Está claro que el tema de la familia da para mucho y atrae a Julio Médem.
A través de la memoria de una pareja se reconstruye el pasado de dos familias unidas por lazos diversos.
Hay en la peli un esfuerzo por hacer pensar al espectador sobre estas relaciones. Como las preguntas de familiares. ¿Qué es para ti el padre del hermano de tu esposa? ¿Qué relación tienes con el hijo del hermano de tu madre?
La trama se basa en el relato de un culebrón con bodas, accidentes, delincuencia organizada, trasplantes, caciques y literatura.
Si la dirección hubiera sido plana, estaríamos ante una peli insignificante, pero en manos del maestro Médem con esos planos tan potentes, con esos juegos de interposición de secuencias, de relatos paralelos, pero diferentes, resulta embriagante.
Hay un estilo visual muy potente, con una música arrebatadora y una la historia, contada como un puzzle, que maravilla.
La apuesta del donostiarra resulta muy arriesgada, se mueve al borde del precipicio del ridículo, pero no cae, se sostiene de manera sólida, lo que le da más mérito aún.
Me hablaron de una peli aburrida, para mí ha sido todo lo contrario. Cuando llevaba noventa minutos de metraje, pensaba que ya me lo había contado todo, pues me equivocaba, la peli se va más arriba para terminar emocionando.
No es una peli fácil, de narrativa lineal, hay que pensar y meditar sobre estas relaciones laberínticas que nos ofrece la cinta.
Me encantan los contrastes de esas familias vasca, andaluza y catalana. Con esas bodas tan diferentes.
La presencia del ganado vacuno tiene una importancia capital, con un vigor, en esas imágenes en las que aparece, impresionante.
Veo mucho más lucidas a las actrices que a los actores.
Muy competentes Úrsula Corberó, Najwa Nimri, Patricia López Arnaiz y Maria Molins.