No puedo evitar que las distopías o ucronías me entusiasmen.
Las pelis de nazis siempre me han atraído.
La combinación de estas dos cuestiones está claro que me tenía que encantar.
La idea de un mundo dominado por alemanes y japoneses que han ganado la Segunda Guerra Mundial es estupenda.
La presentación de esta realidad alternativa es muy atractiva.
Solo la ambientación y la descripción de estas sociedades ya tienen máximo interés.
Eso es lo que mejor funciona en la serie.
Pero también ruedan bien las intrigas de “alta política”.
Los personajes están bien construidos en ese ámbito.
Lo que peor funciona son las cuestiones de la Resistencia, con personajes más simples y con una protagonista Juliana Crane que se pasa todo el metraje lloriqueando, sin terminar de definirse, que no se mueve por fines patrióticos sino sentimentales.
He deseado que se la cargaran, de hecho nadie la quiere, pero no hay manera.
El toque fantástico, le da un atractivo aumentado. Confunde y despista, pero hipnotiza.
El macguffin es claramente las cintas, que no entiendo, ni entenderé supongo, pero que es chulo.
El final de la segunda temporada es apoteósico.
Un final que podría ser un perfecto colofón, pero supongo que habrá tercera temporada.
Es curioso que las peores fueran las dos primeras.
Carrie intenta llevar una vida normal con su hijita y su trabajo en una ONG.
Pero el destino, y ella que es una busca líos, se lo impiden.
El tema central de esta sesión es el poder de los servicios secretos sobre la política.
Se conjura una compleja trama para desbarajustar las buenas intenciones de la Señora Presidenta Electa de los USA.
Como ya va siendo costumbre Carrie Mathison se enfrenta a problemas personales muy graves y al lío de conspiraciones. Una sufridora.
Su trastorno bipolar tampoco ayuda, aunque estos capítulos tienen un valor secundario.
Se habla del poder real, del uso de las redes sociales para crear estados de opinión, del papel de la prensa tradicional, del uso del terrorismo para restringir las libertades y de la manipulación de la verdad.
Un aspecto positivo de la serie es que deja, hasta cierto punto, cerrada la trama.
Claire Danes está estupenda y sobre ella descansa el mayor peso de la serie.
Carrie Mathison quiere llevar una nueva vida en una Fundación, pero su pasado le persigue.
En esta temporada el escenario fundamental es Berlín.
Además de terroristas, de la CIA y de la inteligencia alemana y rusa, contamos con la intervención de la prensa y de los hakers.
Estos dos elementos son actores fundamentales en el teatro del terrorismo internacional y en su lucha por parte de los estados.
La serie desde la tercera temporada no ha perdido interés.
Se incorporan nuevos personajes como la jefa de la CIA en Alemania (Miranda Otto dando vida a Allison Carr) o los espías rusos y disfrutamos (o padecemos) con los ya conocidos.
Carrie vuelve a utilizar su fase maniaca para intentar comprender la realidad, su patología psiquiátrica sigue muy presente.
Los últimos episodios son escalofriantes, interesantes e insoportablemente realistas.
Los atentados de París y Bruselas están presentes en el visionado de la serie que fue realizada antes que sucedieran.
Como ya es costumbre se nos plantean problemas morales en la guerra contra el terrorismo de un calado trascendente.
Hemos visto las cinco temporadas de tirón.
Ya es hora que Elena y yo cambiemos de registro.
Además no nos queda más remedio porque aún no está completada la sexta temporada.
Nos despedimos de momento de la extraordinaria y maravillosa Claire Danes, el alma de la serie, y del resto de los protagonistas, de alguno definitivamente.
Los que se animen a verla que se salten la segunda temporada, incluso la primera.
Esta quinta es estupenda.
Claramente estamos viviendo una edad dorada de las series.
Las dos primeras temporadas fueron muy regulares, especialmente la segunda. La tercera mucho mejor. Esta cuarta excelente.
Carrie Mathison mete el cuezo hasta la ingle y se carga a todos los invitados a una boda para intentar eliminar a un afamado terrorista.
Consigue que se la nombre Jefa de zona de la C.I.A. en Pakistán…
En esta temporada pasan mil cosas.
Investigaciones de la Agencia con una falta absoluta de escrúpulos y de moralidad para obtener objetivos antiterroristas, sin importar la legalidad y la justicia.
También hay de la vida privada de la protagonista con su niñita a la que deja en segundo plano. La hijita es clavada al padre.
La serie ocasionalmente nos da la visión de los terroristas y no es complaciente con el espionaje norteamericano.
Los desastres se van acumulando y nos hacen vivir estupendos momentos de tensión.
De hecho, Elena y yo nos hemos zampado los doce episodios, de casi una hora, en una semana.
Claire Danes está impresionante, componiendo un personaje con muchas sombras, con el que a veces empatizas y en ocasiones aborreces.
Rupert Friend interpretando al agente de campo Peter Quinn es un elemento muy turbador e interesante, espero verlo en las próximas. Por cierto, mucha tensión sexual no resuelta.
Me alegra mucho que Nicholas Brody haya desaparecido de la trama. ¡Qué gran acierto eliminarlo!
Aunque hecho de menos a su esposa Jessica Brody, interpretada por la magnética Morena Baccarin, ahora de moda por su intervención en Deadpool de Tim Miller.