Por un lado la descripción de una familia disfuncional (¿cómo todas?).
Por otro “el Sueño Americano“.
Esa familia apiñada en una casa es de lo más patéticamente divertida.
La abuela (la más cabal), la madre enganchada a las telenovelas, las hijas, el exmarido que vive en el sótano, el padre divorciado que no aguanta a su ex y es abandonado por su tercera esposa… Soportando todo el hogar la sufridora y luchadora Joy, una magnífica Jennifer Lawrence.
Sorprende verla haciendo en una sala de los Multicines de heroína en Los juegos del hambre: Sinsajo – Parte 2 y en la de al lado de ama de casa al estilo ¿Qué he hecho yo para merecer esto?.
Me aburre Robert De Niro interpretando siempre el mismo papel con sus tics demasiado vistos.
Esta chica, que no da más de sí, inventa una fregona que termina vendiendo en la teletienda y se hace rica y famosa.
¡Estoy harto del Sueño Americano!
Ésta y muchas otras pelis nos muestran como, con suerte y tesón, se puede salir de la miseria de la clase media (baja) americana.
Es el consuelo que se ha inventado el cruel capitalismo para dar esperanza a los pobres, pero al mismo tiempo culparlo por su situación precaria.
Si no has salido de la clase obrera es porque no has sido ni lo suficientemente listo, ni trabajador. Es culpa tuya. No del sistema que te da una oportunidad, aunque sea entre un millón.
La peli se sustenta en la interpretación de la Lawrence, premiada con un Globo de Oro.
Pero la realización y la trama resultan cansinas y aburridas.