Después de acostar a sus nietos, una abuela se puso su camisón y las chancletas y se puso a lavarse el pelo.
En la medida que escuchaba el jaleo que armaban los chicos, se le acabó la paciencia.
Se enrolló una toalla en la cabeza y entró como una tromba en la habitación y volvió a acostar a los niños para regañarles.
Tan pronto dejó la habitación, oyó al más chico decir con una voz temblorosa:
- ¿Quién era ésa?
Chiste subido por Ramón el El 2012-06-13 a las 17:47:50
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