Mija es una niña que vive en una apartada granja en Corea (del Sur, claro).
Ha criado a una cerda gigante.
Okja más parece un hipopótamo que una lechona, pero se comporta como un perrillo.
Hay una perfecta relación entre ambos. Amistad y compañerismo.
Han sido diez años felices, pero la cerdica solo es un experimento promocional de la empresa alimentaria Miranda.
Se trata de un alegato ecologista y animalista.
Denuncia el maltrato a los animales que luego nos comemos y la experimentación con ellos.
El grupo proderechos animales y la niña son tratados de forma bastante realista, pero la dueña de la empresa alimentaria (la egocéntrica CEO Lucy Mirando –Tilda Swinton-) y, sobre todo el veterinario (un desatado Jake Gyllenhaal), son tratados como personajes de cómic, bastante ridículos.
La peli tiene buenas intenciones, un mensaje realista y sólido, escenas de acción y sentimentalismo bien dosificado.
A mí desde luego me ha influido.
Dejaré de forma definitiva la panceta y temporalmente la ingesta de carne de cerdo.
Como hagan otra peli con una vaca gigante me vuelvo vegano.
He visto esta peli en la vigésimo quinta edición de la Euskal Encounter, siendo mi octavo año de asistencia.
Se ha vuelto más cruel, más insensible y más digital.
El dinero no cumple el viejo axioma que se aplica a la energía. Eso que ni se crea, ni se destruye, solo se transforma.
El vil metal se genera y se esfuma y lo vemos todos los días en la bolsa.
Algo que valía mil, al final del día vale 1050 ó 935.
En este juego perverso del capitalismo jugamos todos.
Todos tenemos acciones, fondos de inversión, planes de pensiones, cuentas corrientes, hipotecas o viviendas adquiridas.
Todos queremos hacernos ricos, o menos pobres dando un pelotazo.
(No conozco a nadie de esos del pelotazo. Esos solo los dan los ricos).
Vivimos también en una cultura de la avaricia.
Queremos tener más y nos olvidamos de vivir mejor.
Los muy ricos quieren hacerse con más dinero y se vuelven insaciables.
Nunca he entendido esa avaricia tan patológica.
Por ejemplo, el señor éste dueño de Zara.
Tiene dinero a espuertas y deslocaliza en países del sudeste asiático para ganar más.
Quédate en tu país crea puestos de trabajo y ayuda a la economía española.
Ganas menos, pero eres un tío horado y benefactor.
Si ya tienes un dineral, ¿para qué quieres más pasta?
No comprendo la avaricia de los que crean cuentas en Panamá o sabe Dios, para eludir pagar impuestos aquí.
Pero si Hacienda se queda un porcentaje de lo que ganas. Solo de lo que ganas.
Vale la pena el oprobio y la vergüenza por unos cientos de miles más o menos.
No es más rico el que más tiene sino el que menos necesita.
Respeto profundamente al que trabaja poco, solo para subsistir y disfrutar de la vida con lo que tiene.
Jodie Foster intenta hablar de estas cuestiones en esta peli.
Aunque ella, (tal vez) no lo sepa, consigue que no me caiga bien ninguno de los personajes.
George Clooney interpreta a una especie de showman televisivo, gurú de las finanzas que como todos los economistas nunca acierta.
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No hace periodismo, hace divertimento barato del de Tele 5.
Le importan las audiencias y su cuenta corriente.
Julia Roberts es la directora del programa Money Monster, telebasura. Lo sabe, pero sigue en ello.
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La ética, la profesionalidad son secundarios ante el dinero.
Jack O’Connell interpreta al tonto que se ha dejado influir por los consejos de un programa de eme y cuando pierde dinero quiere encontrar un responsable.
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Es cierto que lo han engañado, pero se ha dejado engañar.
Él se considera un fracasado y su novia embarazada se lo deja bien claro.
Tal vez creía en el “sueño americano”.
Quería hacerse rico.
No aprecia lo que tiene.
Su novia es estupenda, va a ser padre, tiene salud, pero no es rico.
Es capaz de amenazar con la muerte y la destrucción de una bomba porque no es rico.
