Se trata de una biografía de J.D. Salinger, el escritor de El guardián entre el centeno.
Esta novela no ha sido llevada al cine por expreso deseo de su autor.
No conocía nada de este novelista y la peli me ha interesado.
La parte inicial en la que recibe aprendizaje de su maestro y mentor interpretado por un poderoso Kevin Spacey es muy potente, con momentos brillantes.
Se aprende mucho de cómo ser escritor.
La peli decae cuando el personaje protagonista pasa por su crisis personal después de la Segunda Guerra Mundial, el film también entra en crisis.
El tercio final resulta muy episódico, debilidad de todos los biopics.
Lo dicho, me gustó conocer de este personaje, del que desconocía todo.
El biopic es un género complicado, casi todos resultan demasiado episódicos.
El debutante Matt Brown se empeña en llenar su relato de momentos intensos. Ya sabéis los actores ponen cara de emoción, la música de cuerda (tararí tararí), primeros planos… Estilo pastelón para conseguir mover emociones en el espectador.
Eso funciona cuando no se le ve el plumero, pero aquí canta demasiado.
La peli está repleta de tópicos. Alguno me encanta como la suegra que esconde las cartas de la nuera, ¡qué bonito!
La tuberculosis es tratada como era de esperar. Sucede y presenta los síntomas siempre vistos en el cine.
Dev Patel demuestra sobradamente que es un pésimo actor, despertando sentimientos opuestos a los que pretende. Su presencia resulta francamente irritante.
Jeremy Irons hace lo que puede en medio de este desaguisado, demuestra su valía de buen actor.
Tampoco favorece nada el interés del espectador que el tema de fondo, las matemáticas, parezcan, no una ciencia, sino una religión.
Seguimos con el ciclo casero dedicado a Edgar Neville.
Con cada peli que veo me asombra más. En ésta me da la impresión que ha tomado el pelo a todo el mundo.
Con un cierto tono hagiográfico nos presenta al personaje, que dio nombre a un barrio de Madrid, como un individuo astuto, negociante, pero también especulador inmoviliario y bursátil, trapisondista, que realizó tráfico de influencias, uso de información privilegiada…
Si viviera en estos tiempos sería socio de Urdangarín o de Bárcenas y posiblemente compartiría celda.
La peli tiene un tufo machista muy declarado.
Mis dudas.
¿Neville presentó al personaje de esta manera apreciando como cualidades sus actos delictivos?
¿Era consciente de su apuesta y tomó el pelo a todo el público de la época y a la censura?
¿Denuncia la discriminación de la mujer?
Me saldría una buena entrevista a este director…
Los actores, Conchita Montes, Alfredo Mayo y Guillermo Marín, estupendos. Conchita siempre maravillosa. Alfredo Mayo era un muy buen actor. Y Marín uno de los grandes secundarios del cine de la época.
Hablaré primero del personaje (brevemente) y después de la peli.
Lady Diana Spencer, Princesa de Gales, me despierta la misma compasión que cualquier otra persona que haya muerto prematuramente.
Se dice que llevó una vida triste y no fue feliz. ¿Cuántas mujeres son abandonadas por su marido y además pasan hambre y necesidad y aún así salen adelante?
Diana ni pasó necesidad, ni nada parecido. Vivió en la opulencia y posiblemente en el despilfarro. Si no fue feliz es que, tal vez, fuera un poco torpe. Muchos con menos son felices.
Que contribuyera en acciones humanitarias me parece fenomenal. Pero es muy fácil hacer explotar una mina o dar un abrazo a un niño herido y luego dormir esa misma noche en un hotel de cinco estrellas. Que su labor a nivel mediático tuviera repercusiones, no lo dudo.
Para mí tiene valor la acción de sanitarios que dentro de Medicus Mundi, por poner un ejemplo, trabajan y viven en condiciones pésimas (iguales a la población que atienden) ayudando físicamente y de manera directa a quien lo necesita. O sin ir más lejos, voluntarios de Cruz Roja o de Cáritas que emplean su tiempo en colaborar con los demás.
Ninguno sale en la tele y son merecedores de nuestro reconocimiento mil veces más que reinas y princesas que con dar un beso a un niño se ganan la admiración de los consumidores de propaganda divulgada por la caja tonta.
Pasemos a la película.
No sé si será verdad o no la historia de amor que nos cuenta Oliver Hirschbiegel pero resulta de los más empalagosa y fallidamente sensiblera. La cantidad de edulcorante por frame es tan alta que podría causar graves complicaciones a cualquier diabético y esta grave enfermedad a quien no sea.
Este director es conocido por haber participado en series de televisión como los Borgia o la inefable Rex: Un policía diferente. En su haber figura la realización de la muy apreciable El hundimiento.
Aquí perpetra un drama romántico enfocado a no destacar ni un solo defecto de su personaje protagonista (la nombrada princesita). Dejando a parte algunos episodios, realmente inverosímiles que ofenden la inteligencia, la trama resulta de muy escaso interés.
Todo está pensado para ensalzar la figura de la protagonista.
El termino hagiografía se refería en origen al relato de la vida de los santos. En la actualidad también se aplica a las de personas que, para su biógrafo, reúnen méritos tan excepcionales y están a un nivel tan separado del resto que en la práctica se les trata como a santos.
Decir que este relato es hagiográfico sería quedarse corto. A Diana se la presenta perfecta.
Además me resulta repugnante el recatamiento que se tiene para evitar ver, ni por asomo, desnuda a la princesa.
Su factura es de telefim-basura pero con más medios (mal empleados).
Naomi Watts, que es una muy buena actriz, hace lo que puede con su papel. Intenta imitar andares y gestos de Diana pero su personaje resulta indigesto.
Primeramente se pensó en Jessica Chastain pero no pudo hacer este papel por cuestiones de calendario.
Naveen Andrews interpreta al doctor Dr. Hasnat Khan. El personaje resulta increíble y repulsivo, con una pedantería insoportable, repitiendo sin cesar que se dedica a salvar vidas. Al actor lo conocemos de la serie Perdidos.
Mi intención era ver El Hobbit: La desolación de Smaug pero había una cola inmensa y llegué a la taquilla más tarde de la hora de inicio y la opción horaria más conveniente era ver este bodrio. Debía de haber dormido menos siesta.
Confucio es una superproducción china dirigida por Hu Mei y protagonizada por Chow Yun-Fat, actor bastante conocido.
La peli es un galimatías, se habla de reinos, de reyes, de territorios, de señores feudales y como todo suena parecido y encima los actores como son chinos se parecen mucho. Vamos que no hay manera de aclarase. Cuando aparece un nuevo escenario se anuncia con un letrerillo pero eso ayuda más bien poco.
Los episodios son inconexos y las elipsis se entienden poco. Pero aún así hay partes de la peli que son vibrantes y entretenidas. Alguna batallita espectacular con muchos extras y mucho vestuario.
Muchos personajes son simplistas muy al estilo oriental como infantiles.
Chow Yun-Fat, el prota, es un actor famoso que ha intervenido en alguna de Piratas del Caribe y en Tigre y Dragón entre otras muchas, lo hace bien, de manera convincente.
Lo que podía haber sido una gran peli con grandes medios se queda en una peli irregular que no termina de cuajar en su conjunto.