La historia de esta novicia en la Polonia de los sesenta está relatada de forma sencilla pero atractiva.
Toda la peli se sustenta en planos fijos con una fotografía gris. Como gris es el país que se nos dibuja.
El contraste entre Anna interpretada por una maravillosa Agata Trzebuchowska que representa el futuro, pero que quiere conocer su pasado y su tía Wanda (una Agata Kulesza aún más maravillosa) un personaje del régimen (tanto el sistema como ella degradados y alcoholizados).
Nuestra historia personal y también la de nuestros ancestros pesan sobre nuestras espaldas. La necesidad de recobrar su recuerdo y encontrar la verdad es imprescindible para asumir el futuro.
Es triste pensar que el tema de la memoria histórica aún sigue pendiente en nuestro país.
Agradezco muchas cosas en esta peli. Su sencillez formal. Su falta de pretensiones estilísticas, siendo profundamente bella. La ausencia de voz en off que hubiera reventado la historia que se descubre. La belleza y la decadencia de esa jueza pasada de la vida. La inocencia de esta muchacha que quiere conocer el mundo, el demonio y la carne antes de entregarse a Dios. La paradoja que una judía se meta a monja.
Ida es gran cine. Cine del de verdad. Bello, duro, real, vivo y triste, profundamente triste.
Muchos besos y muchas gracias.
Crítico de Cine de El Heraldo del Henares
Colaborador de Esradio Guadalajara y Alcarria TV
Twitter @Holasoyramon
Canal de HolaSoyRamónVídeos
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