Siento una especial emoción y alegría al ver esta peli en común con mis amigos del Taller de Cine de Azuqueca de Henares.
Además habían acudido un grupo de jóvenes cineastas que rodaron un plano.
Creo que no la había visto desde los años ochenta cuando se proyectó en televisión, pero la recordaba perfectamente.
Hay pelis que olvidas en unos días, a veces en minutos, y otras que recuerdas para siempre.
Cuando la vi por primera vez terminé confundido.
Ahora, cuando estoy viviendo la etapa final de mi vida y tengo más experiencia (aunque no más sabiduría), la he disfrutado plenamente.
Está claro que Buñuel utiliza el cine con una libertad absoluta y critica sin piedad a una clase social que se ve claro que desprecia.
La peli está impregnada de un fino humor, incluso en los momentos más dramáticos.
Y sobre todo hay muy mala leche, de esa que solo sabe exhalar un genio como el Maestro de Calanda.
Mi veneración absoluta hacia esta peli y su autor.
Curiosidades:
Luis Buñuel declaró públicamente que considera la película un fracaso y que si se hubiera realizado más tarde en París, se habría vuelto más extremo, insertando escenas de canibalismo.
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Fue prohibida en Rusia porque la idea de que la gente no pueda “dejar un partido” fue considerada ofensiva y en contra del gobierno.
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La escena en la que aparecen un oso y tres ovejas durante la cena se basa en un incidente real en una cena, a la que Luis Buñuel asistió en Nueva York.
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En su autobiografía Luis Buñuel afirma que fue invitado por la Warner Brothers para trabajar en una historia que con el tiempo se filmó por Robert Florey con el título de The Beast with Five Fingers (La bestia con cinco dedos) en 1946.
“El ángel exterminador” contiene muchos de los elementos de esta película anterior incluyendo la gran mansión, el recital de piano, y apuñalamiento de una mano sin cuerpo.
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De todas las películas de Luis Buñuel del periodo mexicano, ésta es la única de la que tuvo completo control creativo.
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El título de la película está inspirado en una idea de José Bergamín.
Al principio se iba a titular Los náufragos de la calle Providencia, pero Bergamín le comentó que quería titular una obra teatral El ángel exterminador, y Buñuel, entusiasmado, le pidió prestado el título, a lo que Bergamín respondió que no era suyo, sino de una obra muy antigua, el Apocalipsis de la Biblia
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El guión de la película fue originalmente titulado “The Castaways of Providence Street” (Los Náufragos de la Calle Providencia).
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El director de fotografía de la película, Gabriel Figueroa, se acercó frenéticamente a Buñuel, una vez que había visto el corte final de la película con la preocupación de que se daban varios casos de repetición.
Pensó que se trataba de un error de montaje.
Buñuel le aseguró que la repetición era una opción creativa y le recordó que editaba sus propias películas.
Figueroa se mantuvo escéptico pensando que la repetición era inútil y un error de edición, incluso después de su explicación.
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A pesar de que nunca se ven abiertos en la película, Luis Buñuel insistió que los armarios debían estar llenos de ropa durante el rodaje.
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Tras el éxito en Cannes de Viridiana, a Buñuel se le permitió volver a rodar una película con entera libertad, aunque no con todos los medios económicos que hubiera deseado.
Y todo ello porque El ángel exterminador es un retrato de la alta burguesía.
Buñuel se quejó en sus memorias de lo parco que hubo de ser en cuanto a diseño de producción en esta película en particular:
A veces he lamentado haber rodado en México El ángel exterminador.
Lo imaginaba más bien en París o en Londres, con actores europeos y un cierto lujo en el vestuario y los accesorios.
En México, pese a mis esfuerzos por elegir actores cuyo físico no evocara necesariamente a México, padecí una cierta pobreza en la mediocre calidad de las servilletas, por ejemplo: no pude mostrar más que una. Y esa era de la maquilladora, que me la prestó.
Buñuel, Luis (1982). Mi último suspiro. Barcelona: Plaza y Janés. p. 288.
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Muchas de las escenas fueron improvisadas en gran medida, sobre todo la escena en la que se vendaron los ojos antes de que una oveja es sacrificada.
