Los Coen esta vez componen una sátirabarrahomenaje al cine clásico de Hollywood hecho en estudios.
En esa época las películas se producían como en una fábrica (de sueños).
Los guionistas, actores, directores, maquilladores, atrezistas, tramoyistas y productores estaban en nómina y trabajaban todo el año.
Uno de estos últimos es el protagonista, un Josh Brolin magnífico.
Se relata su azarosa vida durante 29 horas.
En ese plazo de tiempo tiene que resolver el secuestro de un actor, el embarazo de una estrella soltera, la sublevación de los guionistas comunistas, la homosexualidad de algún director y actor, buscar protagonista de un drama, lidiar con las lluvias en México, emparejar a dos actores, responder a una oferta de trabajo, confesarse, ir cenar a su casa y conciliar a la prensa amarilla del corazón.
Una vida intensa que él considera divertida.
Los Coen nos amenizan con números musicales, peplums, coreografías imposibles a lo Esther Williams y submarinos soviéticos.
Joel y Ethan no dejan títere con cabeza y dan palos a todos los gremios.
La peli es moderadamente divertida. Se ve con una sonrisa en la boca, pero no despierta demasiadas carcajadas.
Es mejor cuando se habla de ella que cuando se ve.
A mí me ha encantado porque retrata el mundo (loco e increíble) del cine de estudio, donde se realizaban muchas películas, malas, regulares, buenas, muy buenas y obras maestras. Un sistema, que dio maravillas, que lamentablemente ya no volverá.
Impagables el monólogo (fallido) de George Clooney, el número musical de Channing Tatum y Scarlett Johansson surgiendo de las aguas.
Para mí que suelo ir solo al cine habitualmente fue un lujo contar la compañía de tres amigos: David, Adolfo y David. Un especial agradecimiento.
Peli vapuleada por la crítica de la que esperaba lo peor.
Desde el principio parece respirar un cierto tufillo a telefilm que no le abandona.
Pero el debutante en la dirección Rupert Goold sabe radiografiar una relación enfermiza, morbosa, inquietante y amoral entre un periodista y un asesino.
Los dos quieren obtener beneficio de esa relación artificiosa e interesada. Los dos pretenden la fama de una u otra manera. La verdad es el eufemismo tras el que se esconde la razón real de esta relación.
Los tres protagonistas, Jonah Hill, James Franco y Felicity Jones, están impecables, soberbios, electrizantes.
Doy la bienvenida a Jonah Hill que realiza su primer papel totalmente dramático.
La peli no da respuestas al porqué de esos terribles asesinatos, tampoco lo pretende, lo que puede decepcionar a cierto público. Sencillamente hay cosas que no tienen explicación.
Lo que se cuenta es tan horroroso que no parece pueda suceder, pero ese no es el meollo de la peli.
James Franco es un actor que ha ido creciendo con las pelis. Le va como anillo al dedo hacer de psicópata. Esto es un guiño para el que haya visto la peli.
Las ganas de ver esta peli eran nulas. Después de escuchar algún comentario positivo me decido a ir al cine.
El miércoles con lo del día a precio más barato, a 3.90 euros, hay colas en los cines.
La sala repleta de prepúberes y adolescentes con Coca-Cola y palomitas.
Me comentan los empleados que este día es el de más espectadores.
Algo tendrá que ver el precio con la afluencia a las salas de cine.
Miro. En toda la sala soy la persona más mayor.
A mí la comedia desmadrada e irreverente me encanta. Pero no esbocé una sola sonrisa en toda la peli.
Para ser sincero, hubo un momento en el que solté una carcajada. Solo fue un espejismo en un mar de penas.
Toda la trama es un sinsentido. Las situaciones son absurdas, sin la menor gracia.
Los gestos exagerados de los dos protagonistas me irritan y alteran.
Las autorreferencias son constantes y resultan reiterativas e innecesarias.
Además el rodaje es chapucero, y lo que es peor, en ocasiones pretencioso.
El aburrimiento llega a cotas insoportables. Se trata de una especie de tortura que llega producir dolor físico cerebral.
Estoy seguro que durante la proyección perdí varios miles de neuronas que decidieron suicidarse, con buen criterio.
La pareja protagonista, Jonah Hill y Channing Tatum, tiene una química nula. Hay rollo homo no declarado que se reitera hasta la decir basta.
Los muchachillos que poblaban la sala reían ocasionalmente cuando se decía algún taco y poco más. Bastantes salían ocasionalmente, supongo que a por más palomitas o al servicio.
Martin Scorsese es un gran director. En 179 minutos hace una alarde de saber colocar bien la cámara y da una lección de montaje, posiblemente uno de los mejores de la historia.
Su peli es, como la vida de estos estafadores, excesiva.
El sueño americano (otra vez más) llevado al cine. O, tal vez, en realidad sea la pesadilla del capitalismo.
Jordan Belfort es un buen comercial, capaz de vender basura y de hacerse muy rico engañando a sus semejantes. Tiene muchas propiedades muy caras, una esposa bella… Pero su vida es un asco. Toxicómano empedernido. Inventa entretenimientos crueles para satisfacer su estupidez. El dinero le da más preocupaciones que alegrías. Este individuo cuenta con el mayor de mis desprecios. Para nada deseo una vida como la suya.
Scorsese se embebe de la vida de Belfort y nos introduce en una atracción de feria de drogas y culos. En lugar de dar la oportunidad al espectador que observe y saque sus conclusiones insiste en explicarnos, con una insoportable voz en off, lo que estamos viendo desde el punto de vista del canalla.
El director se hace cómplice del personaje.
Desde luego es una peli entretenida. Pero, ¿hacían falta tres horas, miles de planos, cientos de personajes (la mayoría poco dibujados) para contarnos esto?
A Leonardo DiCaprio le han dado el Globo de Oro como mejor actor de comedia. Es curioso que la tragedia de esta sociedad enferma, infectada por gérmenes como Jordan Belfort, sea vista como una comedia.
Jonah Hill protagonista de Supersalidos hace una interpretación tan excesiva como brillante, eclipsando, en mi opinión, al guaperas DiCaprio.
Si quieres ver a individuos colocados y a chicas en tetas no saldrás decepcionado.