Hace unos años un amigo me pidió que le echara un vistazo al PC, no le iba bien.
Era claramente un eufemismo. Cuando abrías el ordenador comenzaban a aparecer miles y miles de páginas porno. Aquéllo era imparable.
No se podía hacer nada. La única opción era formatear el disco duro e instalar de nuevo Windows.
Mi amigo me dijo que era una catástrofe borrar su colección de pelis porno…
Está claro que esto es excepcional. Elevar a la categoría de habitual un suceso aislado sería absurdo.
Es lo que hace Jason Reitman en esta peli, de una manera tramposa y torticera, en el ejercicio más estomagante de manipulación que he visto en mi vida.
Se nos presentan unos personajes tristes, solitarios, excesivos e irreales.
Se relaciona de manera gratuita el uso de internet y de las redes sociales con la anorexia, la pornografía, las citas a ciegas, el adulterio, las relaciones sexuales precoces y superficiales en los jóvenes, incluso la impotencia (disfunción eréctil).
El final de la peli raya el tremendismo más penoso y barato.
Si Jason Reitman pretendía alertarnos en contra del uso de la red de redes, a mí solo ha conseguido aburrirme y enfadarme.
Me gustó el cartelito. Me gustó un contenido Adam Sandler. Me gustó la delgaducha Elena Kampouris.
Muchos besos y muchas gracias.
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