptación de la novela de Pierre Louÿs La mujer y el pelele en Francia, en 1957.
Pero al productor no le gustó el proyecto presentado por Buñuel:
– “Yo le había pedido una adaptación de la novela de Pierre Louÿs, y él me trajo algo que era Buñuel de pies a cabeza”.
Tampoco coincidían en los protagonistas.
Buñuel había pensado en Vittorio de Sica y quizá Jeanne Moreau, pero el productor estaba empeñado en que fuesen Cary Grant y Brigitte Bardot.
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Colaboró en guión Jean-Claude Carrière, como ya era habitual.
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Buñuel después de El fantasma de la libertad no tenía muchas ganas de volver a rodar, pero el proyecto le resultaba atractivo y el productor Serge Silberman le ofrecía todas las facilidades.
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Al poco de empezar el rodaje surge el gran problema:
Buñuel no está satisfecho con la actuación de la actriz elegida, la parisina María Schneider.
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El director estaba fascinado con la actriz desde El último tango en París. Tal vez más con la idea que con la persona.
Detiene el rodaje y expone el problema al productor Serge Silberman.
Amenaza con abandonarlo todo y volver a Méjico.
El azar, algo tan querido por Buñuel, hizo que al final la película fuera interpretada por dos actrices, Ángela Molina y Carole Bouquet:
– “Fue por necesidad. Yo había pensado que María Schneider estaría bien en el papel…pero… teníamos que repetir una toma tras otra…
Finalmente tuve que decirle a Silberman: Me he equivocado con esa chica…
No encontrábamos la solución…
Entonces se me ocurrió decir:
“Podríamos emplear a dos actrices…”
A Silberman le pareció magnífico.
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Hay que puntualizar que en la versión original francesa de la película las dos actrices fueron dobladas por la misma persona, aunque con tono diferente.
Las dos actrices fueron propuestas por los colaboradores de Buñuel.
Carole Bouquet por el productor.
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Ángela Molina por su ayudante de dirección.
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Las dos ensayaron su papel.
Concretamente la escena de la verja.
La interpretaron con el propio Fernando Rey, que era indiscutible para Don Luis.
Buñuel desde lejos contempló las interpretaciones y quedó satisfecho.
Al parecer ya conocía a Ángela Molina.
La visitó en maquillaje después de la prueba y le pidió que quitara la bata.
Se puso las gafas y la examinó como si fuera una estatua. Según afirmaciones de la propia actriz.
Ya había dos Conchitas.
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Las relaciones de las dos actrices con el viejo director fueron excelentes.
La asignación de las escenas a cada una, según Buñuel, fueron aleatorias y compensadas.
Las dos participan en el mismo número de escenas.
Las dos actrices intentan ejecutar el mismo personaje.
Pero el resultado final de cada una es muy diferente.
La fracesa más fría, más casta.
La española más sensual, más racial. Es la que baila y la que aparece más insinuante.
La idea central de la peli es que la insatisfacción sostiene el deseo.
Se establece una relación entre un viejo, Mateo, y una jovencita.
Es la repetición de la idea representada en Tristana y Viridiana.
Pero en esta relación enfermiza hay un componente sado-maso no explícito, pero muy interesante.
Mateo se ve estimulado por el deseo y también por el rechazo.
Pero cuando se sale de sus casillas y abofetea a Conchita, ella ve satisfechos sus deseos masoquistas y eso hace que lo desee más aún.
Porque la mujer ejerce de manipuladora, de perversa.
Pero no hay que olvidar que es el relato subjetivo del protagonista masculino, Don Mateo, que da una versión personal de la realidad.
El asistente de Don Mateo afirma que un amigo define a las mujeres como un saco de excrementos.
¿Es ese el saco que se pasea por la película?.
Hay una visión machista del relato, el que da Don Mateo.
A diferencia de El discreto encanto de la burguesía, las escenas en esta peli tienen planteamiento, nudo y desenlace. Funcionan como pequeños cortos.
No he conseguido datos que expliquen ese cochinillo tratado como un bebé por la gitana en el Patio de los Naranjos de la Catedral de Sevilla. Pero a mí no deja de asombrarme.
Otra vez Buñuel nos presenta elementos surrealistas con toda naturalidad, sin énfasis, con una normalidad pasmosa.
Al director le preocupaba el tema del terrorismo y aparece como fondo y como parte importante de la narración, de una manera desconcertante.
