Meryl Streep es una actriz que nunca me ha terminado de gustar. Reconozco que es buena, pero sus papeles dramáticos (casi todos) me han parecido sobreactuados.
Me enamoró en ¡Mamma Mia! La película y desde entonces la he apreciado más.
Aquí interpreta a una vieja rockera que abandonó a su familia por la música. Muchos podrían pensar que es una fracasada, tocando los fines de semana en un antro, trabajando de cajera en un supermercado, viviendo en un piso conchambroso.
Su ex, un convincente Kevin Kline, la llama para apoyar a su hija que está sufriendo un divorcio.
Madre e hija en la ficción lo son también en la realidad. Hay muy buena química entre ellas.
El tono dramático se descafeiniza gracias a los toques de humor y a un tratamiento dulzón de la trama.
Muchas canciones, bien colocadas, que en absoluto molestan.
Streep compone un personaje de manera perfecta entre el patetismo y el orgullo. Es una actriz maravillosa.
El final resulta empalagoso, pero los happy end siempre gustan.
Muchos besos y muchas gracias.
Crítico de Cine de El Heraldo del Henares
Colaborador de Esradio Guadalajara y Alcarria TV
Canal de YouTube: HolaSoyRamónVídeos
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