Es sorprendente lo bien que ha envejecido esta película.
Es como si George Lucas conociera el elixir de la eterna juventud para los productos que dirige.
La peli se estrena en los setenta pero refleja la juventud de los sesenta.
Esta frase podría ser igual de verdad si se acabara de dar a conocer, cambiando setenta por 2018.
Lucas nos cuenta una noche en la vida de unos jóvenes en la ciudad de Modesto (California).
Es un relato auténtico y sincero de la juventud yanqui, a años luz de la española de la época.
Los chicos pasean en coche, acuden a bailar, toman comida rápida, salen de la ciudad para ocupar el asiento trasero, pelean, discuten… viven y se divierten.
Una sociedad del bienestar y del consumo. De muchachos guapos y bien nutridos.
Tal vez sea un relato amable, pero muy seductor.
Cuando la vi quise ser americano, conducir un coche grande, cenar hamburguesas y bailar Rock & Roll.
Una América luminosa y colorista que contrastaba con una España en blanco y negro, donde tener un 600 era el mayor de los lujos.
Otro aspecto interesante de esta peli es ver a unos jóvenes Richard Dreyfuss, Ron Howard o Harrison Ford.
Curioso que los actores masculinos hayan prosperado y en cambio las chicas (maravillosas) no hayan tenido una carrera tan brillante.
He visto esta peli con un placer inmenso, disfrutando con estos buenos muchachos.
Tal vez esta peli fue la que plantó en mí la semilla de mi admiración por la cultura norteamericana.
Destacar lo bien dirigida que está toda la filmación, con un montaje impecable, teniendo en cuenta la gran cantidad de planos que se desarrollan dentro de los vehículos.
Lo dicho un placer.
Se la dedico a mi amigo Julito, que hace mucho que no veo, que pasó temporadas en los USA y cuando vino me hablaba de los MacDonalds que pude ver por primera vez en París en 1980.
Sigo, lentamente, con mi ciclo dedicado al Hombre que mató a John Ford.
Me detengo en su peli más emblemática.
Anécdotas y curiosidades:
En una entrevista, Ben Johnson, dijo que las mujeres mexicanas que “retozaban” con él y Warren Oates en enormes cubas de vino no eran actrices, sino las prostitutas de un burdel cercano.
Fueron contratadas por Sam Peckinpah para poder decirle a la gente que Warner Bros había pagado prostitutas para su reparto.
Robert Ryan se quejó de no recibir sus ingresos.
Sam Peckinpah decidió “castigar” a Ryan.
En los créditos de apertura, después de congelar la pantalla en primeros planos de William Holden y Ernest Borgnine, Peckinpah presentó la imagen de unos caballos cuando aparecía el nombre de Ryan.
El propio robo del tren no estaba en el guión.
Todas las escenas fueron improvisadas en el lugar, el mismo día.
Deke Thornton describe el general Mapache como “un asesino de Huerta”.
Se refería al general Victoriano Huerta, que había derrocado y asesinado el presidente mexicano Francisco Ignacio Madero en 1913, lo que desencadenó una guerra civil.
La ciudad que aparece en la película se rodó en Parras, en el estado de Coahuila, lugar de nacimiento de Madero.
Irónicamente, Emilio Fernández, que interpreta a Mapache, luchó como oficial en el ejército de Huerta, aunque en 1923 en una rebelión iniciada por Huerta y no la revolución 1916 de película.
Huerta fue finalmente derrotado, y Fernández fue capturado, juzgado por traición y condenado a 20 años de prisión. Se escapó y huyó a Los Ángeles, donde encontró su camino en la industria del cine y comenzó una amistad de por vida con el director John Ford.
Después de su regreso a México, se convirtió en un actor y director y es conocido como uno de los más grandes cineastas de la historia del cine mexicano.
La imagen del escorpión enredado en el hormiguero fue sugerida por Emilio Fernández porque él y sus amigos solían hacer eso cuando eran niños. La imagen no estaba en el guión original.
