Denzel Washington interpreta a una especie de vengador, que hace “favores” a buena gente. Pongo un ejemplo, libera a una niña del secuestro de su padre, “solo” mata a tres individuos, cronometrando sus asesinatos para hacerlos en un tiempo récord.
Es un antiguo agente de la CIA que abandonó la Agencia por un lío que ya he olvidado…
La peli está repleta de clichés de tono fascista, que encaja bien en esta época del conservadurismo de pistola en cinto de la Era Trump.
Denzel es posiblemente uno de los grandes actores de la cinematografía actual. Resulta penoso verlo metido en un engendro de tiros y tramas pueriles de espías de pacotilla.
La mezcla, al final de la peli, de vengador y catástrofe natural resulta insultantemente previsible.
Es curioso que las peores fueran las dos primeras.
Carrie intenta llevar una vida normal con su hijita y su trabajo en una ONG.
Pero el destino, y ella que es una busca líos, se lo impiden.
El tema central de esta sesión es el poder de los servicios secretos sobre la política.
Se conjura una compleja trama para desbarajustar las buenas intenciones de la Señora Presidenta Electa de los USA.
Como ya va siendo costumbre Carrie Mathison se enfrenta a problemas personales muy graves y al lío de conspiraciones. Una sufridora.
Su trastorno bipolar tampoco ayuda, aunque estos capítulos tienen un valor secundario.
Se habla del poder real, del uso de las redes sociales para crear estados de opinión, del papel de la prensa tradicional, del uso del terrorismo para restringir las libertades y de la manipulación de la verdad.
Un aspecto positivo de la serie es que deja, hasta cierto punto, cerrada la trama.
Claire Danes está estupenda y sobre ella descansa el mayor peso de la serie.
Vemos esta serie por recomendación de Marta y Rubén.
La historia de Pablo Escobar está contada de manera minuciosa, con cierto tono documental, con insertos de fotografía e imágenes de televisión reales.
La trama siempre mejora cuando se dedica al retrato del personaje, posiblemente el hombre más poderoso de Colombia en su momento.
Relatada por uno de los agentes de la DEA.
Estos individuos me caen fatal, con una pinta de chulopiscinas que dan ganas de vomitar.
Además hay un tufillo de superioridad moral e intelectual en estos agentes americanos (que se trasmite a la serie) que les hacen aún más deleznables.
Ello te obliga, en ocasiones, a tomar partido por los narcotraficantes, que son malísimos, pero preferibles a los yanquis.
La serie está relatada con una insufrible voz en off, que reitera lo que ya estamos viendo y le da un tono moralista, desde el punto de vista de la DEA.
El relato resulta muy episódico, con continuas elipsis mal planteadas que hacen la trama deslabazada sin una coexión argumental.
El último episodio de esta temporada es muy potente y como siempre gana si salen los narcos, mucho más creíbles que los políticos y los policías.
Elena hubiera seguido con la segunda temporada. La historia de Pablo Emilio Escobar Gaviria resulta fascinate.
Al final hemos decidido seguir con ficción española, con Las chicas del cable. Y que sea lo que Dios quiera.