Hacía muchos años que había visto esta peli. La recordaba en blanco y negro y pensando, pensando caigo que la vi en la tele cuando aún no la teníamos a colores, supongo que a mediados de los setenta.
El verla en color me ha sorprendido mucho. El rojo domina muchas escenas y el fuego es sorprendentemente brutal.
Hay elementos muy valiosos en esta peli.
La música de Bernard Herrmann es inconfundible y me ha transportado a un universo muy de Hitchcock.
Otro elemento que también me ha recordado al director de Vértigo es una actriz interpretando dos papeles contrapuestos, una bellísima Julie Christie.
Se nos presenta un futuro distópico con aire retro muy atractivo.
La tele es presentada como elemento de adoctrinamiento y de diversión alienante en contraposición con la lectura como estimulante del intelecto y del pensamiento.
Las amigas de Julie se muestran hipersensibles ante la lectura del relato, están acostumbradas al adormecimiento de la mente con cuestiones banales que son el núcleo de las imágenes televisivas.
Este relato me parece tremendamente actual. La caja tonta como entretenimiento de masas con vocación insustancial.
Reconozco elementos muy de François Truffaut, con esa dirección pararentemente fría y distante, dejando al espectador libre para que juzgue por sí mismo.
Esta vez sí que aciertan los del Cine Club Alcarreño ofreciéndonos este didáctico documental.
Esa famosa entrevista que duró 8 días en la que los dos cineastas conversaron, comieron, cenaron y posiblemente hasta durmieron juntos, cambió la percepción del Maestro del suspense.
Hitchcock había sido considerado un director “popular” de películas comerciales. Tuvieron que venir los críticos franceses para elevarlo a la categoría de autor.
Comentan la obra de Hitch directores tan afamados como David Fincher, Martin Scorsese, Wes Anderson, Richard Linklater, James Gray, Olivier Assayas, Kiyoshi Kurosawa, Peter Bogdanovich, Arnaud Desplechin o Paul Schrader.
Una magnífica lección de cine.
Aunque tampoco aporta mucho más que la lectura del libro “El cine según Hitchcock“.
Antes de comenzar la peli me las di de listo.
Comenté con mi amigo Daniel que el libro era una recopilación de entrevistas que Truffaut había realizado a lo largo de varios años en los que conversaba con Hitchcock. Era lo que pensaba.
Él, acertadamente, me lo negó.
Cuando comenzó la proyección la peli le dio la razón a mi compañero de butaca.
Se oyó en la sala una exclamación, más bien un ruido, de satisfacción.
Este movimiento artístico surge cuando muchos de los críticos y escritores de la revista especializada “Cahiers du Cinéma” (Cuadernos de Cine) -fundada en 1951 por André Bazin– deciden incurrir en la dirección de filmes hacia finales de los años cincuenta, tras haber desempeñado la profesión de guionistas durante los años precedentes. Tales son los casos de François Truffaut, Jean-Luc
Reveo esta peli después de que se mencionara en la última sesión de coloquio del Club amigos del Cine.
La primera vez que la visioné fue en la transición en un cine de Arte y Ensayo, muy posiblemente en el cine Eliseo en Zaragoza. Años más tarde, en los ochenta, la vi en la ahora denostada televisión pública en la Dos en un ciclo dedicado a su director.
Si soy capaz de recordar estos datos es porque desde la primera vez me subyugó y por eso se quedó impreso su recuerdo para siempre. La hemos visto en casa varias veces más.
François Truffaut nos presenta de manera descarnada, realista pero para nada sentimentaloide la vida de Antoine Doinel, personaje mítico de la historia del cine.
Es imposible no empatizar con Antoine. Niño malquerido, no deseado, castigado por un profesor intransigente y abandonado por unos padres egoístas e intolerantes incapaces de preguntar a su hijo el porqué.
Antoine es un niño travieso, inquieto, pero en él no hay en absoluto maldad.
Despierta una ternura y una compasión inmensas. Pero es un muchacho fuerte y decidido con una claridad de ideas asombrosa y con un espíritu de lucha admirable, aunque destila candidez.
Detrás de las peripecias de su protagonista está el retrato social de una época.
Antoine Doinel me sacaría a mí 10 o 12 años. Su entorno en los cincuenta en Francia me parecen equivalentes a los sesenta en España. Las calles, los abrigos, las clases me resultan familiares. Tal vez la disciplina en mi época era mayor por ese universo gris de franquismo y nacionalcatolicismo que lo impregnaba todo. La ausencia de símbolos religiosos en la vida de Antoine Doinel es una gran diferencia.
François Truffaut rueda con extraordinario vigor, como buen conocedor de la técnica y del lenguaje del cine. Usa planos cenitales, travelings, planos-secuencia, todo con elegancia y saber hacer. Los primeros planos son escasos y medidos, recurso que detesto y que ahora se usa en exceso.
