En la primera entrega de esta saga (The Purge: La noche de las bestias – 2013) en la velada en la que el delito es legal, se planteaba una cuestión cotidiana, la envidia entre vecinos.
En la secuela (Anarchy: La noche de las bestias – 2014) veíamos como el Estado aprovechaba esa noche de horror para eliminar pobres.
Aquí la saga adquiere una dimensión política.
La idea es sensacional y atractiva.
Esa América distópica que se nos presenta no está tampoco muy lejos de la realidad de las noticias.
De vez en cuando se produce un tiroteo, o se asalta una discoteca, o la policía asesina a un negro impunemente.
Es un país, como decía el Padrino, en el que se consigue más con una pistola que con una palabra amable.
DeMonaco nos presenta unos personajes simplistas, esculpidos a martillazos. Estereotipos más que personas.
Pero toma partido por los más pobres, los extranjeros, los negros. Y eso me gusta.
Aunque la senadora salvadora es blanca y rubia.
La peli tiene un aire onírico, psicodélico que resulta embriagador ocasionalmente.
Fascinantemente purulentas las tomas de esas calles la Noche de la Purga.
Al final la narración adquiere tintes más macabros, con menos interés, introduciéndose en algo parecido al cine de sectas.
Me sentí francamente insatisfecho. Se podía haber hecho más.
Tal vez mi cuerpo me pedía más purga, más sangre, más barroquismo.
Si es que cuando el delito es legal, me vuelvo insaciable. (En tono de ironía, vale).
Muchos besos y muchas gracias.
Crítico de Cine de El Heraldo del Henares
Colaborador de Esradio Guadalajara y Alcarria TV
Canal de YouTube: HolaSoyRamónVídeos
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