Whiplash es posiblemente el título más adecuado para esta peli independiente multipremiada.
Su significado literal es latigazo.
Cuando uno es flagelado no queda indiferente y lo recordará siempre.
El látigo que ensambla su director, Damien Chazelle, está lleno de nudos que se nos pueden atragantar.
Se plantean cuestiones que son muy importantes en nuestra sociedad.
Andrew, Miles Teller, aspira a ser uno de los grandes de la música tocando la batería. Superpone su ambición incluso su vida sentimental. Quiere pasar a la historia, quiere ser recordado como uno de los grandes.
Fletcher, (impresionante J.K. Simmons) quiere obtener de sus alumnos lo mejor que hay en ellos y no dudará en estimularlos hasta el hastío.
Usará la violencia física, el insulto, la humillación, la manipulación… Todo vale para este profesor que solo se conforma con la perfección.
Siempre he admirado a los artistas, a los creadores y siempre me he preguntado cuanto hay de inspiración y cuanto de transpiración.
Dudo mucho que Fletcher consiga de su alumno algo más que transpiración. Y también dudo que sin ese gen de la genialidad pueda lograr algo de interés de algún discípulo.
Damien Chazelle, que el año que viene estrena peli con la maravillosa Emma Stone de protagonista, compone una peli hipnótica, que te deja pegado al asiento.
La creación de los personajes es soberbia, pero el montaje de la peli consigue que vivamos y suframos las experiencias que se nos cuentas.
La sucesión de imágenes es tan perfecta que nos permite adentrarnos dentro del espacio del artista, dentro del espacio de esa batería que es instrumento de arte y de tortura.
Y esos dos sentimientos se mezclan en una simbiosis perfecta, pero extremadamente perturbadora. Donde el sufrimiento y el placer del arte se funden en una relación sadomasoquista.
Esos platillos salpicados de sangre, sudor y lágrimas son la perfecta metáfora de la vida de alguien que busca la perfección. Una vida condenada al sufrimiento, porque lamentablemente nunca la alcanzará.
Tal vez esa lucha por llegar a la cumbre sea dolor y tortura, pero si no se siguiera ese camino la desdicha sería aún mayor.
No he sangrado viendo la peli, tampoco he llorado, pero sí he sudado como un poseso.