Decididamente el cine bíblico está en horas bajas.
Este año pudimos ver la espantosa Noé de Darren Aronofsky. Aún no me he recuperado.
Ridley Scott es un director muy irregular. Ha hecho grandes pelis, incluso obras maestras (Blade Runner, Alien, el octavo pasajero, Thelma & Louise…) y descomunales bodrios (Legend, 1492, la conquista del paraíso, El reino de los cielos…)
Aquí nos presenta la historia ya conocida usando y abusando de efectos especiales.
Tal vez porque parte de la producción es española, los críticos no han sido crueles con ella.
Los efectos especiales podrían haber sido la gran baza de la peli, dando por perdido todo lo demás. Ni las plagas, ni la ola gigante me han impresionado lo más mínimo. Incluso hay varios episodios ridículos.
El ataque de cocodrilos saltarines a la barca para explicar que las aguas del Nilo se tiñan de rojo es ridículo y además eso ya está muy visto.
Los insectos produciendo lesiones dermatológicas, aparte de asqueroso, es grotesco.
Nadie puede olvidar esa separación de las aguas del Mar Rojo de Los diez mandamientos. Eso sí que impresionaba. El tsumani es grandón pero como lo que se va a tragar no importa un bledo, no termina de calar en nadie.
Pero el mayor defecto de todos los que posee esta peli es el reparto.
No se puede evitar la comparación con la peli de Cecil B. DeMille de 1956.
Charlton Heston no era muy buen actor, pero tenía una presencia física imponente y daba bien en cámara. Christian Bale es mucho mejor actor, pero aquí anda muy perdido.
Me molesta especialmente que este Moisés cuando es egipcio sale todo maqueado, con su barbita arreglada, su carita lavada. Cuando se convierte en judío se presenta desaliñado, sin peinar, con ojeras y todo tiznado.
Joel Edgerton haciendo de Rhamsés está penoso y más si lo comparamos con el gran Yul Brynner, menuda presencia.
Aquí Nefertari está desaparecida cuando en la peli de los cincuenta era la malvada Anne Baxter, una actriz inconmensurable, que ejercía de auténtica mujer fatal al verse rechazada por el apuesto, pero mojigato, Moisés. En Los diez mandamientos era imprescindible este personaje, dando protagonismo al menos a una mujer.
Aaron Paul interpreta a Josué. Mi problema es que este estupendo actor lo tengo muy indentificado con Jesse Pinkman de Breaking Bad. No puedo evitar pensar que se va esconder en cualquier momento y se va a meter una dosis de metanfetamina.
¿Por qué me da la impresión que Ben Kingsley interpreta siempre el mismo papel?
¿Por qué Morgan Freeman no hace de Dios como siempre?
Sigourney Weaver, hace de Reina madre, no dice ni una frase en la toda la peli. Da la impresión que ha puesto el cazo se lo han llenado de dólares y se ha ido. No pinta nada.
John Turturro como Faraón padre está ridículo.
María Valverde es a la única que salvo de la quema. Defiende con dignidad un papel imposible. Estupenda la cara que pone cuando Moisés regresa a casa acompañado de 400.000 judíos. ¿Son todos familia?
El recuerdo de Los diez mandamientos pesa demasiado. La biblia en colorines tenía un encanto y una ingenuidad mucho mayores. Había buenos secundarios, no olvidemos a Edward G. Robinson interpretando a Datán, el judío maloso.
Mi sobrino Adrián desprecia por método estas grandes superproducciones. Es capaz de criticarlas incluso sin verlas.
Yo suelo dar el beneficio de la duda, pero ahora le voy a tener que dar la razón.
Ridley Scott la has vuelto a cagar.
Qué mal detalle dedicarle a tu hermano Tony esta basura.
Muchos besos y muchas gracias.
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