Producción alemana que llega con cuatro años de retraso a nuestras pantallas. Si hubiera tardado un siglo, tampoco me hubiera importado.
La película sigue a los brillantes y excéntricos científicos Alexander von Humboldt (Albrecht Schuch) y Carl Friedrich Gauss (Florian David Fitz) a lo largo de su periplo vital.
Dos maneras diferentes de concebir la ciencia.
Un matemático encerrado en su estudio y un geográfo empeñado en recorrer el mundo.
La narración es chapucera y tambaleante, sin que haya un línea argumental coherente.
Salpicada de elementos de humor, supongo que involuntarios, que la convierten en penosamente ridícula.
Termina siendo una parodia esperpéntica y molesta.
Con una fotografía chillona y una dirección sin firmeza.
Pero lo que más llama la atención es el espeso maquillaje para transformarlos en ancianos.