Pocas películas y series han tenido como tema central las investigaciones de la CIA.
Homeland en su primera temporada tiene dos protagonistas como ejes narrativos.
Por un lado Carrie Mathison interpretada por la estupenda Clare Danes.
Por otro Nicholas Brody, que da vida Damian Lewis.
La primera es una agente de campo de la CIA que ha estado durante años en Oriente Medio, con problemas mentales, que trata de ocultar.
El segundo un marine secuestrado por los terroristas durante ocho años.
La serie se basa sobre las investigaciones, la obsesión, de la agente Mathison, sobre el supuestamente “convertido” Brody.
La virtud de esta primera temporada es descubrirnos el sombrío y oscuro mundo del espionaje, donde la legalidad es asaltada sistemáticamente por la Razón de Estado. Donde el fin justifica los medios.
Los personajes son planteados de forma poliédrica. No son buenos, ni malos.
Llenos de problemas familiares y personales.
Personas en continuo conflicto.
Tal vez hubiera preferido que se me dieran menos datos o de forma menos explícita, lo que hubiera contribuido a hacer algo más enigmática la serie.
Destacar, incluso elevar a los altares, a Clare Danes que compone una protagonista estupenda con una capacidad interpretativa impresionante.
Aunque a mí me ha gustado moderadamente a Elena le ha entusiasmado.
Veremos como avanzan el resto de temporadas que pensamos ver de tirón.
Me olvidaba mencionar a la bella Morena Baccarin que ahora está especialmente de moda por el estreno de Deadpool de Tim Miller.
Deadpool es una película que se adapta (aparentemente) a la perfección al modelo pre-establecido.
Tiene su héroe atormentado y que solo busca venganza, con una historia de sufrimiento. Se siente un inadaptado (y lo es).
Hay novia guapa, amigo simpático, enemigo malísimo que no acepta bromas.
Pero el director, Tim Miller y los guionistas, Rhett Reese y Paul Wernick, le dan la vuelta al género para cachondearse de él y de sus personajes y hacer parodia de todos los convencionalismos trillados y ya gastados.
La virtud de Deadpool es precisamente construir una peli con la misma narrativa habitual y a base de diálogos divertidos, provocativos. Componer un divertimento que se ríe de todo, respetando un espíritu que dinamita sin que llegue a destruirlo.
Feliz reencuentro con la estupenda Morena Baccarin que estoy viendo en Homeland.
Estupendos los secundarios de lujo (de baratillo según los guionistas) Colosus,Negasonic Teenage Warhead y la fornida Gina Carano interpretando a Polvo de ángel.
El gran poder (debería decir superpoder) de la peli es que va a entusiasmar a los seguidores de Marvel y de sagas de super-héroes en general.
La continua tormenta de chistes y chascarrillos cuesta asimilarla y el público se ríe desincronizadamente según los va pillando. Yo me reía de los últimos.
El viernes de su estreno superó el millón cien mil euros, convirtiéndose en el mejor viernes del año.
Hay que ir a verla.
Solo un par de observaciones: los niños muy pequeños no la entenderán y su humor irreverente, iconoclasta, provocador puede no gustar a todo el mundo.
Lo engaña presentando como un documental, lo que es en realidad una ficción.
Con este juego nos muestra la sociedad iraní, llena de contradicciones, donde modernidad y tradición se mezclan, se confunden y colisionan.
Panahi no deja nada al azar y es el conductor de este taxi y de su peli.
Deposita mucha esperanza en su sobrinilla, una chica locuaz e inteligente que quiere seguir la carrera de su tío y nos expresa los límites que puede tener una peli en el Irán actual. Mucha sabiduría concentrada en un cuerpo pequeño.
El futuro del país está en esta niña y parece muy prometedor.
En Taxi Teherán, Panahi nos abre puertas a posibilidades narrativas para contar la vida cotidiana de un país.