Yo me quedo mil veces con la Conchita ejecutada por Ángela Molina.
He de reconocer que cuando la vi, me enamoré de ella.
Durante unos días fue mi oscuro objeto del deseo.
Esta es la última peli de Buñuel.
Su genio creativo, su originalidad no decayó con los años, sino muy al contrario.
Esta peli es la típica de manual con el que Hollywood llena nuestras carteleras y nuestras tardes de domingo en la pequeña pantalla.
El mayor atractivo es la presencia de Anthony Hopkins, pero no nos engañemos, su entusiasmo en lo que hace es cero.
Se le ve aburrido, desganado.
Tal vez cuando cobró se sintió feliz, con esa estúpida satisfacción que da tener una cifra más alta en la cuenta corriente.
Pero dentro de su interior, debe de sentir una profunda decepción consigo mismo.
Primero porque no demuestra ser un buen profesional, ejecutando un personaje en el que no cree.
Y segundo interviniendo en una peli con un guión y una dirección rutinaria.
Se supone que estamos ante un thriller paranormal trepidante, con visiones chulas, persecuciones en coches, agentes de FBI torturadas por su pasado, dramas familiares…
Todo convencional y sin convicción.
Cuando a un protagonista lo hieren, me da igual.
Cuando descubro su pasado tormentoso me da igual.
Que esté divorciado por el fallecimiento de su hijita, lo único que pienso: eso ya lo hemos visto.
Rutinario en el argumento y en la presentación.
Pretenciosa, intentando plantear cuestiones de fondo moral.
Es una peli fraude que no da nada de lo que promete.
Tal vez sea un iluso.
Por un momento pensé que Hopkins solo hacía buenas pelis y buenas actuaciones.
¿Alguna novia rubia te abandonó por otro más guapo?
¿Te hizo la cobra y rompió tu corazón?
¿Estabas enamorado como un colegial y no te hacía ni el menor caso?
Está claro que tu venganza ha sido cruel, aunque posiblemente merecida.
Te pasas más de una hora torturando a esta chiquilla.
La muerdes, la asustas, la haces pasar frío, calor, deshidratación.
Pero eres generoso (en el fondo), al final la perdonas.
Es lo que tiene ser blando de corazón.
Por cierto, hay un fallo de guión incomprensible.
Los dos amigos abandonan a la muchacha y la dejan tomando un baño.
Blake Lively está como un queso y además es muy simpática.
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La única explicación que estén liados y sean gays.
Lo acabo de pillar. Era eso.
Ni tú, ni yo la hubiéramos dejado sola.
Con chicas tan guapas no debe de haber prisa.
Tu homenaje a la peli de Spielberg me parece estupendo.
Es una muestra de respeto y admiración desde la modestia.
Porque consigues hacer una peli muy entretenida con dos elementos básicos: una rubia y un tiburón.
Me gusta que al escualo no lo muestres entero hasta el final de la peli.
Su sombra, simplemente su sombra, da mucho más miedo.
A ti, a la protagonista y a mis lectores les quiero aclarar que los torniquetes son medidas provisionales que solo son eficaces en las hemorragias arteriales.
En estas hemorragias la sangre se pierde a pulsos, de manera intermitente. Son muy graves y peligrosas.
El torniquete se debe de aflojar cada diez minutos, sino puede producirse necrosis de los tejidos.
Insisto es una medida provisional que solo debe durar un ratillo.
Ya sé que aquí esta estudiante de medicina de ultimo año hace lo que puede.
Has elegido muy bien a la protagonista (Blake Lively) porque incluso sangrando y herida está guapa.
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No me importa que hagas cine comercial, porque yo le encuentro, aunque sea recóndito, un sello autoral, que espero que mantengas y aumentes.
Confío que hayas superado tu problema con las rubias.
No sé si has terminado saliendo con Blake. Ojalá.
A mí no me importaría tenerla de nuera.
Si vienes por España y te acercas con ella estaría bien haceros una entrevista.
Mi hijo va de cámara y traductor, y ¿quién sabe? tal vez coordinen.
Todo ello en el supuesto que no tengas interés en ella, por supuesto.
Te doy la enhorabuena por tu peli.
Creo que es la mejor.
Espero que sigas superándote.
Un abrazo.
PD:
Me olvidaba que mi amiga Patricia la vio y le gustó (concretamente “entretenida“).