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Sobre el título de la película, Buñuel le dijo a su amigo Bergamín:
– “Si viera El ángel exterminador sobre una marquesina, me gustaría entrar al cine en el acto”.
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El título también era una referencia a una secta española, Los apostólicos de 1828 y a un grupo de mormones.
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En la escena de la iglesia, la primera que se rodó, Rita Macedo aparece como “Lucía de Nobile“.
No fue capaz de completar la película debido a su embarazo.
Fue sustituida por Lucy Gallardo.
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Se incluyen entre los “1001 películas que hay que ver antes de morir“, editado por Steven Schneider .
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Cuarenta y ocho años más tarde, dos de las estrellas, Silvia Pinal y Jacqueline Andere, están apareciendo en una telenovela mexicana, Soy tu dueña (2010).
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Esta película recibió el Premio Fipresci de la crítica internacional y premio de la Sociedad de Escritores del Cine en Cannes de 1962.
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Esta película ocupa el lugar decimosexto en la lista de las 100 mejores películas del cine mexicano, según la opinión de veinticinco críticos y especialistas de cine en México, publicada por la revista Somos en julio de 1994.
Además es listada entre las mil mejores películas de todos los tiempos por el New York Times.
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En la película Midnight in Paris (2011) de Woody Allen, el personaje Gil Pender (Owen Wilson) viaja en el tiempo a la década de los 20 y conoce, entre otros, a Luis Buñuel (Adrien de Van).
En ese encuentro, Gil le propone a Buñuel la idea de El ángel exterminador y el propio Buñuel se muestra sorprendido ante la premisa sin terminar de entenderla.
Podría hacer un copiapega de esa crítica a ésta y sería perfectamente verdad.
Objetivo: Londres promete acción a raudales, un machote que puede con todo, un presidente USA ejemplar, un malo malísimo, su dosis de patriotismo y escombros por doquier.
Esta peli cumple lo que promete, pero da un poco más.
Es una peli previsible, pero está bien rodada, mantiene la emoción, hay alguna escena virtuosa y te divierte.
Es cine de palomitas, no hay que ponerse a analizar nada porque te puedes cabrear, entre tiros y explosiones hay un tufillo desagradable.
Pero la peli te lleva, te arrastra y te impide pensar y se disfruta con ella.
La trama es sabida, entre otras cosas porque te la cuenta el tráiler sin tapujos.
Los magnatarios que acuden al funeral del presidente británico son víctimas del terrorismo orquestado por un traficante de armas.
Cascan los presidentes de Italia, Japón, Alemania, Francia… Todos con un gran parecido a los actuales.
Dentro de Lobos sucios hay dos historias y dos protagonistas.
Una, la encabezada por una convincente Marian Álvarez, que habla sobre la explotación de las minas de wolframio por parte de los alemanas, durante la posguerra española y en plena Segunda Guerra Mundial.
La otra es la historia de la ayuda que presta una campesina, magnífica Manuela Vellés, para pasar judíos a Portugal.
Estas dos mujeres son hermanas.
Mientras que la historia de los judíos cruzando de noche el río Miño funciona muy bien, la de los mineros del preciado metal es más deficiente.
A mí especialmente me defraudó la parte de los presos forzados a trabajar de mineros. Me pareció poco creíble.
Hay amoríos (previsibles), nazis malos (previsibles), guardias civiles que al final tienen su corazón y solo obedecen órdenes (previsibles)…
Me atrajeron las escenas que retratan esa Galicia profunda, con bosques que parecen encantados, con unas tomas aéreas (con drones) muy atractivas.
Se podía haber explotado más el carácter de vidente (bruxa) de Marian Álvarez para darle un aire más mágico a la peli.
Lo peor son los dos espías ingleses que se abrazan con cada buena noticia y que piensan que van a ganar la guerra ellos solos. Muy de palo.
Acudí magníficamente acompañado de mis dos amigos David y de la bella Elena. Creo que les gustó.
A pesar de las malas críticas Lobos sucios es una peli interesante que nos cuenta un capítulo desconocido de nuestra posguerra.
Tal vez se le podía haber sacado más partido, pero es una peli digna de consideración.