Simon Pegg interpreta a un psiquiatra que encuentra su vida aburrida y decide emprender un viaje de reencuentro consigo mismo y en busca del secreto de la felicidad.
La película nos va presentando todos los tópicos culturales y raciales que podamos sospechar.
Se debate entre la comedia y el drama ambientado en paisajes de postal.
Personajes que solo son estereotipos caricaturescos.
Algunas cuestiones, como el secuestro, son tratadas con una banalidad irritante.
La conclusión se ve venir desde el principio. Ya sabéis, el rollito ese que la felicidad no hay que ir a buscarla lejos sino que la tienes en casa…
El psiquiatra Héctor parece un gilipollas desde el principio y conforme avanza el metraje se va confirmando. ¡Qué tipo de tonto dejaría a Rosamund Pike?
Dicho todo esto, me atrevo a afirmar que la peli me ha gustado y me ha divertido.
El tratamiento de comedia me engancha, en general, bien llevada por este actor, que me cae simpático desde que lo vi en Zombies Party (Una noche… de muerte).
La peli respira una cierta inocencia que me parece enternecedora.
Solo la puedo recomendar para público poco exigente.
¿Me haré vuelto un blandengue?
Muchos besos y muchas gracias.
Crítico de Cine de El Heraldo del Henares
Colaborador de Esradio Guadalajara y Alcarria TV
Twitter @Holasoyramon
Canal de Youtube HolaSoyRamónVídeos
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