Ernest Borgnine cuando cojeaba no estaba actuando.
Se rompió el pie durante el rodaje de El reparto (1968) de Gordon Flemyng.
Tuvo que usar un yeso durante todo el rodaje.
Antes de que comenzara el rodaje, William Holden y Sam Peckinpah discutieron sobre el bigote que el personaje de Holden, Pike Bishop, usaría.
Porque a Holden, al parecer, no le gustaba su imagen, pero Peckinpah ganó la discusión.
Holden llevó un bigote falso durante la filmación.
No había suficientes uniformes para toda los dobles y extras en el tiroteo.
Si alguien era filmado recibiendo un disparo, el personal de vestuario reparaba y lavaba su uniforme.
Después era usado por otro actor.
En al peli hay 2.721 tiros, es decir una media de un tiro cada tres segundos.
En el “Tiroteo en el Bloody Porche” hay 325 tiros en cinco minutos, menos de un tiro por segundo.
La última escena que se rodó fue la del puente durante la explosión del Río Nazas (sustituyendo Río Bravo).
Fueron necesarios cinco especialistas, cada uno recibió 2000 dólares, y seis cámaras.
La escena fue filmada en una sola toma.
Una cámara cayó al río y se perdió.
Después de la filmación de la película, fue montada por el productor Phil Feldman (en ausencia de Sam Peckinpah)
Cortando su metraje en unos 20 minutos.
Ninguna de las imágenes eliminadas era violenta.
El montaje de 145 minutos realizado por el director en un relanzamiento en 1994, ha sido el que ha perdurado.
El papel de William Holden fue rechazado por Lee Marvin, Burt Lancaster, James Stewart, Charlton Heston, Gregory Peck, Sterling Hayden, Richard Boone y Robert Mitchum.
Marvin en realidad aceptó el papel, pero se retiró después de que se le ofreció un acuerdo salarial mayor por La leyenda de la ciudad sin nombre (1969).
Esta película es una adaptación de una historia ideada por Roy N. Sickner, actor y especialista de cine.
La peli está montada con 3.643 escenas.
Algunas de ellas son tan pequeñas que no son perceptibles.
Hasta el momento era la peli que constaba de más cortes.
El hijo del director Mateo Peckinpah realiza una pequeña intervención durante el atraco inicial. Es uno de los niños que aparece junto con otro abrazados.
John Wayne se quejó de que la película había destruido el mito del viejo oeste.
En 2007, el American Film Institute la clasificó en el puesto 79 de las mejores películas de todos los tiempos.
Sam Peckinpah declaró que uno de sus objetivos para esta película era dar al público “una idea de lo que es ser abatido a tiros”.
Siete trajes idénticos fueron hechos para el actor principal.
Todos ellos se arruinaron durante la filmación.
El presupuesto pasó de 3,5 a 6 millones de dólares y la programación original se extendió de 70 días a 81.
Durante la proyección en Nueva York, Sam Peckinpah invitó Jay Cocks, de la revista Time, que trajo a su amigo Martin Scorsese.
Se sentaron en una sala de proyección de Warner Bros vacía, con sólo otros dos críticos, Judith Crist y Rex Reed.
En la escena final quedaron impresionados en sus asientos.
Recordó Scorsese:
“Nos quedamos fascinados por ella, era obviamente una obra maestra. Fue cine real, utilizando la película de tal manera que de ninguna otra forma se podría haber hecho”.
Durante la escena inicial del asalto a la oficina de correos, uno de los hombres de a caballo se disparó en la cara.
Se hirió gravemente.
“La Golondrina” es cantada por los campesinos mexicanos.
Es una canción escrita en 1862 por el médico mexicano Narciso Serradell Sevilla (1843 a 1910), quien en ese momento se exilió a Francia debido a la intervención francesa en México.
Esta canción se convirtió en la preferida de los mexicanos en el exilio.
Sam Peckinpah quería hacer algo diferente con el uso de las armas de fuego.
