Mad Max es un torbellino trepidante, apabullante de acción.
Una persecución llevada al extremo.
Delirante, salvaje, angustiosa, sucia, retorcida, estomagante.
En esta aventura desesperada hay algo (mucho) de fascinante. Algún resorte cerebral es tocado para que lo que podría causar hastío ocasione interés desmedido.
Esta locura futurista nos sumerge en la distopia de un mundo de infierno, de demonio y de carne sucia.
Mad Max es un western que se desarrolla en las praderas de Monument Valley. Con una diligencia llena de mujeres que huyen de estos nuevos indios, de la sinrazón y de la injusticia.
Pero este western es más duro, menos romántico, aunque posee ese halo de lirismo que impregnaba este género en los cuarenta y cincuenta.
Que esta peli se haya convertido en un clásico desde su estreno tiene que ver mucho con la interpretación de sus protagonistas.
Tom Hardy, como héroe de acción, pero no superhéroe, que sufre y padece, capaz de encontrar esperanza donde ya no la había.
Pero la que trasciende de verdad es Charlize Theron que ejecuta una interpretación sentida, atrayente, magnética. Tan física como emocional.
Querido Carlos Boyero, volvemos a discrepar.
El buen cine puede ser muy divertido.
Muchos besos y muchas gracias.
Crítico de Cine de El Heraldo del Henares
Colaborador de Esradio Guadalajara y Alcarria TV
Twitter @Holasoyramon
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