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Ficha:
Título original: Le bonheur
Año: 1965
Duración: 77 min.
País: 
Francia
Dirección: Agnès Varda
Guion: Agnès Varda
Música: Jean-Michel Defaye
Fotografía: Jean Rabier, Claude Beausoleil
Reparto: Jean-Claude Drouot, Marie-France Boyer, Claire Drouot, Olivier Drouot, Sandrine Drouot, Marc Eyraud, Sylvia Saurel, Paul Vecchiali
Productora: Parc Film
Género: Drama. Romance | Familia. Drama romántico. Drama psicológico. Nouvelle vague
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Comentario:
No conocía esta peli de esta directora francesa, la “abuela de la nueva ola” que con 90 años sigue en activo.
Durante 28 años fue la esposa de Jacques Demy.
Lo primero que se me viene a la cabeza al ver esta peli es Los girasoles de 1970 dirigida por Vitorio de Sica, con Sophia Loren y Marcello Mastroianni.
Las dos tienen un tono diferente, pero tratan un tema parecido, la facilidad del hombre para encontrar un nuevo amor.
El girasol es una flor que se mueve hacia el sol que más calienta como los protagonistas masculinos de estas dos pelis.
En una forman parte de los primeros fotogramas y del cartel y en otra del título.
Esta peli en los sesenta en España es absolutamente impensable.
Por las escenas de sexo, por la presencia de desnudos femeninos y por el adulterio, sin culpa y sin complejos que se nos cuenta.
Supongo que al censor le sangrarían los ojos al verla, aunque notara en algún momento algún cosquilleo en la entrepierna.
Varda nos presenta una historia banal, sin grandes dramas, ni grandes sucesos, aunque tiene como temas centrales la paternidad, el adulterio, el patriarcado y el suicidio.
La vida apacible y sencilla de un carpintero que quiere a su esposa y a sus hijos, pero se ve atraído por otra rubia, no más guapa, no más encantadora que su esposa.
Su mayor baza para la seducción, por otra parte innecesaria, es la sinceridad. Su declaración de amor a su esposa le hace aún más atractivo.
Varda nos lo presenta con un tono ligero, suave, intrascendente para contar cuestiones de calado, aún no resueltas.
Porque François al pasar tiempo con su amante se lo está quitando a su familia y en ello hay algo malo y traicionero, no solo a la esposa, sino también a los hijos. No quiero ser un moralista, sino presentar una realidad, para desmontar la bondad de este hombre, que siendo feliz necesita algo más.
Esa misma sinceridad la usa con su esposa para desculpabilizarse, pero a ella, está claro, que no la convence.
Varda irónicamente nos muestra una peli colorista con imágenes bucólicas que ayudan a representar esa falsa felicidad que padecen los protagonistas.
Resignados a seguir una vida ya prefijada, sencilla, sin grandes expectativas, sin grandes alicientes. Donde el varón es el centro de ese universo pequeño burgués.
Donde todos parecen resignados a cumplir sus roles.
El padre trabajador y dedicado, la madre al cuidado de los hijos y dar felicidad a un esposo que infiel, por lo menos es sincero. Hasta la amante llena su casa vacía de sumisión y resignación.
Todo enfocado al servicio del hombre, centro de la historia y de este irónicamente feliz relato.
Donde la madre fallecida es sustituida por la amante, clónica y destinada a sufrir el mismo destino.
Todo muy idílico, terriblemente previsible. Con un ganador el hombre y unas perdedoras…
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Mi puntuación: 7,89/10.
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La directora Agnès Varda:
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Muchos besos y muchas gracias.
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Chistes y críticas en holasoyramon.com
Crítico de Cine de El Heraldo del Henares
Canal de YouTube: HolaSoyRamónVídeos
En Vimeo: vimeo.com/holasoyramon
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Un truco para encontrar la crítica de una peli rápidamente:
Pon en Google “hola soy ramon” y el título de la peli.
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La felicidad o la infelicidad.
Si, alguien lo ha dicho; la felicidad es lo que se “ha dicho” que es la felicidad, lo que se ha determinado a lo largo de años, siglos, lo que se ha publicitado, lo que se ha vendido que debe ser la felicidad. La felicidad se impone, y la imposición a veces procede de quien está a tu lado, de la persona que dice quererte.
La felicidad es el paisaje campestre bucólico, la sonrisa de la mujer y el marido, los niños sanos y guapos, el trabajo artesanal y vocacional, Mozart, un plato en la mesa, un beso en la frente, una pasión desapasionadamente feliz, y luego, el complemento, el añadido; la aparición de un nuevo ser, una nueva mujer, a quien se desea, y que llega para sumar más felicidad ¿De quien? Del hombre, por supuesto. El ideal de la felicidad masculina.
Pero hay una perdedora, Therése, una mujer, la mujer que acaba suicidándose después de recibir y encajar la puñalada, llena de amor, eso si, porque para ella la felicidad de su marido es como la hoja de una navaja-que requeriría un fundido en negro o en rojo- contra la que no puede rebelarse, porque eso sería interrumpir la felicidad de él, ahora que está siendo tan feliz, pobre.
“la Felicidad” de Vardá es una película de infelicidad, dolorosa a pesar de su colorido. Sin embargo, la muerte de ella apenas cambia el tono optimista del film, y esto, nos damos cuenta, es una propuesta consciente, una ironía de la que se vale la autora para decirnos: “No os preocupéis, la vida continúa y pronto el hombre, el macho, seguirá siendo feliz, porque tiene un amor de “reemplazo”, alguien que le procurará felicidad, y además adoptará el papel de madre para sus hijos huérfanos.
Las mujeres están a expensas de los deseos del hombre; son objetos de deseo, son madres, compañeras, criadas…son lo que quiere el hombre que sean, incluso pueden optar por quitarse de en medio si no aceptan ser las únicas objetos del amor masculino.
La modernidad del planteamiento de Vardá nos hace reflexionar sobre si esto ha cambiado desde la fecha en la que se realiza esta película, desde 1965. Y la verdad, tengo mis dudas.