Rodar en exteriores, en ambientes reales fue muy usado por los cineastas de la Nouvelle vague. Para evitar cargar con voluminosos equipos de sonido estas escenas se rodaban sin ruido ambiental que luego se añadía en el montaje.
El título de la película proviene de la expresión francesa “faire les quatre cents golpes” que significa “vivir una vida salvaje”, como lo hace el personaje principal. La traducción literal de la expresión sería “hacer los 400 trucos sucios”.
Todos los jóvenes actores que, sin éxito, audicionó Truffaut, para el papel de Antoine fueron utilizados en las escenas del colegio.
François Truffaut hace una pequeña aparición en la película. Acompaña a Antoine en la atracción de feria y después se le ve fumando un cigarrillo en la calle.
La interpretación de Jean-Pierre Léaud es prodigiosa. Truffaut tardó mucho tiempo en encontrar al actor adecuado.
Si consigo el resto de las pelis de la saga de Antoine Doinel las veré.
Os pongo al final un vídeo con una versión del tema de Luis Eduardo Aute de Cine, cine más cine por favor. Una canción maravillosa.
Al comentar esta peli se puede caer en la tentación de hablar del Mago del suspense, o del cine dentro del cine (que ya es un género), o hablar de Psicosis y terminar sin hacer una crítica de esta producción.
Hitchcock es posiblemente el mejor director de la historia del cine y puedo presumir haber visto todas sus películas, incluidas las de su etapa inglesa, y tener los vídeos. Elena es una gran admiradora.
Alfred fue muy conocido en su época gracias sobre todo a la televisión y a su serie mítica Alfred Hitchcock presenta, que por cierto he visto enteramente. Antes, como ahora, eran más conocidos los actores que los directores pero el director de Los Pájaros supo impregnar sus pelis de un sello personal además de innovar. Hace poco más de un año leí El cine según Hitchcock que es una recopilación de más de 50 horas de entrevistas que François Truffaut fue realizando a lo largo de varios años.
A Hitchcock le divertía pensar la película, cuestión que hacía hasta el más mínimo detalle y lo plasmaba en el guión y en minuciosos storyboard. Filmar la película le aburría porque ya la tenía en la cabeza. Utilizó todos los recursos del lenguaje cinematográfico para impresionar al público. Decía que el cine son 200 butacas por llenar.
El cine dentro del cine ha dado grandes películas, desde Cantando bajo la lluvia, pasando por La noche americana, hasta las recientes The Artist o Mi semana con Marilyn. En la que ahora nos ocupa se representa bien todo el proceso de elaboración de una película. Desde la idea, la producción, el guión, el reparto, los retoques al guión, el rodaje, el montaje y la promoción. En el caso de Psicosis todos estos procesos fueron controlados por Hitchcock.
Psicosis tiene muchos aspectos interesantes y es digna de estudio por los más cinéfilos. Ya se ha hablado mucho del montaje de la ducha en el que en 45 segundos hay 72 planos. O que la protagonista fallezca antes de la mitad de la peli… Todo ello está bien visto en esta Hitchcock y también el uso de las transparencias y la crueldad del director con sus actores.
La peli de Sacha Gervasi es entretenida e ilustrativa y recoge bien todo lo que llevo comentando pero es sobre todo un homenaje a Alma Reville que fue montadora, guionista, script y supervisora de muchas pelis y en todas las de su esposo. Pongo un vídeo de 1979 en el que Hitchcock dedica el premio a su compañera.
Helen Mirren interpretando a Alma es la verdadera protagonista de la peli.
La caracterización de Anthony Hopkins ha sido muy criticada pero a mí me gusta y me hace olvidar que es un actor en el pellejo de Hitchcock.
El gran director de cine social es sin duda Ken Loach.
En esta peli Icíar Bollaín se convierte en Ken Loach y en François Truffaut, los dos en una, para rodar una película vibrante, emocionante, interesante y emotiva.
Es la producción más ambiciosa en la que se ha metido la directora con niveles de superproducción y sale más que airosa.
El guionista es Paul Laverty que ha escrito la mayoría de los libretos de las pelis de Loach.
Todos los actores está magníficos pero hay que destacar a Karra Elejalde con un papel muy lucido y entrañable y a Luis Tosar que después de Celda 211 está en el Olimpo de los grandes-grandes y que aquí vuelve a estar inmenso. Su transformación de productor cínico a hombre comprometido es emocionante.
Comentar que los actores indígenas están también estupendos.
Al hablar de cine social, alguien podría pensar en cine panfletario o militante. Para nada. También la lluvia es cine con mayúsculas, del que entretiene y te llega a las entrañas.