Tampoco me puede caer bien.
No deja de ser un miserable.
Aunque Jodie Foster se empeñe en presentárnoslo como una víctima solo se mueve por el dinero.
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Ni todo el dinero del mundo vale lo que una vida humana.
Dominic West interpreta al empresario fraudulento y avaricioso.
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La directora nos introduce una trama rocambolesca de huelgas en minas de platino de Sudáfrica que no tiene ni pies ni cabeza, al final de la peli.
Porque está empeñada en hacer una peli de denuncia social que sea atractiva al espectador para lo que se ve obligada a introducir elementos de thriller.
El grave problema, su grave problema, es que no tiene claro lo que quiere denunciar.
Compone un producto supuestamente seductor.
Musiquilla que te invita a sentir emociones según la escena, montaje trepidante, fotografía saturada, trucos de guión, secundarios molones, escenas de sexo gratuitas…
Jodie has hecho un producto capitalista para que la gente vayamos al cine nos tomemos un litro de Coca-Cola y un bolsón de palomitas y nos sintamos por unos segundos confraternizados con un puto terrorista porque le han timado en bolsa.
¡Estás contenta acabas de contribuir al capitalismo y encima te crees mejor que muchos porque has hecho algo que puede parecer denuncia social!
Dicho todo esto, la peli es entretenida.
Un señor, una fila delante de mí, cuando llevábamos cinco minutos de peli, abrió su tablet y se puso a jugar al Sim City.
No es broma. Me desconcertó. Me cambié de sitio. Me distraía demasiado.
No puedo evitar recordar la versión en dibujos animados de 1967, llena de alegría y vitalidad.
Este remake es técnicamente perfecto, rodado, como dice en los créditos al final, íntegramente en los Ángeles, como si eso fuera un mérito.
La selva y los animales recreados por ordenador son igual de reales que los que aparecen en un documental del National Geographic.
El director de Iron Man 2 le da un tono serio, incluso solemne e inserta las canciones del clásico del 67. Es un contraste chirriante que no entra ni con calzador.
La peli se desarrolla aburrida, solo al final adquiere algo de energía, de fuerza.
Pero lo peor es la escasa credibilidad que da ese pequeño actor a su personaje. Da la impresión que le decían: pon cara de susto, pon cara de miedo, pon cara de alegría y el niño respondía con una mueca.
Porque Neel Sethi no sabe dar vida a Mowgli, pero la culpa no es suya sino del director de casting. El pobre solo tiene 13 años.
La perfección técnica no va unida a la emoción.
Esta peli no resiste comparaciones.
Me dan ganas de ver la de dibujos y olvidarme de ésta.
Viendo los dos carteles se confirma todo lo que he dicho.
Spike Lee nos relata un día en el barrio de Bedford-Stuyvesant en Brooklyn.
En sus calles pululan personajes que son descritos con cierto cariño y que son bien presentados.
Hay un aire caricaturesco en estos individuos.
En este barrio está la Pizzería de Sal (Sal’s Famous Pizza), regentada por un padre y sus dos hijos.
Sal (Danny Aiello) es italoamericano, un hombre de carácter fuerte que ha visto crecer a los jóvenes que van desde niños a comer sus pedazos de pizza, pero su hijo Pino, interpretado por John Turturro, es racista e intolerante.
Cuando salta el conflicto Mookie (interpretado por el propio director) lanza un cubo de basura a la cristalera de la Pizzería. Los negros se lanzan a la destrucción del local, descargando su ira por la muerte a manos de la policía de Radio Raheem.
¿Con ese gesto Mookie impide que Sal y sus hijos sean víctimas (físicas) de la rabia de los residentes?
O tal vez, ¿desate un conflicto que se hubiera podido solucionar?
¿Es el héroe o el villano?
Spike Lee enfrenta las dos posturas en las reivindicaciones raciales: la de Malcolm X y la de Martin Luther King.
No toma posición, pero las dos las admite como posibles.
La peli refleja, de manera certera, el odio racial que habita en el corazón de muchos norteamericanos.