Le dijo a un amigo:
“Si disparo a una pelota de nieve, el agujero de entrada es como diez centavos, pero el de salida es del tamaño de un plato de ensalada. Es esa la violencia que quiero para mi película”.
El rodaje fue sorprendentemente bien.
En los 79 días sólo hubo dos pequeños accidentes.
Ben Johnson se rompió el dedo en la ametralladora y William Holden se quemó el brazo con un detonador estropeado.
Pero el polvo y el calor eran implacables.
De acuerdo con el legendario especialista Joe Canutt, quien también trabajó en Mayor Dundee (1965):
“Estábamos en una zona tan cálida que los cactus se habían secado”.
Sin embargo, Sam Peckinpah insistido en que la película debía ser rodada en México.
En los pases previos de la película las reacciones del público eran a menudo negativas y hostiles.
El ejército de Mapache eran verdaderos soldados mexicanos de un regimiento de caballería estacionado cerca de Parras en el estado de Coahuila, donde la película fue filmada.
Número de muertos: 145 (22 en la tanda de apertura y la friolera de 112 en la batalla culminante).
La música de la película es otra obra maestra, compuesta por Jerry Fielding, el compositor que mejor conectó con Sam Peckinpah.
Fielding empezó a trabajar como arreglista en Hollywood muy joven, con tan solo 18 años.
Era la década de los 40 pero enseguida le cerraron las puertas al ser incluido en la lista negra del senador McCarthy ya que se negó a declarar ante el Comité de Actividades Antiamericanas y no regresaría al mundo del cine hasta los años 60.
Jerry Fielding conoció a Sam Peckinpah en 1967 trabajando para “Noon wine” una película rodada para televisión y se hicieron buenos amigos.
Los dos tenían un carácter salvaje bastante parecido y aficiones comunes como el bourbon y las armas de fuego.
Además de “Grupo salvaje” trabajaron juntos en cuatro películas más: “Perros de paja”, “El rey del rodeo”, “Quiero la cabeza de Alfredo García” y “Los aristócratas del crimen”.
No fueron más debido a que Fielding falleció prematuramente en 1980 a los 57 años, víctima de un ataque al corazón.
A pesar de lo bien que se llevaban compositor y director eran famosas sus peleas.
En “Grupo salvaje” hasta en tres ocasiones Peckinpah rechazó las composiciones que el músico había escrito.
Cuentan que Fielding le estampó una silla en la cabeza y el director estuvo a punto de utilizar la pistola que casi siempre llevaba encima.
Afortunadamente lograron ponerse de acuerdo y la partitura que acompaña a la película es magnífica.
El tema principal con su tono trágico y su redoble de tambores de aire militar consigue crear desde los títulos de crédito iniciales una atmósfera tensa que nos anuncia las matanzas a las que vamos a asistir.
Comentarios y opinión:
La violencia coreografiada de esta película y las sucesivas de Sam Peckinpah tiene un tono paradójicamente poético.
Hay un cierto lirismo.
Los personajes van sucios, en la mayoría de los casos son detestables, de una bajeza moral insoportable, pero aún con todo hay un tono épico en los dos personajes principales.
William Holden y Robert Ryan fueron amigos. Un malentendido les hizo enfrentarse y les ha convertido en enemigos.
Los dos se respetan, se temen y en realidad no desean su final. Pero el destino les ha hecho enfrentarse.
Uno de los aspectos más inquietantes de la peli es la constante presencia de niños como testigos atónitos de los tiroteos y como verdugos crueles al principio de la peli.
La imagen de los infantes disfrutando al ver como un alacrán es destruido por un montón de hormigas es escalofriante y curiosamente es una de la imágenes más truculentas de la peli.
La sucesión de tiroteos, de escenas de acción, hacen que la peli se disfrute con atención e interés.
La historia avanza de manera trepidante y no da respiro.
Siempre se ha dicho que Peckinpah renovó el género. Yo creo que le dio una vuelta de tuerca más.
Conservó elementos básicos (la épica, el lirismo), pero introdujo la violencia descarnada, la suciedad física y moral.