Claro está que le interesa la historia reciente de España.
Hemos paseado por la Expo de Sevilla, la Transición y con ésta por la corrupción en la época de González.
El hombre de las mil caras funciona bien como relato periodístico de esa fuga del Director de la Guardia Civil.
Una trama que no termina de cerrar la historia dejando resquicios para las dudas.
Toda la peli está impregnada de un aire socarrón, con un fino humor subterráneo que me produjo alguna carcajada que nadie del público, que medio llenaba la sala, acompañó.
Varios factores lastran esta peli que no termina de ser redonda.
Por un lado la machacona voz en off que insiste en explicar lo que ya observamos, la mayor parte de las veces innecesaria.
Por otro la interpretación de Carlos Santos como Luis Roldán que no resulta convincente.
Es difícil meterse en la piel de un personaje que tenemos tan visto y que todos recordamos, tal vez esa sea la mayor dificultad que impide que identifiquemos el actor con el personaje.
En cambio Luis Callejo está soberbio metido en la piel de un Juan Alberto Belloch que parece el de verdad. Muy gracioso que le llamaran el cochero de Drácula, lo cierto es que lo parece.
No deja de impresionarme lo buen actor que es Eduard Fernández.
El Paesa que interpreta es un fullero, un timador de altos vuelos, un producto típicamente hispano. Un pillo listo que se llevó una pasta.
Esta superproducción española supone una gran novedad en la historia actual del cine patrio: habla sobre el colonialismo español.
Recuerdo bien cuando se independizó Guinea Ecuatorial.
En el año 68 era un crío, pero tenía uso de razón.
Los telediarios de la época ofrecieron la independencia como un acto de “generosa justicia de España”.
Había un programa semanal que se llamaba Por tierra, mar y aire, dedicado a las fuerzas armadas.
Hubo un especial de cómo el ejercito español había formado a las tropas guineanas.
Como veis a los 10 años devoraba toda la tele que se me ofrecía.
La realidad es que con la independencia se pasó de un colonialismo tradicional a una dictadura cruel, la de Macías que tres años después de la independencia se proclamaba “Presidente Vitalicio”.
Efectivamente fue de por vida hasta que su sobrino dio un golpe de estado y lo asesinó.
Volviendo a la peli.
Palmeras en la nieve nos presenta una historia de amor apasionado y adúltero entre un español y una africana.
Pero lo que más interés tiene es el trasfondo de la colonia española que nos da una visión inédita de esta etapa de la historia.
Hay una inquietante tendencia hacia el melodrama en esa historia romántico-trágica que me resulta molesta.
La peli cuenta con un gran acierto: la interpretación de la portentosa Macarena García, que está incomensurable. Roba cada plano en el que aparece. ¡Te idolatro!
Pero hay dos grandes errores:
Adriana Ugarte, que aunque figura como protagonista tiene un papel breve y poco importante. Esta chica tiene la rara habilidad de poner caritas sobreactuadas que destrozan el personaje. Afortunadamente sale poco.
Mario Casas es la gran equivocación de la peli. El protagonista de la trama es incapaz de trasmitir otra sensación que la de ridículo continuo. Incompetente para comprender su personaje va luciendo palmito en una actuación que parece premeditadamente esperpéntica.
Es la gran cagada de la peli que la desmonta y la llega a hacer insufrible.
Supongo que la base literaria es mejor que la peli, como suele ocurrir, pero creo que se consigue una buena ambientación y la mayoría de los actores sacan adelante su papel, con las excepciones citadas.
Hay un error en la cronología de la historia.
Kilian aparece como un viejo demenciado de más de setenta años en el comienzo de la historia.
Cuando Clarence viaja a Guinea encuentra al hijo de Kilian que parece tener unos veinte años.
Si el protagonista estuvo en la colonia con treinta años, como mucho, solo tendría cincuenta y no setenta.
Y Clarence debía ser menor.
(Creo que no me explico bien, lo siento).
La peli se hace larga y el tono es más de serie de televisión, que tal vez hubiera sido su formato más conveniente.
Javier Ruiz Caldera resucita a Anacleto, el espía más cañí del imaginario de Manuel Vázquez Gallego y Bruguera.
Hay algo muy nuestro en estos personajes.
La historia es una trama típica de espías aunque cocinada con ajo y aceite de oliva virgen.
La estructura de comic pasa a segundo plano para ofrecernos lago más realista.
Un padre agente secreto en una organización cutre de funcionarios esperando la jubilación: Imanol Arias espléndido en plenitud de facultades.
Un hijo con la pereza como norma de vida: Quim Gutiérrez, actor de un solo registro que casualmente coincide con el de su personaje.
Una novia del muchacho que quiere recorrer mundo, aunque lo que de verdad le gusta es mantita y sofá: una adorable Alexandra Jiménez, con una magnífica vis cómica.
Un cuñado declaradamente torpe: Berto Romero interpretándose a sí mismo, desternillante.
Un archienemigo que como suele ser habitual roba todos los planos en los que aparece: Carlos Areces formidable, un auténtico genio del humor. Su sola presencia ya produce hilaridad. ¡Eres muy grande Carlos!
La peli es graciosa, divertida y hay un retrato certero de la torpeza y el cutrerío nacional.
Durante cinco días se celebrará en Guadalajara su Festival de Cine Solidario, será su duodécima edición.
Este festival proyectará más de 90 cortos seleccionados entre los 777 presentados.
En la Sección Oficial se presentarán 28 cortos.
El jurado compuesto, entre otros, por Emilio Gutiérrez Caba, Natalia Mateo y Ramón Langa se reunió en torno a una mesa para decidir los dos premiados que junto con el Premio del Público conformarán el palmarés.
La Sección de Requetecortos es una de las que más público atrae, son minipelis de menos de 6 minutos.
Las proyecciones se realizarán en el Auditorio Buero Vallejo a partir de las 17.30, excepto el sábado que comenzarán a las seis de la tarde.