¡Cómo me gustan los musicales!
En encantaría que la vida fuera así. Que cuando estoy pasando consulta oyera cantar en la sala de espera y me pudiera unir durante cinco minutos a la fiesta. O caminando con mi perro Gollum al llegar a una plaza me pusiera a cantar y bailar como el resto de los viandantes. Sería una maravilla.
Amanece en Edimburgo es comedia romántica, drama y musical. Una mezcla sencilla con un resultado brillante.
Hay un fondo de realismo social. Estos dos soldados de la guerra de Afganistán que regresan a su ciudad natal y se encuentran con la realidad de una sociedad difícil.
Tanto el drama como la comedia están matizados, porque se huye, con buen criterio, del sentimentalismo barato, para construir una peli divertida y emotiva, pero en absoluto sensiblera.
Los números musicales son estupendos, con estribillos pegadizos.
Las coreografías son divertidas, en locales, a veces, pequeños y llenos de gente, especialmente los bares.
Los personajes son de verdad y los actores que les dan vida, desconocidos para mí, están estupendos.
Hay una sencillez atractiva que la hace irresistible.
Conservé la sonrisa casi toda la peli y al final no pude evitar bañar mi rostro con un puñado de lágrimas.
Me olvidaba. ¡Corro a pillar un viaje a Edimburgo!
Muchos besos y muchas gracias.
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