Negros contra chicanos y blancos. Blancos contra negros. Chicanos contra blancos… Y todos contra asiáticos.
El vendedor coreano salva su negocio gritando: “soy negro“.
El retrato aparentemente amable de los personajes es demoledor con la sociedad que habita en ese barrio pobre, donde no hay parques, ni piscinas, ni árboles en las calles.
Donde tres viejos cascarrabias comentan todo el día bajo una sombrilla con el fondo de una tapia naranja.
Donde los niños se duchan con el surtidor de una toma de riego.
Donde un viejo alcohólico salva a un niño de un atropello.
Donde Mookie se escaquea para visitar a su novia Tina (una maravillosa Rosie Pérez)…
Es la realidad norteamericana, ni más ni menos.
Curiosidades:
Spike Lee originalmente quería Robert De Niro para el papel de Sal (Salvatore Fragione).
Pero De Niro rechazó el papel, diciendo que era demasiado similar a muchas de los personajes que había interpretado en el pasado.
Al final el papel fue realizado por Danny Aiello .
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Todas las escenas de los hombres de la tapia (Robin Harris, Paul Benjamin y Frankie Faison) fueron improvisadas.
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Spike Lee escribió el guión en dos semanas.
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El título proviene de una cita de Malcolm X: “Tienes que hacer lo correcto“.
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Esta película fue inspirada por un incidente real en Nueva York, donde algunos jóvenes negros fueron expulsados de una pizzería por algunos jóvenes blancos en un barrio de Nueva York conocido como Howard Beach.
Es el debut en el cine de Martin Lawrence, en un pequeño papel.
Rosie Pérez no quiso que su cara apareciera en la escena de desnudo. Se sintió mal durante el rodaje, llegando a llorar.
Más tarde decidió que no le importaba y apareció desnuda de nuevo en otras películas.
Una escena clave cuando Danny Aiello y John Turturro hablan en la pizzería fue parcialmente improvisada.
El presidente Barack Obama y su futura esposa Michelle Obama vieron esta peli en su primera cita. También habían propuesto Paseando a Miss Daisy (1989).
Hay una pintada que dice: “Tawana dijo la verdad“.
Hace referencia al caso de Tawana Brawley que fue violada y secuestrada en 1987.
Danny Aiello admitió que casi rechazó el papel de Sal cuando vio que interpretaría al dueño de una pizzería, creyendo que era un estereotipo de perezosos italiano-americanos.
La palabra “fuck” se utiliza aproximadamente 240 veces en esta película, a razón de dos por minuto.
Aunque Rosie Pérez, que interpreta a Tina, es una parte importante del reparto pero nunca sale de su apartamento y solo interactúa con Mookie.
Laurence Fishburne se le ofreció el papel de Papá Amor, pero lo rechazó.
El edificio de la Pizzería de Sal no existía antes del rodaje.
Se construyó sobre un terreno vacío por la compañía de producción, y posteriormente fue demolido cuando concluyó el rodaje.
En 2007, el American Film Institute clasificó esta peli en el puesto 96 de las más grandes de todos los tiempos.
Wesley Snipes rechazó un papel en la película por protagonizar Una mujer en la liga (1989), dirigida por David S. Ward.
La primera opción de Spike Lee para el papel de Pino fue Matt Dillon.
Radio Raheem lleva en sus manos los anillos de amor y odio en un claro homenaje a La noche del cazador de 1955, al predicador interpretado por Robert Mitchum.
La secuencia del baile del inicio de Rosie Pérez se inspiró en la secuencia de apertura de crédito con Ann-Margret en la película Un beso para Birdie (1963).
Spike Lee rechazó un papel en Más duro que el cuero (1988) para dirigir esta película.
A Paramount no le gustó el “tono” de la peli y rechazó distribuirla. siendo finalmente Universal la encargada.
Spike Lee dedicó su tiempo libre durante el rodaje de la peli a escribir el guión de Cuanto Más, ¡mejor! (1990).
La peli se desarrolla el 5 de agosto de 1989.
Se incluyen entre los “1001 películas que hay que ver antes de morir “, editado por Steven Schneider.