Primero fue guión, después obra de teatro y al final peli.
Las historias se desarrollan siempre ese día de la semana en diferentes estaciones y diferentes años.
Se habla de amistad y de las relaciones entre jóvenes treintañeros, que padecen la crisis económica y vital, sobre todo la vital.
Se insertan números musicales, cantados por los mismos protagonistas. Al estilo El otro lado de la cama de Emilio Martínez Lázaro.
Los diálogos son fluidos interpretados por unos actores magníficos.
Predomina el tono de comedia con situaciones (supuestamente) hilarantes.
El ritmo de la peli es estupendo y no decae a lo largo del metraje.
Dicho todo esto: no consigo comprender porqué no me ha gustado.
Es una peli bien hecha, bien interpretada, pero a mí no me ha hecho gracia.
Tenía una cierta impresión de contemplar situaciones ya vistas, sin originalidad.
Los actores interpretando un texto que carecía de consistencia y que sobre el papel parecía cómico, pero llevado a la pantalla no tenía chispa, ni enganchaba al espectador.
Que los problemas de sus protagonistas, sin menospreciarlos, parecían de niños ricos, fútiles, sin contenido.
Ni siquiera los números musicales me gustaron.
Tal vez, sea yo el problema. Tenía una mala tarde, pero me pareció una peli intrascendente, olvidable y aburrida.
Una pareja de ancianos estaban detrás de mí. Reían de vez en cuando (yo no), pero casi al final dejaron escapar: ¡Que coñazo!.
Unas niñas de 12 a 14 años estaban al final de la sala, salieron media docena de veces a comprar palomitas, bebidas, chucherías… Estaba claro que tampoco se sentían atraídas por la historia.
Esta peli la vieron mis compañeros del Club de Amigos del Cine hace unas semanas, yo no pude asistir. La había visto cuando se estrenó y guardaba un vago recuerdo de ella.
La vuelvo a ver en DVD.
En el coloquio posterior, el jueves siguiente a su proyección en el Club, hubo un agrio debate entre los que no se la creían, capitaneados por Carlos, y los que se habían emocionado, dirigidos por una apasionada Mercedes. Me divertí mucho. No hay nada más interesante y enriquecedor que la polémica.
La historia de estos jóvenes actores que no quieren aceptar las normas me parece atractiva pero es triste, muy triste.
La juventud tiene la gran ventaja del ímpetu, de la pasión. Estos muchachos andan sobrados de ella.
La idea de cambiar la sociedad con el arte es de lo más atractiva. Ellos lo intentan, a su manera.
Pero, es curioso, que lo primero que hacen es autoimponerse unas normas, tan artificiosas como inútiles. No cobrar, solo interpretar teatrillos que hayan ingeniado ellos, sin recurrir a obras de otros autores, actuar en la calle…
A mí esas normas me parecen innecesarias y solo encorsetan su actividad y su futuro.
Personalmente lo que hacen en la vía púbica tiene el puntito de la provocación pero ese tono exagerado e histriónico me molesta.
Cuando el asunto degenera (y lo digo con intención) en lo que llaman el teatro documental (una idea atractiva por la paradoja) con una dramatización de un atentado, se ve que aquello se ha salido de madre.
Su intervención en el Teatro Real, interrumpiendo una ópera, me gustaría por lo transgresor, si hubiera calidad artística en su actuación pero solo es una burda pantomima que a nadie puede agradar y a todos molestar.
He leído críticas de la época y en general no fueron nada alentadoras.
El maestro Boyero escribía: “Grandilocuente, increíble y decepcionante.”
En el diario El País se publicaba: “Una película que se propone a sí misma como si nadie antes hubiese debatido sobre estas cuestiones -de ahí su inmensa pedantería- (…) Es tan ingenua que bordea la tontería, tan inane que provoca aburrimiento”
A mí como experimento cinematográfico me gusta. Es una peli de buena factura técnica. Las escenas rodadas como falso documental son estupendas. Las explicaciones de los actores ya maduritos muy interesantes. Hay episodios muy divertidos.
Pero no acabo de entender bien el mensaje de la peli. Mañas parece que hiciera una dura crítica de estos jóvenes con inquietudes pero por otro lado los presenta como héroes.
Película española estrenada en 2009 dirigida por el debutante Borja Cobeaga.
No tenía ni la más mínima intención de ver esta película. Mi sobrijo Adrián hablaba bien de ella pero mi cinéfilo sobrijo y yo no solemos coincidir en nuestros gustos, pero Marta la vio e insistió en volverla a ver conmigo.
Y no estoy arrepentido. No es una comedia que encaje en el tipo habitual de comedias actuales como Resacón en las Vegas ni con el estilo de comedia española reciente estilo Torrente.
El planteamiento es previsible pero la peli resulta divertida. Lo mejor son la inserción de pequeños vídeos documentales que comparan comportamientos humanos con animales como el koala, el lemur, la cobra y el pagafantas.
La interpretación de Gorka Otxoa es muy convincente con un recital de expresiones contenidas pero muy divertidas. Este actor es conocido por sus intervenciones en el programa Vaya Semanita.
En la peli hay dos pagafantas, uno Chema (Gorka Otxoa) y otro más maduro, un genial Oscar Ladoire reaparecido y recuperado que hace una interpretación estupenda.
Los dos pagafantas dan mucha pena y en algunos momentos me sentí culpable de reirme de unos individuos tan patéticos pero muy entrañables. ¿Quién no ha sido alguna vez un pagafantas? Si hay algún amigo lector guapo y buenorro dirá: “yo nunca”… Ya, ya.
La chica es la actriz argentina Sabrina Garciarena que hace bien de argentina pero tal vez sea el personaje más flojo.
Tiene un punto la Señora Begoña interpretada por María Asquerino.
Una peli entretenidilla que dura lo justo (solo 80 minutos).