Mi amiga Chona, gran amante del cine francés, me la recomienda encarecidamente, al tiempo que me reprocha mi animadversión al cine francés.
La historia de este disidente iraní está contada en clave de humor.
Siempre las grandes comedias son dramas disfrazados. La clave está en el tono.
¿Se puede hacer humor de todo?
La respuesta es: depende.
Yo, por ejemplo, no encuentro la gracia en la reiteración de escenas de tortura.
No solo me parece de mal gusto, sino que además no me da ninguna gana de reír.
Conecto, en ocasiones, con el humor negro de la peli, pero en otras muchas se me cae totalmente.
Pero lo que me chirría de manera absoluta son los supuestos momentos dramáticos, metidos con calzador, con una clara sensación de impostura.
Banaliza el drama de los perseguidos políticos, riéndose no solo de las situaciones, sino de las personas.
La parte final, que se desarrolla en Francia con ese buenismo edulcorado, falso, irreal, es lo peor.
Lo siento, Chona, volvemos a discrepar.
Muchos besos y muchas gracias.
Crítico de Cine de El Heraldo del Henares
Colaborador de Esradio Guadalajara y Alcarria TV
Canal de YouTube: HolaSoyRamónVídeos
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