Lo normal en una peli es empezar por un guión y después buscar los protagonistas.
Aquí con los protagonistas se ha hecho un guión…
Es un vehículo para el lucimiento de Berto Romero y Andreu Buenafuente.
Berto es un tío con gracia, tal vez actor de un solo personaje, pero invita a la risa.
Andreu, nunca me ha caído bien, me ha parecido endiosado. Mi sorpresa es que su interpretación, de un fracasado, es convincente y aporta el aspecto amargo a la historia. Capaz de todo para poder pagar la ortodoncia a su hijo y conseguir mantener un mínimo de dignidad que la vida y la crisis le han robado. Es lo más interesante de la peli.
Los momentos más cómicos los protagoniza Romero, pero la peli cae en muchas escenas en la astracanada barata de mercadillo, con una penosa sensación de vergüenza ajena. Humor caduco y decadente.
Reconozco que me partí de risa en varios momentos, pero en otros oía reír a toda la sala a carcajadas y a mí no me hacía la menor gracia.
La peli sabe meterse al público en el bolsillo y si entras en el juego, te lo puedes pasar bien.
La historia de fondo es más que interesante. Dos hermanos, ahora reñidos, que obtuvieron popularidad en el mundo musical de los noventa y en la actualidad sufren de ostracismo y necesidad. La cantidad de diez mil euros por dar un pregón de pueblo les hace reconciliarse de nuevo.
Jorge Sanz está impresionante, con un dominio de la situación total, interpretando a ese estilo de político, alcalde de pueblo, chulo y engreído, prototipo de una generación de ediles que han puesto el municipio a su disposición.
Hay errores de racord y de guión incomprensibles.
Al principio aparece un cabritillo con sus cuernos y todo que después se cenan afirmando que es un cordero.
Mezclar Semana Santa, con cofrades procesionando, con fiestas populares, pregón y lanzamiento de cabra de campanario incluidos, es ridículo.
La peli resulta claramente decepcionante, penosa en ocasiones, vergonzosa en otras y divertida esporádicamente.
Salvo a todos los actores, sin excepción, incluido Buenafuente.
Esta peli familiar plantea el enfrentamiento natural entre dos modelos de masculinidad.
Will Ferrell representa el buen padre, esforzado con sus hijos (hijastros en este caso), detallista, cariñoso, preocupado, implicado, pero soso, pasado de kilos y flojucho.
Mark Wahlberg es el guaperas, musculado, que no suda, solo expele testosterona, va en motaca, es el malote que encandila a todas…
Aquí la pregunta no es con quién se quedaría la madre, tal vez por que la respuesta es obvia, sino con quién se quedarían los hijos.
Con este planteamiento las escenas cómicas se suceden con más bien poco éxito. Mejores las más gamberras e insufribles las más tópicas.
Yo siempre hubiera querido ser como Wahlberg, pero la naturaleza y los carbohidratos me han dado un cuerpo a lo Ferrell.
Que nos queda a los gordos y feos: solo ser buenas personas. Que se puede decir de nosotros, pues cosas como: es muy trabajador, es simpático, es buen padre…
Pero quede claro que a todos nos gustaría ser musculosos y guapos y que se dijera de nosotros: “está como un queso” o “es un desastre, pero está taaaaaan bueno”.
Cuando era más joven le decía a mi madre que me hubiera gustado mucho ser guapo, a lo que mi madre me respondía: “otras cualidades tendrás“.
Volviendo a la peli.
Me reí ocasionalmente, me aburrí muchas más veces y el final me resultó insoportable y ñoño, muy norteamericano.
Reconozco que la presencia de Alessandra Ambrosio en la última secuencia de la peli me resultó muy reconfortante. Pongo dos fotos al, final del post (no puedo evitarlo).