Carlos Saura, Rafael Azcona y Elías Querejeta. Éstos son los tres nombres propios sobre los que se sustenta esta peli. Director, guionista y productor.
La peli se realiza en el año 72, lo cual es vital para comprenderla.
El Franquismo seguía vivo y nadie preveía su fin en aquellas fechas, pero España se había abierto, gracias al turismo los españoles conocían otras realidades.
En los setenta en España se realizaban tres tipos de cine:
Un cine comercial que como máximo exponente tenía al landismo.
La denominada tercera vía del cine español. Un cine urbano, plagado de nuevos personajes y problemas, derivados de la sociedad nacida del gran milagro económico español. Películas como Los nuevos españoles (Roberto Bodegas, 1974) o Tocata y fuga de Lolita (Antonio Drove, 1974).
Frente a ambos modelos, amables y poco interesados en acometer reflexiones de índole política, surge la última gran propuesta fílmica de los setenta: el cine metafórico.
En aquella época para hacer crítica social era imprescindible utilizar, la parábola y la metáfora y así conseguir sortear la censura, que seguía siendo inflexible pero muy miope.
Por eso Saura realiza su peli más surrealista, homenajeando a su admirado Buñuel.
Es un análisis de la sociedad franquista y de sus elementos básicos.
Para comprenderla hablaré de ella por partes.
Ese caserón solitario en un páramo inhóspito y aislado es la España de la época. Contrasta la luminosisdad exterior con la penumbra del interior.
Fernando (Fernán Gómez), uno de los hijos, representa la religión rancia que sustentaba al régimen, que bajo la apariencia de misticismo era mutilante y castradora.
Juan (José Vivó) otro pilar de la sociedad, es la represión sexual. Con un cráneo relleno de semen.
José (José María Prada) es la autoridad representada en el ejército. En su infancia, hasta la primera comunión, lo vistieron de niña. Tal vez intente esconder su homsexualidad bajo los uniformes militares.
La madre, Rafalela Aparicio, la auténtica autoridad de la familia. La matiarca que maneja esa manada de lobos. No puede dejar de ser el centro de la vida en la casa, simulando crisis convulsivas. Es llevada por las criadas en silla elevada, mientras las insulta y las llama ladronas y guarras.
Las niñas, que representan el futuro (pesimista) de esta España, que juegan a imitar los comportamientos que observan de sus progenitores.
Ana (Geraldine Chaplin) es la modernidad, el elemento perturbador de una sociedad encerrada que no soporta lo nuevo. Esta actriz fue musa de Carlos Saura en varias de sus películas.
Los elementos surrealistas sirven al director para contar la realidad, con elementos de comedia, donde se ve la mano del gran Azcona.
Una peli que es preciso analizar desde su contexto histórico para comprenderla.
Yo la vi en su estreno y no la entendí. La recordaba triste oscura como esa época.
Menos mal que estaba Geraldine con su radio cassette para darnos esperanza.
Muchos besos y muchas gracias.
Crítico de Cine de El Heraldo del Henares
Colaborador de Esradio Guadalajara y Alcarria TV
Twitter @Holasoyramon
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Tags: Ana y los lobos, Anny Quintas, Carlos Saura, Charo Soriano, Drama | Familia. Melodrama, Fernando Fernán-Gómez, Geraldine Chaplin, Juan María Prada, Juan Vivó, Marisa Porcel, Rafael Azcona, Rafaela Aparicio