Russell Crowe se nos ha metido a director y lleva a imágenes un guión de Andrew Anastasios y Andrew Knight.
El maestro del agua pretende ser un drama épico de un padre que quiere recuperar los cadáveres de sus hijos muertos en Gallipoli. Su viaje se convierte en una gran aventura física y emocional.
Esto es lo que intenta conseguir, pero muy distinto es lo que logra.
Hay normas básicas de sentido común. Para que el espectador consiga emocionarse con un fallecimiento tiene que conocer y apreciar a la víctima.
Lamentablemente en este mundo actual, estamos desensibilizados con la muerte y vemos en la tele que hay tantos muertos aquí y allá y seguimos tomando los macarrones con tomate como si nada.
Russell Crowe nos muestra la desgracia de estos muchachos en el campo de batalla, pero no los conocemos de nada, la peli acaba de empezar y eso nos trae al pairo.
Querido Russell, primero hay que presentar los personajes, hacer que te caigan simpáticos y luego los matas. Así conseguirás emocionarme. Esto es básico.
La peli del australiano está llena de buenas intenciones, de intentos fallidos de levantar la emoción del público.
El amorío con Olga Kurylenko es más que forzado. Esta chica pierde mucho si no va con minifalda. Este papel no le pega para nada.
En la ópera prima de este actor metido a la dirección hay una cierta dosis de egolatría y la pretenciosidad de hacer un obra colosal.
Pobre Crowe, solo has hecho un bodrio relamido, poco creíble, artificioso y, lo que es peor, aburrido.
Muchos besos y muchas gracias.
Crítico de Cine de El Heraldo del Henares
Colaborador de Esradio Guadalajara y Alcarria TV
Twitter @Holasoyramon
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Tags: Cem Yilmaz, Damon Herriman, Dan Wyllie, Deniz Akdeniz, Drama. Bélico. Romance | Años 1910-1919. I Guerra Mundial. Histórico, El maestro del agua, Isabel Lucas, Jacqueline McKenzie, Jai Courtney, Olga Kurylenko, Russell Crowe, Ryan Corr