No cabe duda, Paul Verhoeven forma parte de la historia del cine.
Delicias holandesas y turcas, Eric oficial de la reina, Los señores del acero o Robocop son parte de mis recuerdos cinéfilos de juventud.
Desafío total (que descubrió a Sharon Stone) o Starship Troopers (Las brigadas del espacio) se han convertido en pelis de culto.
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Instinto básico marcó una época y consagró a la Stone, desde entonces tuvimos miedo de los picahielos. Antes de ver esta peli yo no sabía de la existencia del instrumento en cuestión.
A sus 78 años ha rodado su primera peli francesa.
Vive en los Ángeles desde hace más de cuarenta años, pero la industria americana le ha dado la espalda y solo Isabelle Huppert fue capaz de apoyar el proyecto y gracias a ella se ha podido rodar Elle.
Sus pelis siempre tuvieron un aire ochentero, con sexo y violencia, pero con una mirada juguetona, juvenil, intrascendente.
No dejaban de ser pelis aparentemente superficiales, divertidas y atrayentes por su transgresión.
En Elle, Verhoeven se ha hecho mayor, adulto.
Hay dos temas centrales en esta peli. Uno la violación y otro la familia.
Dos grandes temas que siempre dan mucho que hablar.
La forma de enfrentarse a la agresión de Michèle Leblanc es especial. Un personaje enigmático, contradictorio, e imprevisible.
Vacía existencialmente, poco conciliadora, sola e incomprensible.
Por otro lado la familia, un asunto que da para mucho.
Un hijo tarado, tontodelculo.
Una nuera insoportable.
Un nieto que claramente no es su nieto.
Un ex con ideas de retrasado y aires de cultureta.
La novia del ex, enamorada del autor equivocado.
Un amante, el “peor del mundo”.
Una amiga a la que engaña.
Una vecina ultracatólica.
Una madre que pretende casarse con un gigoló.
El novio de su madre con poca conversación.
Un vecino agente de bolsa, con eso digo todo.
Un padre psicópata que ha marcado su vida.
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Con esta esfera de relaciones se conforma una comedia negra, llena de humor, pero del que no puedes evitar sentirte culpable.
Verhoeven nos mete en una trampa sucia.
Nos habla de la violación con escenas descarnadas llenas de violencia y en la siguiente escena nos hace reír con una situación interpersonal.
Su peli es desasosegante, transgresora, molesta, incómoda, turbadora.
Todo ello gracias a una actriz inconmensurable, una Isabelle Huppert, más interesante que nunca, a la que te dan ganas de amarla y despreciarla.
El holandés que triunfó en Hollywood ha dejado su aire discotequero habitual y ha hecho una “peli francesa”.
No parece una peli de Verhoeven parece de Haneke.
Elle está más cerca de La pianista que de Showgirls.
En la taquilla me tropiezo con mi amigo Santiago, uno de los grandes cinéfilos de la Alcarria.
– Seguro que vamos a ver la misma peli.
Acertaba.
La taquillera, amiga suya, le avisa que han cogido entradas unos adolescentes.
Ya entra predispuesto.
– Seguro que nos dan la peli.
Un grupo de adolescentes ocupan la fila anterior. Otro al final de la sala.
Santiago ya molesto, les avisa antes de empezar la proyección.
No paran de reír, comentar, encender el móvil…
Las llamadas de atención son inútiles.
Abandonan la sala a mitad de metraje, pero vuelven cargadas de palomitas.
A Santi le salían chispas por las orejas.
Se queja a un empleado del cine:
– ¡Cómo permiten la entrada a estas niñas retrasadas!
Hace un año quedé maravillado al ver En la casa, la peli anterior de François Ozon.
Esperaba mucho de esta Joven y bonita y tal vez eso haya provocado mi decepción.
Isabelle descubre su poder de seducción y de fascinación en los hombres pero lo desaprovecha dedicándose a la prostitución.
El adolescente, por naturaleza, se siente poderoso, invulnerable por ello es capaz de someterse a riesgos innecesarios, necesita experimentar.
A mí no me termina de encajar que la actividad que desarrolla la protagonista, la mantenga tan en secreto. La tendencia natural, y más a esa edad, sería alardear del asunto.
Hay algo de fascinante de malsano en la satisfacción que esta chica encuentra en estas relaciones humillantes pero retribuidas. Pero no se llega a los niveles perturbadores del gran Buñuel en su Belle de jour (1967).
La modelo, ahora metida a actriz, Marine Vacth me emociona poco, me trasmite escasos sentimientos. Me debato entre pensar que es una mala actriz o que su intención y la de Ozon era inquietar por esa frialdad. Veremos que le depara el futuro a esta muchacha.
No siendo una mala peli no se acerca, ni de lejos, a la maravilla que es En la casa.