Tenía muchas esperanzas puestas en esta peli de espías con toques eróticos.
Ese cartel con el rostro de Jennifer Lawrence sobre fondo rojo me atraía.
Pero la peli es un fraude y una decepción.
Se supone que se desarrolla en la época actual, así lo delatan los móviles que aparecen, pero hablan del padre estado como si el comunismo siguiera vivo y usan disquetes como si estuviéramos en los ochenta.
Da la impresión que han cogido un relato de la Guerra Fría y lo han adaptado de forma chapucera a los dos mil.
Hay escenas muy bochornosas en la peli, especialmente las dedicadas a la Academia de Gorriones.
Sentía la extraña sensación durante todo el metraje que me estaban tomando el pelo. Un producto de diseño que combina erotismo (del malo), con violencia (gratuita), con una trama de espías dislocada por el tiempo.
He aprendido que los buenos relatos de espías son los que se mueven en la ambigüedad moral de los protagonistas, donde no hay buenos ni malos, o más bien todos son malos en un oficio que tiene poco o nada de noble.
Aquí hay dos bandos el americano de las libertades y el ruso el de la dictadura del estado.
Con sicarios soviéticos despiadados y espías made in USA bondadosos.
Nunca he sido muy fan de esta Jennifer y tampoco esta peli me ayuda a mejorar en este sentido.
“En ‘Silencio’ es difícil sentir ni frío ni calor ante una narración tediosa (…) todo es monotonía y tiempos muertos. Y el deseo de que acabe de una vez algo inútilmente dilatado.”
Scorsese no es uno de mis directores favoritos.
Es un director demasiado protagonista.
Cuando veo sus películas me da la sensación que se exhibe, que me está demostrando continuamente lo bien que lo hace, con esos movimientos de cámara, con los travelings imposibles, con el uso de la grúa…
Otro defecto es el uso pertinaz de la voz en off, que tanto detesto.
Aún así he seguido toda su filmografía que considero muy interesante.
Es uno de los mejores cineastas vivos.
A Martin siempre le interesó la religión. En 1988 rodó La última tentación de Cristo.
En Silencio nos cuenta la historia de dos misioneros que intentan evangelizar el Japón del siglo XVII, por un lado.
Y por otro todos los métodos que utiliza el poder nipón para doblegar su voluntad.
Es una historia de fe y de resistencia.
La fe que es puesta a prueba de la manera más dura.
Y la resistencia a ser colonizados primero por la religión y posiblemente después por la fuerza militar de las potencias occidentales de la época.
La narración es lenta, demasiado detallista, pero con un atractivo inmenso, por lo que cuenta y por cómo lo cuenta.
Esta vez Scorsese se deja de florituras y realiza una narración más clásica, con una cámara invisible.
Las imágenes de ese Japón feudal son estremecedoras y embriagadoras, barro incluido.
El mensaje de la peli es tan interesante, que da mucho que pensar.
Estamos ante una obra maestra.
Una de las mejores películas de Scorsese.
Solo un consejo: no pongas voz en off, es innecesaria.