La historia es de folletín pero para colmo de males está contada con si fuera un telefilm, donde lo que importa es que pasen muchas cosas. El abuso del primer plano resulta desesperante y encima para ver el careto de tontaina del vampirito poniendo cara de malo de palo.
Hace cuatro películas que Allen abandonó Nueva York y ahora se dedica a hacer turismo por Europa.
A mí no me molesta que nos presente una Roma de postal, ni que la llene de tópicos. A mí lo que me molesta es que los mismos chistes malos de toda la vida y otros nuevos igual de malos o peores, me hagan gracia.
Las cuatro historias que entremezcla (que no cruza) son interesantes y como siempre tienen su moralina.
En una reflexiona sobre la fama (efímera e inútil) de la televisión de Berlusconi.
En otra sobre el enamoramiento y sobre la conciencia de lo que sabe mal hecho. Magnífico el papel de Pepito Grillo de Alec Baldwin que Woody resuelve con una naturalidad pasmosa. Tal vez lo que más me gustó.
La tercera historia, que protagoniza el propio director nos dice que el éxito lo justifica todo, incluso el ridículo. Está llena de tópicos pero resulta divertida.
Por último el cuarto relato nos habla de la infidelidad y está contada como un sainete. Tiene un papel la madrileña Penélope Cruz que embutida en un pequeño vestido rojo está desbordante. Me quedé boquiabierto, impresionado. Me he vuelto un rendido admirador de su belleza. A partir de ahora soy incondicional.
El conjunto resulta agradable. Pero me dio la sensación que es más de lo mismo. Allen ya no se esfuerza. Todo está bien contado con ese tono general de comedia ligera pero relatado como con desgana. Es como si tuviera que cumplir con el trámite anual de un estreno y piensa cumplo y ya está. Sin pasión, sin originalidad. Cuento los mismos chistes, las mismas historias y solucionado.
Es lo contrario que el gran Almodóvar que llena de pasión cada nueva película. Que podrá ser peor o mejor pero se desborda en ellas.
La invención de Hugo es una peli compleja. Por un lado es un cuento con tono dickensiano. Por otro es un nostálgico homenaje al cine. Por otro rinde tributo a uno de los pioneros del Séptimo Arte (Georges Méliès). También nos relata la vida de una estación de ferrocarril en los años 20…
Y todo esto y más encaja perfectamente bajo la batuta de Martin Scorsese que conocedor y estudioso del cine realiza una obra preciosista, técnicamente perfecta con detalles de calidad.
El aspecto visual es abrumador de una belleza plástica colosal.
Ya sabéis que empiezo a detestar el 3D pero aún así me atreví a verla en este formato y acerté. Tal vez sea la peli en la que el 3D se disfruta más de las que he visto. La sensación de profundidad dura todo el metraje y da una impresión de belleza.
Recordar y homenajear a Méliès es de agradecer, fue el inventor de los efectos especiales, un creador incansable y un renovador de un arte que comenzaba. Producía, dirigía, hacía los guiones, protagonizaba, diseñaba los efectos especiales. Un auténtico hombre-orquesta del mundo del cine. Gracias a algún coleccionista la mayoría de sus películas se han conservado.
Toda la peli está envuelta en una atmósfera nostálgica y emotiva.
Los niños están extraordinarios, despiertan ternura.
Es muy curioso que una producción norteamericana rinda homenaje al cine primigenio francés y se desarrolle en París, por cierto un París de fantasía iluminado con las luces de la ilusión.
Por otro lado una peli francesa, la oscarizada The Artist, se desarrolla en Los Ángeles y rinde homenaje al cine de Hollywood.
Un cameo de lujo, la primera dama de Francia, Carla Bruni que sale airosa del compromiso.
Una historia divertida con referencias a la Cenicienta, con una colección de personajes-artistas curiosos, especialmente gracioso el personaje de Dalí.
Un personaje pedante y odioso interpretado por Michael Sheen.
Con todo esto, Allen ha hecho una de sus mejores obras que como siempre nos invita a una reflexión-moraleja, esta vez sobre el inconformismo y la búsqueda de algo mejor en otro tiempo o en otras personas que nunca se termina de encontrar.
Película francesa extrenada en España el 29 de Diciembre de 2010.
Basada en una novela, que según me han comentado lectoras expertas, es magnífica.
Es conocido que con una buena base literaria se puede hacer un bodrio o una obra maestra. Las comparaciones son siempre difíciles porque son géneros diferentes y lenguajes muy distintos. Condensar en dos horas una novela es misión muy complicada. Yo solo he encontrado una peli que sea mejor que la novela en la que se basa. Es el caso de Los Santos Inocentes de Mario Camus, una de las mejores películas del cine español y del cine mundial basada en la también magnífica novela de Miguel Delibes. La obra literaria es estupenda pero la peli es aún mejor, más completa, más rica.
La llave de Sarah cuenta los terribles sucesos ocurridos en París en 1942 cuando el gobierno colaboracionista de Vichy detuvo a miles de judíos que fueron deportados a campos de concentración nazis. Sesenta años después una periodista investiga estos hechos.
La historia está bien contada y la mezcla de los dos relatos es perfecta.
La investigadora (Julia Armond) interpretada impecablemente por la bellísima Kristin Scott Thomas, realiza un viaje personal que le cambiará la vida, en busca de Sarah y de su vida.
Hay una frase en la película que me impresionó: “La verdad tiene un precio”. Reconocer los errores, a veces históricos es muy importante y la propia Francia tardó casi 50 años en reconocer su colaboración con el Holocausto Nazi.
Es curioso que en la parte de la peli que se desarrolla en 1942 no aparecen símbolos nazis.
La peli está bien dirigida y se centra en una historia personal, sin pretensiones de contar una gran historia de todo un grupo.
Los actores de reparto están formidables pero me gustaría destacar a Neils Arestrup, que ya estuvo sensacional en una de las mejores película de 2010: Un Profeta y que en esta peli hace un trabajo muy convincente en un registro totalmente diferente.
Hay momentos de gran emotividad que me hicieron saltar las lágrimas, lo cierto es que lloré a moco tendido.
Supongo que los americanos harán un remake. Veremos a ver.
Mar, Elena y yo estábamos de nuevo solos en la sala de cine la tarde de Reyes. Aprovecho la ocasión para agradecer mucho a los Reyes los regalos, un maravilloso pijama y el StarCraft.