Esta peli de Michel Gondry es la antítesis de la comedia romántica.
Lo habitual en este género es el relato del inicio de una relación que promete ser feliz. Aquí se nos plantea el final cuando el amor ha desaparecido y solo queda el hastío.
Se plantea la pregunta: ¿si te borraran de la memoria todos los recuerdos de una relación, valdría la pena volver a vivirla sabedores que su final no va a ser muy prometedor?
El planteamiento es original y la mezcla de géneros, tal vez, funcione.
La combinación continua de recuerdos y tiempo actual, puede despistar, aunque yo conseguí seguir el hilo.
El pelo de Clementine Kruczynski ayuda a situarte temporalmente. Va cambiando de azul, naranja, rojo, verde y marrón.
He tenido un problema grave viendo esta peli. Mejor dicho dos.
Kate Winslet me resulta absolutamente insoportable. Cuando se hace la guay, cometería algún acto delictivo. Cuando se pone dramática me altera la función intestinal.
Esta chica me parece repulsiva. Hay en ella un cierto aire de superioridad que me hace tener náuseas.
Como todo el mundo sabe el Titanic no se hundió por un iceberg. La culpa la tuvo Kate Winslet. Su interpretación es la parte fundamental del Manual de cómo destrozar una peli.
Mi segundo problema es Jim Carrey. Este ¿actor? tiene algo en su expresión que me resulta estomagante.
Cuando se pone histriónico no hay quien le gane. Sin comentarios.
Cuando intenta ser contenido, como en esta peli, hay un rictus en su rostro que delata sus ganas de desfogarse.
He de reconocer que aguanto más a Carrey que a la Winslet.
Estoy convencido que ninguno de estos dos ¿actores? van a leer este post, pero si eso ocurriera les pido disculpas. No es nada personal. Son negocios.
Muchos besos y muchas gracias.
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