Habla de la crisis económica de 2008 y de unos pocos visionarios que la vieron venir y se enriquecieron con ella.
La peli está tratada en tono de comedia y usa recursos del reportaje periodístico y del documental para retratar una realidad con el baño de la ficción.
Un galimatías narrativo del que Adam McKay sale airoso.
La peli está concebida para indignar, para mover conciencias.
Tal vez no cuente nada nuevo que no sepamos ya, pero nos da una visión del gran engaño que fue la burbuja inmobiliaria y las consecuencias funestas para casi toda la sociedad.
Los economistas y los banqueros se inventan un lenguaje especial para confundir al ciudadano y así poderlo engañar.
El chollo de los bonos inmobiliarios se basaba en una engañifa.
El principio que la vivienda siempre sube de precio y es un valor seguro se desplomó cuando se vendieron a personas que no podían pagarlas, para inflar una burbuja y obtener más beneficio.
Cuando el asunto explotó los gobiernos con el dinero de los ciudadanos corrieron a rellenar sus agujeros. El viejo dicho de la “la banca siempre gana” se volvió a cumplir.
En la peli se cuenta todo esto con un carácter didáctico.
Lo que más me molesta de la peli (y de la realidad) es que los supuestos héroes que supieron ver el desastre que se avecinaba se enriquecieron con ello. Forman parte también del engranaje capitalista y que detrás de sus ganancias hay mucho sufrimiento, muchas muertes y mucha pobreza, como apunta el personaje de Brad Pitt.
La peli resulta muy entretenida y cumple la función social de remover conciencias, al igual que la peli española sobre las declaraciones de Bárcenas en la Audiencia Nacional (B de David Ilundain), a diferentes niveles, por supuesto.